jueves, 12 de septiembre de 2019

Hacia el XVI Capítulo General de las MSC



Todo el material que compartimos en el blog es muy bueno e interesante, sin embargo, en esta oportunidad, queremos recomendarles especialmente la lectura del capítulo 2 del libro de la Hna. María Barbagallo, "Liberaos y alzad el vuelo", que iremos subiendo los jueves a partir de hoy.

El motivo de esta recomendación especial, es que, justamente, esa frase de Madre Cabrini, fue la elegida, en la Reunión Inter Capitular en Addis Abeba en febrero de 2019, como tema del próximo Capítulo General de las MSC, a celebrarse en Roma en mayo de 2020.

Leer y reflexionar este texto, será una excelente forma de ir preparándonos para este evento tan importante para el Instituto de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús.


Debajo encontrarán la carta de la Superiora General, Hna. Bárbara Staley, anunciando la apertura oficial del tiempo preparatorio al XVI Capítulo General y la oración correspondiente.


jueves, 5 de septiembre de 2019

"Levantar un templo en el propio corazón" (8va y última Parte)








Hna. María Barbagallo, Liberaos y alzad el vuelo
Codogno 2018



Capítulo 1:
“Levantar un templo en el propio corazón”
El camino de la interioridad




***

En esta mística de la interioridad parece situarse la esperanza de San Pablo: “doblo las rodillas ante el Padre... para que os conceda ser robustecidos por medio de su Espíritu en vuestra persona interior; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; de modo que así, con todos los santos, logréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios” (Ef 3,14-19). Madre Cabrini interpreta así este pasaje:

“Echémonos en las llamas del Corazón Santísimo de Jesús y dejemos que ese Santo fuego penetre hasta lo más íntimo de nuestra médula, de nuestro espíritu, para que destruya, purifique, renueve, santifique todos nuestros pensamientos, afectos, sentimientos, intenciones y deseos. Y ¿qué tendremos que temer si el Corazón Santísimo de Jesús nos protege? ¿qué no podremos esperar confiando en el Corazón de tan piadoso y poderoso abogado? Fijemos siempre la mirada en la herida del Corazón Santísimo de Jesús y allí leeremos con letras de sangre, la amplitud y profundidad del amor que Él nos tiene y nos sentiremos, siempre y en todas partes, animadas a esperar todo de su infinita bondad”[1].

En el recorrido espiritual indicado y sobretodo vivido por S. F. Cabrini, hay también una pedagogía concreta experimentada por ella, no sólo como maestra de escuela y del espíritu, sino también como fundadora de una congregación religiosa, porque ha sido formadora de centenares de Religiosas a las cuales pedía la práctica cristiana enraizada en el Evangelio. Sin embargo, es más una práctica basada en el discernimiento de los espíritus y en el respeto a las personas concretas, indicándoles el camino de la sencillez y de la fe sin apariencias místicas, ni compensaciones de ningún tipo:

“El servicio de Dios sin consuelos es más seguro que el abundar en dulzuras y apoyos naturales, porque es más fácil que obre la naturaleza que no el espíritu”[2].

Pero tal vez es en esta seriedad y transparencia, en esta línea de conducta cristiana, donde está la dificultad. A este propósito dice Giuseppe de Luca: “... no toleraba ningún compromiso con ese otro mundo, secreto pero vivísimo, que está en nosotras y, a veces, nos seduce más que el mundo exterior. Fuera las lentas ensoñaciones, fuera las tristezas profundas, fuera las satisfacciones sentimentales, mucho más graves y peligrosas que las complacencias sensibles. Fuera las nostalgias, fuera los retornos sobre sí mismo, fuera el encierro en sí mismo. Fuera finalmente, en la oración y en la mortificación, esas mórbidas ternuras que nos hacen tan amables a nosotras mismas, tan dignas de admiración y de devoción solemne”[3].

En efecto, Madre Cabrini dice que:

“Para elevar un templo en el propio corazón y unirse con Cristo en Dios es necesario imponer silencio a todos los enemigos, es decir, a las propias pasiones, y ponerlos a todos bajo los pies en una victoria decisiva… Porque está escrito que Dios no puede habitar en un corazón esclavo de las pasiones”[4].

A través de la evaluación sincera de sí mismo y de los acontecimientos que afectan a nuestras vidas, en la tensión constante de apertura a Dios y a los demás, la persona cristiana puede entrar en la crisis más dolorosa sin perder nunca la esperanza de que todo, también aquello que no se comprende, tiene un sentido y conduce a un bien que nosotros no siempre percibimos. Pero el camino hacia la interioridad es también un don que se nos da junto a la gracia y que lleva consigo el regalo más grande: Dios mismo.



