lunes, 13 de noviembre de 2017

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 70


MI RETIRO EN LOS SANTOS EJERCICIOS

5 de agosto de 1894 (Parte 2 de 4)

He sido creada por Dios y debo vivir para Dios, con Dios y únicamente para su gloria. ¿Cómo glorificaré a Dios? Dependiendo totalmente de su voluntad. ¿Cuál es la consecuencia? Una perfecta indiferencia en todo lo que Dios permita en mí y alrededor de mí. Trataré de mantenerme en perfecto equilibrio de espíritu, no inclinándome más a una parte que a otra; alabaré siempre a Dios por aquello que permite, sin quejarme nunca de nada, pues todo lo que Dios permite hace sólo por mi bien y para su gloria. Tendré, pues, siempre el semblante alegre, no permitiendo que entre en mí la tristeza por ningún acontecimiento, alegrándome de que Dios esté contento y no mi propio yo. El yo debe aniquilarse.
El pecado es una monstruosidad tan grande porque es la criatura que se rebela contra su Dios Creador; antes la muerte que cometer una imperfección deliberada.
En el corazón donde entra un perfecto amor de Dios no entrará nunca el pecado. Es imposible amar a Dios y pecar y disgustarle así ante sus ojos amorosísimos y purísimos. Oh Jesús mío, qué bueno y amable eres. Ayúdame, por favor, a no ofenderte nunca, nunca, ni por algún bien ni por algún mal. Tú eres tan bueno conmigo y nunca me abandonas; Tú estás todo en mí, pero, oh Jesús mío, has que yo corresponda con fidelidad a tu gracia y que acabe ya de ser tan imperfecta en tu divino servicio. Jesús, Jesús, te amo y cada vez te quiero más. Quiero consumirme por Ti, quiero morir contigo. Nada más me separará de Ti, ni la persecución ni la privación de ninguna cosa, nada en absoluto con tal que Tú, Jesús mío, me sostengas con el dedo de tu omnipotencia.

No debemos extrañarnos de nuestros defectos, que la extrañeza viene del orgullo. Debo humillarme y pensar que soy como ventana por donde entra la luz para conocerme a mí misma. La humildad es denominada fundamento de toda perfección; y ¿qué sirve mejor que nuestros defectos para conocernos a nosotros mismos y humillarnos? Es más grata delante de Dios un alma defectuosa, pero humilde, que no un alma inocente y severa consigo misma, pero llena de sí misma y confiando en sus propias fuerzas y en sus prácticas y austeridades. El Corazón de Jesús se complace en un corazón contrito y humillado. Cor contritum, Deus, non despicies. Cor humiliatum, Deus, non despicies.




No hay comentarios:

Publicar un comentario