Capítulo 14:
Una espiritualidad eclesial para Laicos
Según el espíritu de Santa Francisca Cabrini
Se puede decir que cada nación y cada obra
del Instituto de las Misioneras ha tenido algún laico o laica como amigo,
colaborador, consultor o bienhechor. A veces estas personas laicas no eran católicas,
pero eran personas de una gran altura moral que compartían los valores humanos
y cristianos que están en la base de cualquier visión ética del mundo. Entre
tantos colaboradores hay eminentes figuras de laicos profesionales, artistas,
literatos; pero también personas no conocidas que humilde y simplemente han
colaborado con la misión cabriniana, bebiendo, en su vida espiritual, de la
misma fuente que las Misioneras: el carisma de Santa Francisca Cabrini.
Leyendo la correspondencia de la Madre, se
puede observar que son muchas las referencias que hace en relación con las personas
laicas por las cuales ella sentía gran estima y agradecimiento. Madre Cabrini
acostumbraba a decir que el Sagrado Corazón le enviaba siempre un “San José” en momentos difíciles, cuando
ella se encontraba en dificultad. Las mismas Misioneras, durante sus viajes,
experimentaban la ayuda de personas incluso desconocidas que después de conocer
la misión a la que se dedicaban, se comprometían a ayudar de diversos modos.
Pero es necesario hacer notar que hasta los
años sesenta se hablaba más bien de colaboradores
a diversos niveles, mientras que, después del Concilio Vaticano II, cambió el
estilo de relación con los laicos y laicas los cuales se hicieron corresponsables de la misión.
Por eso, cuando la formación de las
Hermanas incluyó también a los laicos colaboradores, se pudo observar que
muchos de ellos ya tenían una sintonía con el carisma de Madre Cabrini y
estaban capacitados para llevar adelante ellos mismos las obras cabrinianas con
el mismo estilo. El lenguaje mismo de las Misioneras se actualizaba, haciéndolo
más comprensible también para los laicos, los cuales, en las decisiones que debían
tomar en las obras a ellos confiadas, usaban criterios conforme al espíritu de
Santa Francisca Cabrini. Se observó una vez que un administrador de la obra de
West Park, en los Estados Unidos, no había aceptado emprender algunas
iniciativas que habrían traído mejores beneficios económicos, porque “no correspondían” a los fines y
criterios cabrinianos.
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