jueves, 16 de agosto de 2018

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 104



MI RETIRO EN MI CUMPLEAÑOS

Julio 1901 (Primera parte)
Bajo la protección de la Virgen del Carmen y de los Ángeles destinados a mi custodia, además de mi caro Maestro de vida interior San José y de mis dos Franciscos.
¡Oh María, mi dulcísima Madre!, vos sois el libro misterioso de mi predestinación, al comenzar un nuevo año de existencia, vengo a vuestros pies, me pongo en torno a Vos para conseguir todas las gracias necesarias y para servir mejor a mi Dilecto Jesús.
Vos sois bella y amable, ¡oh Madre mía dulcísima! … Os amo.
Vos sois sublime y gloriosa… Os alabo.
Vos sois benigna y misericordiosa… Os suplico con ilimitada confianza.
Vos sois mi querida Madre, mi dulce Maestra, mi precioso Modelo… Os obedeceré, os imitaré.
¡Oh María, mi dulce Madre!, yo espero grandes cosas de vuestro materno, amorosísimo Corazón; a Vos me consagro y en Vos plenamente confío, en Vos que me previnisteis con las gracias vuestras, me excitasteis a ser toda de Jesús desde los primeros albores de mi vida. ¡Oh, qué agradecida os estoy!... Yo quiero caminar siempre cubierta por vuestro manto, siempre bajo vuestros ojos, bajo vuestra valiosísima protección.




jueves, 9 de agosto de 2018

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 103


MI RETIRO ESPIRITUAL EN ARGENTINA
Marzo 1901 (Segunda parte)

Haz, ¡oh Jesús!, que yo corra tras inmensos mares, que desaparecen ante el profundo, admirable misterio de tu amor. ¡Oh Jesús, qué grande y admirable eres en tus obras de amor! Ya no son nada los esplendores del cielo ni las riquezas de la tierra. ¡Oh Jesús, oh Jesús!, ¿cómo eres Tú?...
Tú, ¡oh Jesús!, por los méritos de tu preciosísima Sangre, me has introducido, tras haberme creado, en tu Iglesia, y añadiendo gracia a la gracia, me has puesto en tu casa, como en un santuario, como en un ameno jardín, donde corren las aguas que suben hasta la vida eterna. ¡Oh inmensa y asombrosa bondad!... ¿Con qué moneda, ¡oh mi Jesús!, satisfaceré las inmensas deudas contraídas con tu eterno Amor?
¡Amor… con amor se paga!... Haré, diré, sufriré todo por amor y con verdadero espíritu de amor. No viviré más en mí, sino siempre oculta en Dios. Destruye, oh Jesús, todos mis defectos con el fuego ardiente del amor tuyo. Haz, ¡oh Jesús!, que en la muerte no tenga la tristeza y gran pena de haberte amado demasiado poco.
In odorem unguentorum tuorum, currimus.
Pax vobis – Manete in dielectione mea.
En mis acciones, palabras y padecimientos buscaré siempre la mayor gloria de Dios. La misma perfección a la que por obligación debo incesantemente aspirar procuraré con toda diligencia que esté siempre animada por el único y nobilísimo fin de la gloria de Dios.
Soy una pobre y miserable pecadora, pero si por la bondad de Dios divisase algún bien en mí, referiré todo a Dios, autor de todo don. Soy cenizas y polvo, soy tierra y sólo, bendecida por mi Dios en Él, con Él y por Él, puedo ser el campo místico de su gloria. Me conduce Él a su celda, me embriaga y me transforma, porque Él es mi Dilecto y ha tenido compasión de mi miseria. ¡Oh, mi Jesús!, dilata mi corazón, porque no es tal como yo querría por Ti.


Misericordias Domini in aeternum cantabo.


jueves, 2 de agosto de 2018

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 102


MI RETIRO ESPIRITUAL EN ARGENTINA
Marzo 1901 (Primera parte)

Mi especial y segura Patrona: La Virgen de Luján. San José… El Maestro.

Los Custodios: El Ángel mío y el especial del Instituto.

La guía será el silencio.
¡Oh, mi Dilecto! Tú que me has sostenido en mi peregrinación por esta Misión de tu Divino Corazón, y tanto me favoreces dándome la gracia tan señalada de darme de comulgar todos los días del viaje, muéstrame ahora también tu dilección acompañándome y sosteniéndome en este Santo retiro. Si Tú hablas, ¡oh Jesús Dilecto!, el alma mía no resistirá, porque Tú le has dado por tu misericordia la docilidad. Habla, ¡oh Señor!, que tu sierva te escucha y seguir quiere todos tus signos.
Tu voluntad, ¡oh Jesús adorado!, es mi paraíso; todos los tesoros de tu Divino Corazón. ¿Qué más puedo desear? En tu compañía, ¡oh Jesús caro!, no se turbará más mi corazón, no se asustará tampoco cuando esté cercado todo en torno suyo por formidables enemigos, dispuestos con su ciego furor a atormentarme y crucificarme.
Las horas humeantes y negras de la furiosa tormenta no servirán con la gracia más que a hacerme admirar tu Omnipotencia, tu Poder.

Tú me has dicho, ¡oh Jesús!, que ni un cabello se me caerá sin tu permiso y eso me basta. Conozco tu Divino Corazón; el amor tuyo, tierno y constante, lo he entrevisto: ¿qué temeré?

jueves, 26 de julio de 2018

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 101


MI RETIRO EN PARIS
Octubre 1900

Santos protectores. La Virgen Inmaculada, los Ángeles especiales y las Santas Ánimas del Purgatorio.

