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viernes, 10 de abril de 2020

Testimonios desde casa... "Viernes Santo"


Sin dudas hoy centramos la mirada en la Cruz y en el eterno sacrificio de Amor de Jesús. Pero también podemos reflexionar en torno a dos imágenes: “Verónica” (o “La Verónica”) y Poncio Pilato.
Según nos cuenta la tradición, ella limpió el rostro de Jesús en su camino hacia la Cruz (Via Crucis) y por la suciedad (tierra, transpiración, sangre) quedaron casi como impresos sus rasgos. El rostro del Crucificado hoy, es el de quienes son víctimas de la violencia, la injusticia, el desprecio, la marginalidad, la pobreza, la enfermedad, la soledad... La Cruz que cargó Jesús no pesaba tanto por la madera, sino porque encerraba en sí los dolores de toda la humanidad, la maldad, la falta de amor…el pecado ¡Cuántos hermanos y hermanas cargan sobre sí cruces sin que nadie los acompañe y los libere!
El acto de piedad de Verónica pasó a la historia, ella pudo ver más allá del “reo a quien estaban condenando”, ella lo miró con amor y actuó. Se abrió paso entre la multitud espectadora y, gracias a ella, Jesús pudo tener en esos instantes de tanta crueldad, un oasis de ternura. La crisis que está atravesando la humanidad necesita de muchas “verónicas” que se animen simbólica pero también literalmente, a mirar con amor a quienes son condenados por la pobreza, la enfermedad, la violencia o tantas miserias que hacen que tantos hermanos y hermanas no vivan dignamente. Que nos animemos a dar el paso y actuar desde la misericordia.
Y con tanto que se nos pide lavarnos las manos, ¿cómo no mencionar a Poncio Pilato y su tan célebre “lavado de manos”? ¡Qué paradójico! Lo que en esa situación representó omisión, no hacerse cargo, cobardía, no comprometerse, hacerse a un lado… hoy esto mismo es un gesto de amor, responsabilidad, higiene, cuidado.
Sin dudas, este Viernes Santo nos invita a hacer una opción. Que solo nos lavemos las manos para cuidar la higiene y la salud. Que nunca nos lavemos las manos de nuestras responsabilidades. Que nunca nos lavemos las manos a la hora de hacer justicia, de decir la verdad, de luchar por los derechos, de expresar amor, de dignificar al prójimo. No permitamos que la comodidad de nuestra realidad, de nuestra casa, de nuestro “buen pasar” nos tienten a lavarnos las manos (y quizás cerrar los ojos) para no ayudar a quienes más nos necesitan.
El Viernes Santo encierra una Entrega de Amor. Que hoy podamos ver con ternura a quienes están sufriendo espiritual y materialmente, corramos los obstáculos y seamos ayuda, compromiso, dignidad…AMOR. 
Paula Raiker
Profesora del Instituto Cabrini de Buenos Aires, Argentina



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