jueves, 29 de abril de 2021

Hna. Virginia - Episodio 3: Entre dos mundos (1ra parte)

Entre dos mundos

 


Al caer la tarde, y muchas veces ya con la noche encima, sobre todo en invierno, Virginia emprendía el regreso a la comunidad. El trayecto en el colectivo la ayudaba a despuntar un sueño; dormitaba. Al llegar compartía con las hermanas las experiencias del día y después de la cena, cuando todas se reunían en el laboriero para la recreación antes de Completas, ella llevaba sus papeles del colegio. Corregía pruebas y preparaba las clases para la mañana siguiente. Cuando después de las oraciones las demás hermanas se retiraban, ella seguía hasta completar todo lo necesario.

A medida que los años fueron pasando, se fue haciendo más evidente que junto con su compromiso, llegaba también el cansancio físico y por qué no, psíquico. Era evidente que el esfuerzo de pasar día a día de una realidad tan cruda a otra, la agobiaba y a veces, la revelaba. Ser testigo del hambre, el frío, las carencias; sentir en su corazón cómo se acumulaban las urgencias a resolver para que su gente no padeciera al extremo y entrar luego a la serenidad del claustro era, indudablemente, un choque de realidades tan diversas que le provocaban una cierta violencia interior que solamente conseguía controlar con mucho esfuerzo.

La realidad de la calle era muy otra y ella, que recorría todos los días por horas esos ámbitos, la conocía de primera mano.



jueves, 22 de abril de 2021

Hna. Virginia - Episodio 2: Gran misión en Buenos Aires (2da parte)


La Hermana Virginia había sido una de las misioneras y a partir de este acontecimiento, quedó amarrada para siempre con el barrio La Salada. Hizo carne el espíritu de Madre Cabrini y su fervor por la atención a los inmigrantes, especialmente los más pobres. Con la fuerza y el coraje apasionado, tan propio de ella, se lanzó a dedicarse a los pobladores de La Salada, sin temor y sin cálculos previos: el Sagrado Corazón y el espíritu de la Santa Madre eran su seguridad y la fuerza de su impulso.

Obviamente, dedicarse de lleno a una misión en las afueras de la Capital, tenía sus inconvenientes. En la actualidad y con las autopistas, el tiempo de llegada es breve, pero en aquella época, los veinticuatro kilómetros que separaban el barrio de La Salada del centro de la Capital, y en transporte público, se hacían considerablemente largos.

Hay que tener en cuenta algo fundamental: ella nunca descuidó su misión original en el Colegio Santa Rosa. Su día comenzaba, como el de toda la comunidad, a las cinco de la mañana, con la oración y la Santa Misa. El resto de la mañana lo dedicaba a sus clases de matemáticas, física y química y muchas veces, sin almorzar y para ganar tiempo, salía para La Salada. La mayor parte de las veces, la acompañaban alumnas de los cursos superiores.

Llevar adelante la evangelización y el progreso de cada persona y cada familia del lugar la desvelaba. Incansablemente se proponía cosas y las conseguía, y poco a poco, le fue ganando espacio al rostro horrible que siempre presenta la miseria, y lo fue cambiando.

En un momento, necesitando un espacio propio para las tareas más urgentes, consiguió un vagón de tren en desuso, los lugareños la ayudaron a adaptarlo y lo transformó en lugar de reunión. En distintos horarios congregaba allí a los niños para el catecismo, a las madres para darles nociones de puericultura y a los varones para capacitarlos en algún oficio, alejarlos de la bebida y siempre, acercar la Palabra de Dios.

Con el paso de los años, en 1970, una familia de apellido Pérez, que había recibido sus enseñanzas pero que también la había acompañado desde el principio, le cedió una parte del terreno en el que estaba su propia vivienda. Allí, con la ayuda de las Hermanas y de la gente del barrio, construyó una casilla de madera. Esta construcción, relativamente precaria pero sólida en el corazón y la convicción, se transformó en la primera escuela del lugar y recibió a chiquitos de Jardín de Infantes y a los que estaban en condiciones de cursar los primeros grados.


Buscó y consiguió ponerse en contacto con empresas que la ayudaron financieramente y también con los aportes del Instituto, fundó la Escuela Cabrini que tuvo su primera promoción en 1978.

Y ya nada la pudo detener. Levantó un salón de usos múltiples que los domingos era el lugar de la celebración Eucarística y durante la semana funcionaba como taller, centro catequístico y lugar de desarrollo de cualquier actividad que fuera útil para el progreso del asentamiento.




jueves, 15 de abril de 2021

Hna. Virginia - Episodio 2: Gran misión en Buenos Aires (1ra parte)

 

Gran misión de Buenos Aires

El 24 de octubre de 1959 toma posesión del Arzobispado de Buenos Aires el Cardenal Antonio Caggiano. En el transcurso de ese acto, anunció la realización “de una empresa espiritual de vasto alcance, con el fin de renovar la vida cristiana de la Arquidiócesis y, si fuera posible, del Gran Buenos Aires”. Para que esto fuese posible, dijo, se formaría una "legión de misioneros”. Esta empresa espiritual abarcaría, además de la Capital Federal, las Arquidiócesis de San Isidro, Morón, Lomas de Zamora y parte de la diócesis de La Plata. El objetivo de la gran misión era "la renovación de la vida cristiana y el mejoramiento espiritual de los católicos porque de ello depende también, el bienestar de la Nación".

El destino eran ocho millones de almas, especialmente niños sin bautizar, sin haber recibido los sacramentos, personas enfermas y extranjeros.

La realidad mundial estaba enrareciéndose con las ideas marxistas y la fe católica decaía. El gran flujo de inmigrantes italianos, españoles, judíos y de muchas otras latitudes hizo que tuvieran que hacinarse en conventillos superpoblados. Esta corriente de personas que llegaban, en su mayoría, en condiciones más que paupérrimas, se fue derivando en dos vertientes. Los que habían conseguido horas de trabajo que rayaban en la explotación, se arrimaban a una clase social que no llegaba a ser la media pero que, con todo el esfuerzo, habían conseguido una vivienda propia o uno o dos cuartos en viviendas comunes (conventillos). La otra vertiente, que por distintas razones no conseguía algún tipo de progreso, se alejaba del centro urbano para ir a ocupar la periferia y formar lo que a mediados de los años treinta, se empezó a conocer como "villas miserias" y más tarde, como "barrios de emergencia”. Lo cierto fue que ante la carencia de una ideología basada en elementos de carácter tradicional cristiano, comenzó a expandirse de manera manifiesta el pensamiento de neta raíz marxista. Tal vez, por temor, todo se exageró un poco, pero ese cúmulo de situaciones más cercanas o más lejanas, crearon la necesidad de encarar una renovación en la espiritualidad y en los fundamentos religiosos del pueblo que, por todo lo que se ha enumerado, había sufrido un deterioro tanto en lo cualitativo como en lo cuantitativo.

Se previó la colaboración de dos mil quinientos misioneros, tanto del país como extranjeros, sobre todo españoles y se abrieron dos mil centros misionales en un radio de cuatro mil quinientos kilómetros cuadrados. En este ámbito se concentraba el 40% de la población del país. De esa población, el noventa por ciento se decía católico pero gran parte, padecía una marcada ignorancia religiosa.

Las hermanas de nuestro Instituto también fueron convocadas y recibieron como campo de misión el barrio de Budge y La Salada. Ambas zonas eran paupérrimas, con viviendas más que precarias, hechas de chapa y rezagos de plástico y enclavadas en medio de calles que permanentemente, estaban llenas de barro.

La población de estos barrios estaba compuesta por emigrantes en su mayoría latinoamericanos, provenientes de Paraguay y Bolivia.

Las hermanas enviadas emprendieron la misión con gran espíritu y entusiasmo y sin decaer ni un solo instante, la llevaron adelante. La misión general había sido puesta bajo la advocación de Nuestra Señora de Luján.




jueves, 8 de abril de 2021

Hna. Virginia - Episodio 1: Hna. Virginia Squeri M.S.C.

 

Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús

  

Hna. Virginia Squeri M.S.C.



por Ana Cerri

  

“... Corran presurosos en el camino

que Dios mismo ha trazado para ustedes

...

no se detengan ni un instante

porque el tiempo es tan breve como precioso,

y no está en poder de ustedes el día de mañana".