Venite ad me omnes qui laborati estis et ego reficiam vos.
La paz y la tranquilidad de los Ejercicios Espirituales es tan dulce y suave, que hace probar un Paraíso anticipado en la unión íntima con el Corazón Santísimo de Jesús.
El Evangelio de Jesucristo y el Evangelio de la Cruz. En ellos nos enseña Él, el modo de alcanzar nuestra salud espiritual, o sea, la santificación. La santidad en privarse de todo cuanto atrae a la naturaleza y en aceptar valerosamente lo que la crucifica. Crucificándonos así, en breve tiempo estaremos perfectamente curados de todas nuestras enfermedades espirituales. Quien huye de esta máxima no tiene el espíritu de Jesucristo. Quien, por el contrario, tiene el valor de seguirla con todo su vigor sanará ciertamente.
Privarnos, pues, de todo cuanto atrae a nuestra naturaleza, absolutamente y sin reservas.

Por medio de la Profesión Religiosa hemos puesto en la cruz al hombre viejo, clavándolo con los clavos de los Santos Votos; pero eso no basta si no deseamos darle definitivamente la muerte. La santidad la tendremos sólo cuando el hombre viejo quede destruido, porque entonces sólo seremos libres de vivir una vida verdaderamente sobrenatural.

jueves, 19 de julio de 2018

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 100


EL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS
1899 (Última parte)

1. No ignoramos la sublimidad, el poder de la vida de dependencia de Dios, la vida de silencio y de ocultamiento, que conducen el alma amante a gran perfección.
2. El ocultamiento procura alegrías que la pluma no puede describir.
3.  Le conduciré a la soledad y allí le hablaré al corazón. ¡Oh, mi Dilecto, qué bien se está Contigo! El mundo da enojo y pena; Tú eres un dulce paraíso y toda pena se convierte en alegría, perla preciosa que forma el collar y la diadema de tu esposa.
4. Si los mundanos conocieran el tesoro que nosotros tenemos en Jesucristo, no nos dejarían más en paz, porque correrían al Convento y a la fuerza querrían someterse a nuestro modo de vida para poder gozar de la verdadera libertad de los hijos de Dios.
5. La verdadera libertad consiste en liberarnos de todas nuestras pasiones y en no dejarnos jamás dominar por las mismas.

6.  El diablo ríe si nosotros caemos; ¡oh, no hagamos nunca un oprobio a Jesús, haciendo reír por nuestra causa al diablo, su enemigo!


jueves, 12 de julio de 2018

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 99


EL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS
1899 (Sexta parte)

1.  La víctima grata a Dios no es quejica; no se lamenta jamás; tiene sed de padecer, no dice jamás ¡basta!
2.  Las penas del cuerpo, las del espíritu, los trabajos, los deberes de la Comunidad, las contradicciones, las villanías. las asperezas, todo es poco, todo recibe la verdadera víctima con gran generosidad e ilimitada confianza en Dios.
3.  La víctima es humilde, tiende a la muerte, a la destrucción de si y va y sigue hasta la consumación del sacrificio.
4.  La esencia de la santidad consiste en reconocer la soberanía de Dios sobre nosotros y en someternos a Él en todo y por todas partes, con plena adhesión de voluntad, plazca o no plazca a nuestra miserable humanidad, cuando Él lo dispone.
5.  Saber sufrir sin deplorar la falta de los consuelos humanos, en silencio, en paz, es cosa que, a primera vista, parece muy difícil, pero, sin embargo, es meta a la que debe llegar el alma amante consagrada a Dios.
6.  Consideramos las aflicciones como un ángel custodio, como una sombra benéfica, que impide al sol ardiente de las cosas terrenas agostar el campo de nuestra vida de perfección, que estamos obligadas a tener siempre regado con el celestial rocío del cielo, y a cultivarlo siempre con amor grande y gran humildad.
7.  No hagamos caso de nuestras inclinaciones; el alma es noble, y por eso no debe escuchar al cuerpo, que es vil.

El buen Jesús nos ha trazado el camino estrecho, pero seguro, que conduce el alma amante a gran perfección.


jueves, 5 de julio de 2018

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 98



EL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS
1899 (Quinta parte)

El, mi Dios, da el ser a mi ser, casi una creación continua. Conserva libre el aliento a mi pecho y me da voz sonora y robusta en cuerpo grácil, para que pueda cumplir mi deber de Misionera, publicando la gloria de su amabilísimo Corazón, tan misericordioso. santo y justo.
Los más excelentes y admirables espíritus no son más que sombras en tu parangón, pero tu bondad es tan grande que con tu inmenso amor en ellos pones tus complacencias. ¡Oh Jesús, cuánto te amo y cuánto más deseo amarte! …
1.    Mantengámonos cerca de Jesús, porque perdido Jesús, perdemos todo.
2.   Cuando se retira Jesús, que es el sol de nuestras almas, no hay vegetación de progreso espiritual, sino que se hace invierno y todo es muerte.
3.   Busquemos a Jesús, que si lo encontramos, hallamos el sol, la vida, el cielo, y sepamos luego tenerlo prisionero, muy cerca, muy cerca, haciéndonos a nosotros prisioneros suyos, con el amor y el recogimiento perfectos. ¡Unión suavísima!
4.  No importa hacer cosas grandes y luminosas, sino que todo consiste en hacer bien lo que quiere Jesús de nosotros, y en la forma en que lo quiere y con las circunstancias que Él quiere.
5. La corona que se otorga a los santos la hacemos nosotras, si somos generosas y llevamos una vida observante, de verdaderas religiosas Misioneras del Divino Corazón, y faltan tal vez pocas flores, y acaso son las últimas que volvemos a poner. ¡Adelante! ¡Hagamos que, al menos, sean bellas, frescas y olorosas!