[1] Cfr. Entre una y otra ola, pág. 227
[2] Cfr. Pensamientos y Propósitos, pág. 85
[3] Don G. De Luca, M. Cabrini, la Santa degli Emigranti, Ed. Di Storia e Letteratura, Roma 2000, pág. 90
[4] Cfr. Pensamientos y Propósitos, pág 222

El capítulo completo lo encuentran en la carpeta "Material" o haciendo clic aquí.





jueves, 29 de agosto de 2019

"Levantar un templo en el propio corazón" (7ma Parte)








Hna. María Barbagallo, Levantaos y alzad el vuelo
Codogno 2018



Capítulo 1:
“Levantar un templo en el propio corazón”
El camino de la interioridad




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Al “descanso” va unido el sentido de reposo que ayuda a servir mejor a Dios y que corresponde a lo que dice Jesús en el Evangelio: “Venid a mí, todos vosotros, cuando estéis cansados y agobiados y yo os aliviaré” (Mt 11,28).

“Si yo me ocupo sólo de las cosas externas, por buenas y santas que sean, seré débil y enfermiza, con riesgo de perderme si me falta el sueño de la oración y si no intento descansar y dormir tranquilamente en el Corazón de mi amado Jesús”[1].

Y está unido también a la recuperación de energía para seguir luchando.

“Confiad mucho en Dios, meteos en el Corazón Santísimo de Jesús y allí reposad tranquilas vuestro espíritu mientras os ocupáis de los intereses y veréis como todo acabará bien”[2].

En la interioridad está también el secreto que logra el equilibrio entre el ser y el hacer, entre el programar y el actuar, entre el decir y el escuchar, unificando, una vez más, toda la existencia en un movimiento veloz pero lejos de la ansiedad y de la agitación que destruye:

“Tú piensa en Jesús y Jesús pensará en ti, después haz todo con calma, calidez, entusiasmo y valor, pero siempre tranquila y serena”[3].

Se trata de un camino de fe que supone también un camino de madurez humana, una cierta capacidad de introspección, o sea, una habilidad en el comprenderse a sí mismo y a los demás a la luz de la reflexión, del sentido común, de la discreción que poco a poco se convierte en sabiduría según la plegaria de Salomón: “porque el más perfecto entre los hombres, sin tu sabiduría, sería estimado en nada” (Sab 9,6). La madurez dispone a la persona a la trascendencia, hasta el punto de poder abrir libremente la puerta del propio corazón para acoger el Reino de Dios. Por tanto, la luz es la experiencia del discernimiento de la cual viene dotada la persona por la gracia del Espíritu Santo. De hecho, en el Espíritu se puede aprender a vivir según los criterios de Dios y con las actitudes habituales que revelan los frutos del Espíritu: “amor, alegría, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí” (Gal 5,22), mientras el vivir en la superficie de sí mismo, presa de sus emociones, fragmentada internamente, confiando a la precariedad del momento las propias reacciones, hiere tanto a la persona que la hace inadecuada para cualquier responsabilidad. Porque es el Espíritu Santo el que…

“… dirige nuestro espíritu y nos ilumina en el camino recto”[4].

También, porque:

“… cuando nosotras empezamos a conocernos a nosotras mismas es una gracia tan grande que no podremos nunca agradecérselo bastante al buen Jesús, siendo aquella un rayo de su Divino Corazón…”[5]

***



[1] Cfr. Pensamientos y Propósitos, pág. 162
[2] Cfr. Epistolario, Vol. 2°, Lett. n. 663
[3] Cfr. Epistolario, Vol. 3°, Lett. n. 800
[4] Cfr. Pensamientos y Propósitos, pág. 77
[5] Cfr. Epistolario, Vol. 2º, Lett. n. 597


El capítulo completo lo encuentran en la carpeta "Material" o haciendo clic aquí.






jueves, 22 de agosto de 2019

"Levantar un templo en el propio corazón" (6ta Parte)








Hna. María Barbagallo, Levantaos y alzad el vuelo
Codogno 2018



Capítulo 1:
“Levantar un templo en el propio corazón”
El camino de la interioridad




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También el aspecto del "descanso en Dios" es parte de la experiencia íntima de Dios en la que tomar un descanso de la inquietud de la existencia, de las dificultades y de la fatiga física y mental:

“Mi amado Jesús, atrayéndome con la mayor ternura para descansar en su Divino Corazón como una peregrina suya, cansada de un largo viaje, me hizo conocer en vivos colores todos los beneficios que recibimos”[1].

Con Jesús también los miedos y las adversidades son más suaves:

“Adelante con valor, hijas, sabed ganaros la dulce mirada de Jesús que, una vez dentro de vosotras, no tenéis nada que temer. Sople el viento con fuerza o se desencadene la tempestad, nosotras estamos a buen seguro refugiadas en el Arca Santa del Corazón de Jesús, en el Corazón de nuestro Esposo. Encerradas en este Horno de amor, todo nos será más fácil y dulce: la exacta observancia, las tareas más gratas, el poder trabajar y sacrificarse por el bien del Divino Corazón, el deseo más ardiente de nuestra alma. Dejad todo lo que sabe a vosotras mismas y a estas cosas de aquí abajo, arriba vuestros corazones…”[2]

Y hablando de la nueva fundación en Buenos Aires en 1896, después de haber visitado más de 60 casas para encontrar una que sirviera a sus propósitos, verdaderamente cansada, encuentra en Dios su descanso.

“El Sagrado Corazón, ¡qué bueno, querido y amable es! Una sola mirada, una sola palabra suya grabada en el fondo del alma, basta para reanimar y tranquilizar: Él es una dulcísima medicina, Él es la fuente inagotable de todo bien, por lo que es conveniente que nosotras nos perdamos en Él con inmensa confianza; Él es un abismo de amor, donde está nuestro aposento, nuestro descanso, donde podemos estar seguras en cualquier circunstancia crítica; Él es un tesoro escondido e infinito que busca siempre manifestarse en nosotras, difundirse y distribuirse para enriquecer nuestra pobreza; él es nuestro verdadero oratorio de paz y de alegría, lo único necesario para nuestro corazón, nuestro todo en todas las cosas”[3].

Y vuelve con la imagen del “santuario interior” como un motivo dominante en el que encontrar descanso:

“En el santuario del Corazón amante de mi Amado pondré esta noche todo cuanto he realizado por su amor, pidiendo humildemente perdón por mis faltas y descansando luego tranquila en Él; no pensaré más que en servirle mejor mañana y en seguir sus inspiraciones”[4].

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[1] Cfr. Pensamientos y Propósitos, pág. 120
[2] Cfr. Epistolario, Vol. 5°, Lett. n. 2043
[3] Cfr. Entre una y otra ola, pág. 346
[4] Cfr. Pensamientos y Propósitos, pág. 126-127

El capítulo completo lo encuentran en la carpeta "Material" o haciendo clic aquí.





jueves, 15 de agosto de 2019

Fiesta de la Asunción de María


María, la mujer liberada…





María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura. Ella es la servidora del Señor que se estremece en la alabanza. Ella es la amiga siempre atenta para que no falte el vino en nuestras vidas. Ella es la del corazón abierto por la espada, que comprende todas las penas. Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia. Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios.
Cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño [Papa Francisco, “La alegría del Evangelio”, 286 y 288].




Pidámosle que con su oración maternal nos ayude a liberarnos y a desplegar nuestras alas.


Fiesta de la Asunción de la Virgen María
15 de agosto de 2019



"Levantar un templo en el propio corazón" (5ta Parte)








Hna. María Barbagallo, Levantaos y alzad el vuelo
Codogno 2018



Capítulo 1:
“Levantar un templo en el propio corazón”
El camino de la interioridad





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En la enseñanza de Madre Cabrini es recurrente el tema de la "luz interior":

"El alma, delante de este Sol divino está en un continuo éxtasis de amor: sí, vive en el mundo, y por necesidad trata con el mundo para la gloria de Dios y la salud de las almas buscando siempre nuevos medios; pero su vida está encerrada y perfectamente sepultada en el Corazón de Jesús. El Corazón de Jesús es para un alma fiel a su consagración, como un sol fijo que, con sus rayos divinos, la ilumina por senderos de justicia y santidad y, aunque es uno en sí mismo, se multiplica en sus efectos y en sus comunicaciones, obrando siempre con suavidad y firmeza. A veces, ilumina tan admirablemente la inteligencia, que la pluma no sabe escribir lo que la mente ve. Este amante divino se hace como preceptor del alma amante y fiel y la guía siempre en todos sus pasos, consolándola con su luz hermosa, suave, amable y saludable"[1].

En el contexto experiencial cabriniano, la luz interior provoca ese "despertar del corazón" del que habla hoy la teología mística[2], o sea, una nueva capacidad de ver a Dios en todas las cosas:

"Sol de justicia, que os complacéis al visitar nuestro jardín, ilumina e inflama nuestra alma de tal manera que sus pasos sean como la luz de la mañana que camina y crece hasta el día perfecto"[3].