S. Francisca J. Cabrini

 


Bautizada como María Isabel Catalina Squeri, la Hna. Virginia nació el 12 de octubre de 1913 en Buenos Aires. Estudió y se recibió de maestra en la prestigiosa Escuela José María Torres, del barrio de Almagro (Corrientes 4261), conocida también como Normal 7 o Escuela de Maestras, el 5 de diciembre de 1931. Y como maestra, precisamente, empezó a desempeñarse en uno de los colegios de nuestro Instituto. Hay discrepancias al respecto. Algunos testimonios dicen que su primer trabajo fue en Regina Coeli, hoy Instituto Cabrini, del barrio de Villa Mitre, otros aseguran que fue en Santa Rosa (centro). En distancia, los dos son más o menos equidistantes del su barrio natal. Sea donde haya sido su primer desempeño, se cumplió su destino. Ella había prometido que,

"Con aquellas hermanas que me acepten como maestra, entraré a la vida religiosa".

Cuatro años más tarde, el 14 de octubre de 1935, María Isabel ingresa a la Congregación de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús. El 3 de noviembre de 1937 toma los hábitos en Ospedaletti, Italia. Allí, en la ceremonia de iniciación recibe el nombre de Virginia del Santísimo Sacramento y un año después, el 21 de noviembre de 1938, hace los primeros votos.

Durante toda su vida, ella no dejó de manifestar su deseo de mantener el ímpetu y la sinceridad de esos primeros días. Así lo afirmaba en un propósito escrito de puño y letra:


“Jesús, la primera vez que me llamaste respondí con tu ayuda y tu gracia, con un sí generoso, sacrificado y de sincera y ferviente entrega. Sin embargo, Jesús mío, en cuán tas ocasiones me sigues llamando para que colabore en la extensión de tu Reino, en la propagación de tu mensaje y yo no respondo con la misma generosidad, poniendo medida al sacrificio y trabas a la invitación. ¡Perdón, Jesús mío!, que en adelante no sea así, que responda a tu llamado, a tus inspiraciones como lo hacían los apóstoles, siempre con un si generoso, sin reflexionar tanto, siempre con entrega incondicional".

El 3 de diciembre de 1938 estuvo de regreso en Argentina. La Santa Madre había fundado en Rosario, provincia de Santa Fe, en la calle Urquiza 1374, un colegio en el año 1901 (Ver: Epistolario di Santa Francesca Saverio Cabrini, Vol. 3, 1131 a 1138, págs. 563-572). A esta comunidad educativa, encabezada por Madre Germana Rizzi se incorpora Virginia y allí se desempeña como maestra de nivel primario y directora del Liceo que funcionó durante el período que abarca desde 1941 a 1948.

Se comprometió con los votos perpetuos el 2 de febrero de 1944. Cuando el Liceo se cerró, fue enviada a Buenos Aires, a la comunidad del Colegio Santa Rosa (centro). También aquí se desempeñó como maestra y comenzó, paralelamente, a estudiar en el Profesorado de Matemáticas, Física y Química del Instituto Superior de Educación Católica. Cinco años después, el 30 de abril de 1953, recibió el título correspondiente.

Estuvo abocada a la docencia con dedicación incomparable y según testimonios de algunas de sus alumnas de esa época, siempre con carácter estricto y exigente. Estando permanentemente en con tacto con las chicas del colegio, sabía que para transmitir los valores cristianos, su formación debía ser permanente. Fue así que siguió estudiando y se graduó como Catequista y Maestra de Religión y completó, al mismo tiempo el Plan de Experimentación Pedagógica en Química.

En todos los cargos desempeñados la Hna. Virginia demostró siempre, así como en su actividad misionera extraescolar, capacidad, responsabilidad y tesón encomiable.

Las Instituciones en las que se había preparado no ignoraban su inteligencia y compromiso. Fue por eso que las autoridades del Instituto en el que se formó como profesora la nombraron como secretaria, tarea que cumplió hasta noviembre de 1968.

Como maestra, ejerció durante diez años y desde un año antes de tener el título oficial, asumió la cátedra de Física y Química en el nivel secundario en la que permaneció hasta finalizar el ciclo lectivo de 1984.

Virginia enseñaba con tal pasión y excelencia que sus alumnas decían siempre (y lo siguen diciendo), que sus explicaciones eran tan claras que con solo prestar atención, no hacía falta estudiar. Se hacía entender de modo fantástico.

 

viernes, 2 de abril de 2021

Viernes Santo

 


Textos


“Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único... Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.” (Jn 3,16-17)

 

“Padre… que no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (Lc 22,42)

 

“… se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.” (Flp 2,8)

 

“Ustedes saben que fueron redimidos... con la sangre preciosa de Cristo.” (1Pe 1,18-19)

 

“Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.” (Celebración del viernes santo)



Reflexión


Son todos textos claves de la fe cristiana…

La pregunta es: ¿nos hemos dado cuenta de que son metáforas?

