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jueves, 17 de septiembre de 2020

María Santísima "Madre y Maestra" (7ma parte)

  

Hna. María Barbagallo, Liberaos y alzad el vuelo
Codogno 2018





Capítulo 7:

María Santísima “Madre y Maestra”:
Una escuela de feminidad




Esta ética basada en las relaciones correctas con los demás y con uno mismo, había sido experimentada por Madre Cabrini en la larga purificación de su carácter y de su voluntad antes de ser Fundadora libre y autónoma; cuando todas las puertas le parecían cerradas y su único ideal era: hacer lo que era más agradable a Dios. Sin embargo había madurado también en la conciencia de las dificultades que comporta vivir en grupo, teniendo que equilibrar la relación interpersonal con sus defectos naturales. A menudo en sus exhortaciones solía decir que “la educación es media santidad”, pero no una educación basada exclusivamente en las formas o en la vida tranquila, sino basada en la virtud de la caridad que implica a su vez humildad, tolerancia, amabilidad, aceptación de la diversidad y capacidad de trascender todo en el único ideal del Reino de Dios que debe construirse antes que nada dentro de sí mismo y entre los hermanos y hermanas más cercanos. La caridad se vive día a día, momento a momento, en la tensión de la relación diaria, aceptando sin sucumbir el estrés del desafío del dominio de sí mismo, alimentada por la pasión por la “paz”, virtud que Madre Cabrini recomienda insistentemente y que se convierte en un verdadero camino de santidad porque el bien común, la verdad, la justicia, además de regular las relaciones entre las personas, las maduran de un modo excelente y las hacen abiertas al heroísmo. Así recomienda a una Religiosa con responsabilidad en formación:

“La virtud, si es verdadera virtud, se conoce en las ocasiones, gracias al Esposo divino que te pone un poco a prueba y no te deja caer si darte un mérito, cuando te muestras humilde, dulce, complaciente y alegre. Procura que los mismos sentimientos los tengan las Hermanas y haz que nunca nadie critique o murmure ni de la Superiora ni de ninguna Hermana, haciéndolo así, la paz vendrá de forma natural. Quien es virtuosa posee la paz y poseyéndola verdaderamente nadie se la hará perder… Más bien sabrá encontrar la forma de dar la paz, aún a quien no la quiere. Yo quisiera de ti que fueras una de estas almas, trabaja para llegar a conseguirlo… Cuando el fuego del amor de Dios está encendido en nuestro corazón, no es difícil tener mucha caridad; procura pues encender este fuego en ti y en las otras…”[1]

Pero el camino de crecimiento cristiano está siempre basado en la humildad, una virtud que Madre Cabrini no se cansará nunca de recomendar:

“La humildad es también el fundamento sólido y duradero de todas las demás virtudes. Como el orgullo es el principio de todos los vicios, así la humildad es la raíz de toda virtud; ella la siembra en nuestras almas, la cultiva y la conserva; ella es la madre, la nodriza, el engarce, el áncora, el apoyo y el vínculo de todas las virtudes.”[2]



[1] Cfr. Epistolario, Vol 4°, Lett. n. 1146

[2] Cfr. Pensamientos y Propósitos, pág. 223



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