Y verlo, ya sea en la naturaleza, en el cosmos o en la historia. Esto sucede en "una súbita tomo de conciencia de la unidad de todas las cosas"[4], vivida por Madre Cabrini en su capacidad de conciliar el estrés de sus viajes y de los negocios en los que se tenía que sumergir con la alegría de sentir la presencia de Dios en su vida. En ella tenemos un ejemplo de cómo vivir la contemplación en la calle gracias a aquel camino de interiorización de todas las experiencias teniendo como punto de unión a Jesús, el hijo de Dios, que con su encarnación ha hecho posible poder vivir el cielo en la tierra.
Durante uno de sus viajes, sintiendo la amenaza de la impaciencia que anidaba en su corazón y en el de sus compañeras, dice:

"Nosotras hubiéramos querido correr a la misión; pero si nuestro buen Dios quiere que disfrutemos como señores de un par de días de recreación, gocémoslo en santa paz y hagamos que este descanso y este deleitarse de aire puro (se encuentra en medio del océano) y de vistas encantadoras, sirva para restaurarnos, para mejor servirle y para glorificar cada vez más su paternal bondad"[5].

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[1] Cfr. Entre una y otra ola, pág. 284-285
[2] Cfr. W. Johnston, Teología mística, ed. Appunti di viaggio, Roma, 2001, pág. 224ss.
[3] Cfr. La Stella del Mattino, pág. 58
[4] Cfr. La Stella del Mattino, pág. 225
[5] Cfr. Entre una y otra ola, pág. 114

El capítulo completo lo encuentran en la carpeta "Material" o haciendo clic aquí.





jueves, 8 de agosto de 2019

"Levantar un templo en el propio corazón" (4ta Parte)







Hna. María Barbagallo, Levantaos y alzad el vuelo

Codogno 2018



Capítulo 1:
“Levantar un templo en el propio corazón”
El camino de la interioridad




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También para Madre Cabrini la presencia de Dios en nosotros "es el sublime conocimiento de Jesucristo, nuestro Señor" (cfr. Flp 3,8a).
Por lo tanto, la experiencia de Dios acontece en la interioridad y garantiza la fecundidad apostólica porque Dios mismo establece su morada en nosotros, como el mismo Jesús ha prometido: "quien permanece en mí y yo en él, da mucho fruto" (Jn 15,5) y como se lee en el Apocalipsis: "Estoy a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y me abre la puerta, yo vendré a él, cenará con él y él conmigo" (Ap 4,20).
La relación misteriosa pero real que se establece entre Dios y la persona interior, es fuente de profunda alegría que supera cualquier otra alegría, pero es algo tan personal que sólo Dios puede penetrar en ella. Y además es el fruto de aquel amor "vertido en el corazón por el Espíritu Santo" (Rm 5,5) que produce frutos de amor, de piedad, de obras apostólicas. Sin embargo, permanece aquella profunda nostalgia de Dios cuando no se logra mantener vivo este "santuario interior" que se convirtió en un hábito:

"Sí, mi querido Jesús, quiero encerrarme totalmente en tu Corazón como en un castillo; haré todas mis cosas exteriores porque es mi deber, pero no me dejaré absorber nunca por ninguna de ellas dejando perder ese dulce pensamiento fijo que continuamente quiero tener en ti, en tu santa unión que forma mi paraíso en el destierro que me dejáis"[1].

El "encierro" al que alude Santa F. Cabrini, es también llamado "dulcísimo foramen"[2], en el cual el alma permanece escondida escuchando las enseñanzas con las cuales el Maestro interior educa directamente. Y aquí emerge el aspecto de la luz, común en toda la teología mística.
El estar recogidas en este "encierro" permite no "desviarse" del camino emprendido y establecer la justa separación entre lo que es transitorio y lo que es eterno.
Escribe a una religiosa:

"Te mando el modelo para no desviarte del camino de la perfección. Pon la memoria de esta imagen en el santuario de tu corazón, ama la vida interior que florece en el hablar poco, rezar mucho, sufrir bastante. Todo es breve, pero lo que viene después, dura eternamente. El Santísimo nombre de Jesús con la fuerza de su potencia te dé abundantemente todo cuanto anteriormente te he dicho y te lo haga gustar derramando en tu alma como un aceite suave, todas las virtudes propias de la verdadera Religiosa, de la perfecta esposa de Jesucristo. En la mística de la Cruz está también María que quiere ayudarte y protegerte, confíate a ella y todo será realmente suave como el aceite"[3].

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[1] Cfr. Pensamientos y Propósitos, pág. 88
[2] Cfr. Pensamientos y Propósitos, pág. 73
[3] Cfr. Epistolario, Vol. 2°, Lett. n. 619


El capítulo completo lo encuentran en la carpeta "Material" o haciendo clic aquí.