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jueves, 20 de mayo de 2021

Hna. Virginia - Episodio 3: Entre dos mundos (4ta parte)

 

Tal vez sin saberlo, su misión tenía dos puntas: Villa Amelia, con la vida cotidiana de los marginados, hambrientos y desamparados, y por otro, la Comunidad. En el caso de la Comunidad, no por desidia de las hermanas, pero la realidad de un Colegio de clase media alta en los primeros tiempos, y una vez jubilada, Regina Coeli, casa de ancianas dedicadas a la oración, no permitía ver siempre con claridad y tan en directo lo que pasaba en otros ámbitos. Si bien las hermanas, sobre todo las ancianas, tejían y acondicionaban ropa que llegaba como donación para la misión, no alcanzaban a dimensionar la crudeza con la que la Hermana Virginia se encontraba a diario.

Tampoco llegaban a comprender totalmente que partiera, en pleno invierno, sin que el día hubiera clareado aún, casi sin abrigo y en alpargatas. Nunca un saco grueso arriba del hábito. Solamente la camisa. Las bolsas cargadas con pan o algo de comida y fruta del día anterior de la que ella misma se privaba para repartirlo al día siguiente; sus cosas acumuladas durante la semana para ponerlas en condiciones y llevarlas a la escuela para que sus chicos le dieran uso. Era muy común verla en las horas de recreo comunitario los fines de semana, ayudada por otras hermanas, restaurar restos de cuadernos, sacarle punta a lápices comunes y de colores, poner en condiciones tapas de carpetas y recuperar hojas para usar, aunque sea en el reverso. Nada se desperdiciaba. Ella misma se privaba de usar hojas o libretas como las demás hermanas para escribir sus propósitos. Usaba lo que encontraba a punto de ser desechado y allí escribía.

Aquí, la prueba más que clara de la austeridad que Virginia se imponía a sí misma para darle a los suyos lo que estaba en mejores condiciones…




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