lunes, 24 de julio de 2017

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 54



NOVENA DE LA ASUNCIÓN
(Parte 4 de 5)

Una pobre harapienta no querría ponerse un vestido regio porque se avergonzaría; así, el alma verdaderamente humilde esconde los dones preciosos de la gracia; los reconoce para agradecerlos, pero se siente indigna de ellos y aprovecha la ocasión para humillarse más, y en la humildad cobra nuevo ánimo para ser cada vez más fiel a su Amado, que tanto la regala. Yo soy toda de Jesús, y Jesús es todo mío; es más, yo soy Jesús, porque Jesús es todo mío. El donante vale más que todos sus dones. Oh mi Jesús amado, cuántas bellas cosas sabe hacer este tu Corazón divino… Yo te amo, te amo, te amo mucho. Pero estoy llena de defectos; y entonces, ¿qué puedo hacer? No me turbaré, sino que me humillaré profundamente, amando luego de nuevo fuertemente a mi Dios, porque la turbación, la inquietud, la ansiedad nos alejan del misericordioso Jesús. Él se siente herido en lo más íntimo de su Corazón porque es una ofensa a su amor, a su bondad gratuita.

La potencia de Dios se manifiesta de ordinario en los corazones humildes y pobres de espíritu, y Él se sirve generalmente de los sujetos más débiles para confundir a los sabios engreídos y a los fuertes que confían en su fortaleza.

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