El Papa propuso consagrar este año a San José
por cumplirse 150 años desde que se lo declaró patrono de la iglesia (Pío IX el
8/12/1870).
La Hna. Stella Maris, hace poco, nos
recordaba la devoción de Madre Cabrini por él, en la reflexión que compartió en
el último boletín cabriniano…
Por su parte, Francisco, en su carta
apostólica “Con corazón de padre”, va recorriendo una a una las pocas
referencias que aparecen en el evangelio en relación a José y hace una linda
reflexión personal. En un momento dice:
“Deseo imaginar que Jesús tomó de las actitudes de José el ejemplo para
la parábola del padre misericordioso”
A mí también me gusta pensar eso… para que Jesús haya hablado de Dios como padre, como lo hizo, algo debe haber influido su propia experiencia, la imagen que habrá recibido de José...
Para no repetir lo que ustedes mismos pueden leer, quiero tomar una palabra del evangelio de Mateo que él no desarrolla específicamente en su carta.
Una aclaración previa… sabemos muy poco de José, casi nada, por lo tanto, cualquier cosa que digamos de él sería temeraria, porque es incomprobable. Por eso es que prefiero tomarlo, más bien, como símbolo, como metáfora… Habiendo hecho esta aclaración, ahora sí vamos al texto:
“José, su esposo,
que era un hombre justo
y no quería
denunciarla públicamente,
resolvió abandonarla en secreto” (Mt 1,19)
En primer lugar, José aparece como alguien
que queda totalmente desconcertado por la realidad. Su prometida está
embarazada… Salvando las distancias, ¿no nos pasó algo parecido con la
pandemia?
Y tiene una primera reacción: como es un
“hombre justo” decide abandonarla, pero en secreto (si no, hubiese sido
apedreada).
El texto continúa diciendo:
“Mientras pensaba
en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:
«José, hijo de David,
no temas recibir a María, tu esposa,
porque lo que ha sido
engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
Ella dará a luz un
hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús,
porque él salvará a
su Pueblo de todos sus pecados»
…
Al despertar, José
hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado:
llevó a María a su
casa, y sin que hubieran hecho vida en común,
ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús” (Mt 1,20-21.24-25)
Interpreto esta aparición del ángel como un
símbolo de lo que nos puede ocurrir a todos y muy frecuentemente. Cuando la
realidad nos desconcierta, solemos tener una primera reacción y luego,
empezamos a hacer como un trabajo de discernimiento -muchos de nosotros ese
trabajo lo hacemos en el ámbito de la oración-, ampliamos la mirada, empezamos
a ver con más claridad, retomamos la calma (no temas…), revisamos esa
reacción primera y más de una vez la modificamos…
Algo de esto le debe haber pasado a José que terminó haciendo lo que ya todos sabemos, puso el cuerpo… ya había empezado a poner la cabeza, ahora puso el corazón, las manos y comprometió su vida entera…
Pero quiero volver a lo del “hombre justo”.
Si no me equivoco es la única vez que se dice algo de él mismo, en particular
(aparte de que era carpintero).
¿Qué quiso decir Mateo con esta descripción?
No tengo la menor idea… pero lo que sí sé, es que la palabra justicia en su
evangelio tiene un protagonismo muy especial. Aparece varias veces y en textos
fundamentales (sólo por poner un ejemplo: en las bienaventuranzas -un texto
programático del evangelio- aparece dos veces).
La justicia para Mateo es algo así como la
“acomodación a la voluntad de Dios”...
¿Y qué es la voluntad de Dios? A veces
tenemos una idea un poco mágica o determinista de su voluntad, como si fuera un
plan preciso que él ya tiene preparado para cada uno y que a nosotros sólo nos
queda descubrirlo…
Sinceramente, no me parece que sea así. Creo
que la voluntad de Dios es “el bien de todo”, eso es lo que creo que él quiere.
El bien de cada uno, de todos y de todo. Lo repito porque no se trata sólo de
mi bien, que puede estar logrado a costa del perjuicio de otros, o del abuso y
la destrucción de la naturaleza…
José, aparentemente, obró como un hombre justo, según la voluntad de Dios, buscando el bien de todo…
Pienso que esta puede ser una linda enseñanza para nosotros, especialmente en este tiempo: tener como criterio de discernimiento, siempre, para cualquier cosa o situación, el bien de todo, nuestro propio bien, el de los demás y el de todo lo que nos rodea, o sea, la voluntad de Dios.
Pablo
Cicutti
02-2021
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