CUARESMA – CUARENTA – CUARENTENA
Por Andrea
B. Iglesias y Paula L. Raiker*
Estos días tan extraños
suscitaron en nosotras muchas conversaciones acerca de lo que estamos
experimentando... Como Catequistas, originalmente íbamos a estar preparando dinámicas
y actividades para "vivir mejor" la Cuaresma, para celebrar más
profundamente la Semana Santa; y de pronto nos vimos atravesadas por una
realidad que interpela, desafía, asusta, desorienta, exige y sobre todo: invita
a frenar y reflexionar. ¿Justo en Cuaresma tiene que pasar esto? ¡Justo en
Cuaresma!
La Cuaresma, entre otras cosas,
viene a recordarnos ese tiempo en el que Jesús se alejó de todo para
profundizar, pensar, reflexionar, rezar, etc. antes de la etapa más importante
de su vida.
Este aislamiento viene a sacudir
nuestras vidas, rutinas, planes y hasta prioridades. Viene a renovar el sentido
de todo lo que venimos haciendo. Nos “obliga” a quedarnos en casa, a cuidarnos
y cuidar a nuestros seres queridos. Cuidarnos y cuidar… ¿No es acaso la clave
del Amor que nos enseña Jesús?
Algo está poniendo en juego
nuestra salud y nuestras vidas. No conocemos demasiado sobre esto, pero exige
que reaccionemos. Y al final, lo más sencillo se vuelve esencial para estar bien.
Como el estilo de vida que propone Jesús, que no tiene mucha vuelta, que hace
de lo simple algo profundo…
La vorágine del trabajo desde
casa, las tareas, la ansiedad, el estar en familia más tiempo del acostumbrado,
la incertidumbre, las noticias, los aplausos de las 21hs, el mirar por la
ventana a quienes no cumplen con el aislamiento… ¡Qué torbellino de emociones!
¡Paciencia, Señor!... Y ahí, casi perdida, quedó nuestra Cuaresma y ese deseo
inicial del Miércoles de Cenizas de vivirla “como Dios manda”. ¿Qué andará
“mandando” Dios en estos días? Ahí donde está el sentido común, donde prima el
cuidado propio y del prójimo, donde afloran los verdaderos y nobles
sentimientos del corazón, ahí encontramos lo que Dios quiere para cada persona
en estos días.
Sin dudas, una mención especial
merecen los héroes y heroínas de la Salud, la Limpieza, la Seguridad y la
Educación…y quienes colaboran para que los extremos de la sociedad (los más
grandes y más pequeños) puedan atravesar estos días con más serenidad y
alegría.
Estamos comprobando la fuerte
conexión que hay en la humanidad: lo que hacemos tiene consecuencias para uno mismo
y para el resto. Esta situación pone a prueba la solidaridad, la
responsabilidad, la misericordia. Pero aún hay quienes sienten la tentación de
minimizar lo que ocurre, de negar la gravedad de la situación. Jesús también en
el Desierto se alejó para unirse más. Es decir que su retiro tuvo un sentido
muy profundo; pero esto no quiere decir que Él no haya experimentado
tentaciones ¡al contrario! Esas tentaciones le hicieron sentir la fragilidad y
el poder que de ella sale cuando le damos un nuevo sentido a todo. Detengámonos
a pensar cuáles son nuestras fragilidades, en este tiempo qué cosas nos tientan
y sobre todo qué fortaleza, que logro, qué virtud vemos que va naciendo en esta
Cuaresma-Cuarentena.
Es tiempo de pensar que quizás
celebraremos una Pascua diferente, o no… Si la Pascua es la Fiesta de la Luz y
de la Vida, cuando termine esto será verdadera Fiesta el volver a encontrarnos,
valorar los abrazos, darle nuevo significado a nuestra rutina (trabajo,
estudio), encontrar diferente la vida cotidiana. Que estos días sean un camino
para llegar a la Pascua con un corazón agradecido que late cuidando la salud,
la vida, que late EN cada uno nosotros, pero también POR los otros.
*Andrea y Paula son Catequistas
en el Instituto Cabrini de Buenos Aires, Argentina
No hay comentarios:
Publicar un comentario