MI RETIRO 
En la casa de San Miguel de Roma 
el 22 diciembre 1887 
Estoy admirada, Jesús mío, de
  vuestra gran bondad hacia mí al haberme esperado y llamado a Roma para
  colmarme de las gracias celestiales. No sé cómo corresponder porque soy pobre
  y miserable; pero perfeccionad, Señor, cada vez más mi unión con Vos. 
Transformadme en Vos, inflamadme
  cada vez más en vuestro santo Amor y haced que me conforme a él por puro
  amor. 
Oh Amado de mi alma, mis
  afectos son todos tuyos; santifícalos, pues, ya que te complace acogerlos, y
  hazlos cada vez más dignos de Ti. 
Quisiera prepararte para tu
  venida un cielo de delicia en mi corazón, adónde Tú puedas descender para
  complacerte y deleitarte; pero ya que por mi miseria me siento incapaz, te
  ofrezco entretanto mis propósitos de querer en todo conformarme a la virtud
  de tu santa infancia viviendo especialmente en la simplicidad y en el
  ocultamiento, ejercitándome en tu puro amor y buscándote en todo siempre y
  suspirando por Ti. 
Y Tú dígnate, amantísimo
  Jesús, prepararte por Ti mismo una morada dentro de mí, acogiendo mis vivos y
  ardientes deseos, mis suspiros. 
No diré nunca “no” a Jesús e
  intentaré ser generosa en todo y especialmente en las ocasiones difíciles y
  contrariedades, considerando que el amor se conoce en las pruebas. 
 | 
  
Ct 1,4 
Ct 6,3 
Col 3,10+ 
Ct 8,6 
Ct 4,16 
Mc 10,15 
Lc 18,17 
Jn 3,3+ 
 | 
 
Secciones
▼

No hay comentarios:
Publicar un comentario