Capítulo 14:
Una espiritualidad eclesial para Laicos
Según el espíritu de Santa Francisca Cabrini
En las conclusiones del Capítulo General de
2002 se había llegado ya a tener un buen Voluntariado
Cabriniano y a él se había dedicado un primer documento, mientras ya se
estaba elaborando aquel de las Misioneras
laicas (o laicos) Cabrinianas que deseaban una vida espiritual más intensa
sobre las huellas de Santa Francisca Cabrini.
En aquellas conclusiones se lee:
“En
la reflexión sobre la realidad de cada Provincia y Región, se ha examinado con
alegría el camino recorrido.[1]
Los objetivos elaborados a la luz de la nueva visión Misionera, han suscitado
respuestas, humildes pero decididas, a los desafíos de la misión, de la vida
religiosa y de la colaboración con los laicos. En esta experiencia rica en
nuevas realizaciones e iniciativas apostólicas, se revela también el tesoro que
Jesús ha confiado a la Familia Cabriniana, a su carisma, “lo llevamos en un
jarrón de barro.”[2]
“Reconociendo la primacía de la gracia y en la certeza de que Dios está presente en la historia, la Familia Cabriniana confía con ilimitada esperanza en que el Reino de Dios continúa, incluso en medio de “un contexto social frecuentemente hostil”[3] en el cual urge el recurso de la ayuda de Dios, pero también de la fantasía creadora que sabe sacar de la dificultad nuevas energías para seguir haciendo crecer la identidad misionera, bebiendo en la fuente del carisma, releído y revivido en la fidelidad dinámica a Dios, a la Iglesia y a la humanidad.”[4]
En este Capítulo se tenía ya conciencia de
que los laicos estaban adquiriendo un sentido de pertenencia que se estaba
desarrollando en varios niveles.
[1] Cfr. Capítulo General 1996
[2] 2Cor 4,7
[3] Mensaje del Papa Juan Pablo II para la
apertura del Capítulo General 2002
[4] Cfr. Conclusiones Capitulares 2002
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