Porque si no, podrían llevarnos a pensar (y creer) que la voluntad de Dios

es que su hijo muera en una cruz, asfixiado y chorreando sangre,

que en realidad Jesús no “quería”, pero terminó obedeciendo

y que, por lo tanto, la redención nos llega por su muerte, su sangre y por la cruz…


 

¿Qué sería la voluntad de Dios?

Creo que la voluntad de Dios es el “bien de todo” (otra metáfora),

me refiero a la realización, a la plenitud de todos y de cada cosa, de todo lo creado.

¿Y cómo se concreta esto?

En el caso de nuestros hermanos que no pueden elegir (minerales, vegetales, animales…),

ellos no tienen problema, les basta con “ser lo que son”…

En nuestro caso, se concreta con el compromiso con los valores del Reino:

justicia, paz, verdad, cuidado… o sea, amando, que es nuestro modo de “ser lo que somos”…

Lo que Dios quería de Jesús (su voluntad) es lo mismo que quiere de cada uno de nosotros.

Fue justamente el compromiso hasta el extremo con esos valores

lo que lo llevó a Jesús a terminar como terminó y no por voluntad de Dios,

sino por “voluntad” de los poderes de turno (religioso, político, económico…)

Por eso es que no me agrada tanto la metáfora de la “obediencia a la voluntad del padre”.

No creo que sea la mejor para describir el caso de Jesús.

Además, necesita de demasiada aclaración...

(la obediencia puede ser: ciega, servil, “debida”, por temor, por conveniencia…)

Jesús, más que obedecer, identificó su propia voluntad con la de Dios, la hizo suya…

su motor no fue la obediencia sino su convencimiento y compromiso con el anuncio del Reino.

 

¿Y qué es lo que “salva”? ¿la muerte? ¿la sangre? ¿la cruz (un elemento de tortura/muerte)?

¡Claro que no! Lo único que salva es el amor…

En todo caso, la muerte en cruz, la sangre derramada, son los signos de la magnitud de ese amor.

Y ese amor salvador fue el que lo hizo trascender (resurrección, ascensión… –otras metáforas−);

el mismo amor que, ahora, nos puede estar haciendo trascender a todos (cada uno sabrá...)


Pablo Cicutti






 


jueves, 1 de abril de 2021

Jueves Santo

 


Palabra de Dios

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.

Durante la Cena… se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura.

Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura…

Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?

Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy.

Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.

Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.

(Jn 13,1.4-5.12-15)


El texto concluye diciendo: “Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes” (Jn 13,15). Se trata de “hacer algo que hace Jesús”. ¿Y qué hace? Les lava los pies ¿y eso qué significa? Jesús les presenta a los apóstoles un nuevo ángulo desde dónde ver las cosas: no desde el lugar del que está sentado a la mesa, sino desde la perspectiva del que sirve, del que no tiene lugar en la mesa, en palabras de Francisco: desde la perspectiva del excluido, del “sobrante”. Es la misma idea que aparece en la parábola del buen samaritano (Lc 10,25-37). Hoy nuestra pregunta sigue siendo la del maestro de la ley: ¿quién es nuestro prójimo? Y Jesús vuelve a indicarnos que la pregunta está mal formulada, que no se trata de buscar al prójimo entre los marginados para acercarnos a ellos y asistirlos, sino de desplazarnos nosotros mismos al margen y poner a los otros en el centro. Por eso, la pregunta final de Jesús es: “¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?” (Lc 10,36). La auténtica cuestión es a quién queremos acercarnos y desde dónde…

Pablo Cicutti




Canción


Ofrecer solo se puede con los dedos abiertos,

con la mano extendida, con el pan libre y nuestro,

en camino hacia el otro como un vuelo.


No hay ofertorio con puños cerrados,

corazón posesivo, inversión calculada.


Ofrecer solo se puede cuando nada se espera,

cuando el pan es de todos de la misma manera,

en la misma medida, el pan nuestro.


No hay ofertorio con puños cerrados,

corazón posesivo, inversión calculada.


Ofrecer solo se puede cuando es grande el deseo,

acortando distancias, afrontando silencios

en el vino compartido del encuentro.

(Grupo Al-Haraka)