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Más o menos por ese tiempo, trajeron a la casa a otro chiquito, mucho menor que los que estaban en ese sector bajo la tutela de Matilde; tenía solamente cinco años. Era hijo de una prostituta. Una hermana mayor que él, había sido dada en adopción a una familia, pero este pobrecito había sufrido un abandono terrible. Lo ataban a una silla y nunca nadie le había enseñado a hablar, quizás, nunca le habían hablado. No era un discapacitado ni físico ni mental, era un abandonado, un desamparado. El Padre Aguilera se lo encomendó especialmente a Matilde.
"El chiquito aprendió con mucha
dificultad a decir algunas palabras. Lo llevábamos al médico para que se
recuperara físicamente. El médico me explicó que nunca iba a hablar, porque no
le enseñaron a su debido tiempo. La capacidad para desarrollar el lenguaje está
entre los dos y los tres años.
Este chiquito fue el primer dolor
grande que tuve. El gozaba mucho viendo a los mayores ordenar y lavar los
platos. Se peleaba a su modo con Belén, que también era chiquita, para ver
quién de los dos venía a mi falda. Belén era chiquita también y lo quería como
a un hermano. Pero, una mañana al levantarnos lo encontramos muerto. Le había
fallado el corazón. Fue un dolor terrible para todos".
Sin embargo, la responsabilidad exige
reponerse, y así fue pasando. Belén tenía a su lado a la mujer que le había
dado la vida física, pero también a la que la había mantenido con vida y le
brindaba el cuidado y la medicina que hace crecer. Ella misma, ahora que ya es
adulta, dice que ha tenido dos madres, y que, si bien Ramona ya no está porque
falleció, Matilde es "su verdadera mama", por eso así la llama:
"mami". Este trato y el hecho que Matilde haya asumido en plenitud la
guarda judicial de Belén ha sido motivo de escándalo no solamente para algunas
hermanas, sino también para su propia familia de sangre. De hecho, por bastante
tiempo y después de oír cuestionamientos al respecto, Matilde dejó de
frecuentar a sus familiares. Sabía, y se lo habían dicho también directamente
que no entendían por qué siempre tenía que llevar a Belén con ella y, menos
aún, por qué la llama "mami".
Los lazos afectivos se fortalecen en
los momentos difíciles, y solamente Matilde y Belén saben de las horas, los
días y los meses pasados durante estos años en el hospital, tratando los
múltiples problemas que la salud de Belén suele presentar.
Matilde, preguntada sobre los conflictos que esta decisión suya le trajo, no duda.
"Volvería a hacer lo mismo. La Santa Madre ha dado testimonio con su propia vida sobre tomar riesgos, aún sin ser religiosa todavía. Cuando, a pesar de su salud precaria trabajó junto a su hermana Rosa atendiendo a esos pobres enfermos. Y tantas otras veces. No había obstáculos: ella daba su vida y su tiempo. Ella veía y obraba".
Matilde llegó a Unquillo pensando que
tal vez sería por un tiempo y se quedó veintisiete años. La corrupción política
en la Argentina ha hecho verdaderos desastres. Muerto el padre Aguilera, la
Casa del Niño siguió adelante y albergando muchos más chicos que al principio.
Todos, bajo la tutela jurídica de Matilde; todos recibiendo su pensión por
discapacidad y atendidos perfectamente.
Pero la mano negra de la ambición de
los que ostentaban el poder llegó también allí. No hubo, ni siquiera con la intervención
de gente de buena voluntad y dispuesta ayudar, ni con la carta escrita de puño
por Matilde y enviada por cartera diplomática al Papa, nadie capaz de impedir
la intervención de los políticos de turno. Tomaron la casa. Dispersaron a los
chicos y ahí está todo, en manos de ambiciosos que dejaron la obra
prácticamente en ruinas.
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