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viernes, 2 de abril de 2021

Viernes Santo

 


Textos


“Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único... Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.” (Jn 3,16-17)

 

“Padre… que no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (Lc 22,42)

 

“… se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.” (Flp 2,8)

 

“Ustedes saben que fueron redimidos... con la sangre preciosa de Cristo.” (1Pe 1,18-19)

 

“Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.” (Celebración del viernes santo)



Reflexión


Son todos textos claves de la fe cristiana…

La pregunta es: ¿nos hemos dado cuenta de que son metáforas?

Porque si no, podrían llevarnos a pensar (y creer) que la voluntad de Dios

es que su hijo muera en una cruz, asfixiado y chorreando sangre,

que en realidad Jesús no “quería”, pero terminó obedeciendo

y que, por lo tanto, la redención nos llega por su muerte, su sangre y por la cruz…


 

¿Qué sería la voluntad de Dios?

Creo que la voluntad de Dios es el “bien de todo” (otra metáfora),

me refiero a la realización, a la plenitud de todos y de cada cosa, de todo lo creado.

¿Y cómo se concreta esto?

En el caso de nuestros hermanos que no pueden elegir (minerales, vegetales, animales…),

ellos no tienen problema, les basta con “ser lo que son”…

En nuestro caso, se concreta con el compromiso con los valores del Reino:

justicia, paz, verdad, cuidado… o sea, amando, que es nuestro modo de “ser lo que somos”…

Lo que Dios quería de Jesús (su voluntad) es lo mismo que quiere de cada uno de nosotros.

Fue justamente el compromiso hasta el extremo con esos valores

lo que lo llevó a Jesús a terminar como terminó y no por voluntad de Dios,

sino por “voluntad” de los poderes de turno (religioso, político, económico…)

Por eso es que no me agrada tanto la metáfora de la “obediencia a la voluntad del padre”.

No creo que sea la mejor para describir el caso de Jesús.

Además, necesita de demasiada aclaración...

(la obediencia puede ser: ciega, servil, “debida”, por temor, por conveniencia…)

Jesús, más que obedecer, identificó su propia voluntad con la de Dios, la hizo suya…

su motor no fue la obediencia sino su convencimiento y compromiso con el anuncio del Reino.

 

¿Y qué es lo que “salva”? ¿la muerte? ¿la sangre? ¿la cruz (un elemento de tortura/muerte)?

¡Claro que no! Lo único que salva es el amor…

En todo caso, la muerte en cruz, la sangre derramada, son los signos de la magnitud de ese amor.

Y ese amor salvador fue el que lo hizo trascender (resurrección, ascensión… –otras metáforas−);

el mismo amor que, ahora, nos puede estar haciendo trascender a todos (cada uno sabrá...)


Pablo Cicutti






 


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