
Muchas fueron las reuniones donde
imaginábamos cuantas aventuras y encuentros tendríamos en este “viaje”. Lo que
nunca imaginamos era que tendríamos que realizar una ‘parada técnica’, tan
inesperada, angustiante y maravillosa a la vez.
Parada técnica que nos iría
llevando a un viaje hacia las profundidades del corazón y de nuestra propia
intimidad. Viaje que solemos añorar y sentimos que muchas veces cuesta realizar
por las corridas cotidianas.
Esta cuaresma-cuarentena puede
ser, si la sabemos aprovechar, el tiempo favorable para redescubrir y descubrir
las cosas que son importantes para la vida, el corazón y para ser felices, como
también, para valorar tanta gente buena que, como Jesús, en lo cotidiano, se
juega la vida por los demás.

Por otro lado, agradecemos el
tiempo que Dios nos regala para compartir con aquellos con los que nos toca
convivir, la familia: noches de pelis, charlas de sobremesa, mañanas de café
recién hecho y amasado de pan casero, juegos que habían sido olvidados. Todos
ellos son, entre otras cosas, los momentos que nos hacen disfrutar,
conectarnos, crecer, aprender y aprovechar este tiempo.

Siguiendo los pasos de Francisca,
nos sumamos al desafío de ponerle al corazón, las alas del amor y la ternura,
para acompañarnos, abrazarnos, ayudarnos, a pesar de la distancia, unidos desde
la fe y la oración, y así volar alto, muy alto, hasta el Corazón de Jesús a
quien le confiamos nuestra vida y la vida del mundo entero.
Florencia, Sabrina y Anabel,
Catequistas del Colegio Madre
Cabrini, Rosario.
Marzo 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario