jueves, 28 de noviembre de 2019

"Suene, suene tu voz..." (2da Parte)


Hna. María Barbagallo, Liberaos y alzad el vuelo
Codogno 2018




Capítulo 3:
"Suene, suene tu voz…":
En la escuela del Sagrado Corazón de Jesús





Madre cabrini dirá en una de tantas referencias al Sagrado Corazón:

“Mi Jesús, tengo sed de Ti, Padre mío, de Ti mi Esposo, de Ti mi amor, de Ti mi amado.[1]

y explica:

Las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús deben participar de la amplitud de este Corazón Divino que todo lo abarca, todo lo comprende, todo lo anima, todo lo une y concentra junto a sí. Esto es precisamente lo que nos anima en las momentáneas separaciones y lo que nos hace fuertes de su misma fortaleza, lo que nos comunica toda gracia. Él es nuestro verdadero Tesoro; amémoslo con todo el corazón, sirvámosle fielmente, hagámosle conocer a todos, y a todos animemos a despegarse de las criaturas, de todas las cosas, de sí mismos, para lograr poseer su perfecto amor, que es un Paraíso anticipado. Todos vuestros afectos, hijas, concéntrense en este hermoso Corazón y seréis siempre verdaderamente felices.”[2]

Por tanto “el Corazón de Jesús se convierte en el símbolo de su amor fiel, eterno y definitivo, como aquel ratificado por la Alianza que Dios ha querido establecer con su pueblo; un amor universal, tal que no excluye ni siquiera a los enemigos, que se expresa en su conciencia cuando se cumple su hora. Y esto sucede al final de sus días en la tierra, en la Última Cena con la institución de la Eucaristía, en el Calvario con la inmolación sobre la cruz libremente querida y con el don de su Madre y de la Iglesia.”[3]
Madre Cabrini recalca en todos sus escritos y referencias apostólicas y en su enseñanza a las Religiosas, el misterio del amor de Dios por la humanidad y por cada uno de nosotros. La presencia de Dios “en el centro del propio corazón”,[4] la configuración necesaria de nuestro corazón con el Corazón de Cristo, experiencia que se imagina vivida por ella misma con el “cambio de corazón”, expresa el tema de la alianza con Dios en la consagración a Él, el culto a la Eucaristía, la inserción en la vida y Pasión de Cristo y por lo tanto, en el misterio de la Redención, en la mística de la reparación y en el mandato a la misión de la evangelización como la expresión última de dar gloria a Dios.
Su vida y su misión son expresión de esta intensa doctrina no elaborada teológicamente, sino vivida y experimentada en la experiencia cotidiana. Inserta en el Corazón de Jesús, Madre Cabrini invita a aprender la doctrina del amor de Dios:

“Esta alma, hecha cada vez más bella por Jesús, escucha sus confidencias, y las gusta porque son más puras y preciosas que la plata y el oro; escucha los preceptos de su Amado y siente que le dan vida y salud, porque están llenos de un bálsamo fragante de gracia y de celestial sabiduría. ¡Oh dulce Jesús!, debe exclamar esta alma, ¡ilumina mi mente, da luz a mi intelecto; tu gracia me socorra, a fin de que, rápidamente, yo recorra los senderos de tus amables órdenes! No permitas que yo tropiece por el camino, hazme robusta con tu virtud, a fin de que cumpla fielmente tus santos deseos.”[5]

La escucha a la que alude Madre Cabrini nace no sólo del convencimiento de la presencia de Dios en nosotros, sino también de una presencia activa que nos orienta: 

“Procurad vivir siempre ocultas en el Corazón Santísimo de Jesús como en una escuela donde se aprende el verdadero amor que hace santas las almas,”[6]

dejando sin embargo la libertad de elegir lo que hacemos en cada momento con la participación de todas nuestras facultades, ya que interactúan con su voluntad salvífica:

“Suplicad a Jesús que haga resonar su voz en vuestras almas, de manera que podáis entender bien todo lo que quiere de vosotras. Suplicadle que os conceda conocerlo para amarlo, amarlo para poseerlo, poseerlo para gozarlo.”[7]


[1] Cfr. “Entre una y otra ola”, pág. 235
[2] Cfr. “Entre una y otra ola”, pág. 21-22
[3] Cfr. Francesca Marietti, “Il cuore di Gesú”, ed. Ancora, 1991, pág. 40-45
[4] Cfr. “Pensamientos y Propósitos”, pág. 59
[5] Cfr. “Entre una y otra ola”, pág. 163
[6] Cfr. “La Stella del Mattino”, pág. 134, n. 27
[7] Cfr. “La Stella del Mattino”, pág. 121, n. 14



jueves, 21 de noviembre de 2019

"Suene, suene tu voz..." (1ra Parte)


Hna. María Barbagallo, Liberaos y alzad el vuelo
Codogno 2018




Capítulo 3:
"Suene, suene tu voz…":
En la escuela del Sagrado Corazón de Jesús





“Tenía una hermana de nombre María,
que, sentada a los pies del Señor,
escuchaba su palabra”.

(Lc 10,39)



La experiencia espiritual de Santa Francisca Cabrini nació en el contexto de la espiritualidad del Sagrado Corazón y se desarrolló y completo en su experiencia espiritual personal madurada en la vida misionera. Remitiendo en otro apartado un estudio en profundidad sobre los aspectos de esta espiritualidad asumidos por Madre Cabrini, es bueno señalar algunos que constituyen la espiritualidad del Sagrado Corazón y que son recurrentes en Madre Cabrini.
El Sagrado Corazón es el centro de todo.  escribe el Padre Charles A. Bernard, especialista en la teología del Sagrado Corazón citando a otros expertos: “Según la presentación del diccionario de los símbolos, “el corazón, órgano central del individuo, corresponde en modo muy general a la noción de centro” y, por su parte, el símbolo de centro resulta fundamental: es el origen de donde irradia la energía; en su dimensión cósmica en el Principio, el Real absoluto; el eje del mundo se articula sobre él; en su dimensión antropológica es fuente de vida; en la persona es el lugar secreto de la libertad y del amor. Conforme a las leyes de la actividad simbólica, no es necesario que aquel que contempla los símbolos tenga conciencia clara de su significado para participar de su dinamismo”[1]. Sería interesante ver hasta qué punto la Santa de los emigrantes ha hecho referencia explícita a la espiritualidad inherente al Sagrado Corazón, de Jesús cuando dice:

“Tratad de tener vuestro espíritu fijo en Dios, y haced, en lo que esté de vuestra parte, que vuestro corazón se pose en Él como su centro.”[2]

Nuestra reflexión quiere ver la experiencia cabriniana de modo intuitivo,  así como  la vivió ella misma y como la transmitió a su Instituto. Según el autor citado anteriormente, la centralidad del Corazón de Cristo se refiere al misterio pascual, centro de la historia de salvación, misterio que se expresa en la Cruz y, por lo mismo, al misterio del Corazón traspasado (Cfr. Jn 19,34) al cual Madre Cabrini hará continua referencia.
Otra simbología que emerge de la espiritualidad del Sagrado Corazón se refiere a los “ríos de agua viva” (Cfr. Jn 7,37-38) y los teólogos frecuentemente se refieren al texto de Ezequiel sobre el “corazón nuevo” (Ez 36,26) y al texto de Jeremías (Jr 31,33). Bernhard Haring comenta:

La imagen de los “ríos de agua viva”, que brotan del Corazón traspasado de Jesús, para luego derramarse sobre los corazones de los creyentes, forma parte del patrimonio de la historia de la devoción al Sagrado Corazón. Con la apertura del Corazón del Redentor, que ha latido de amor y ha sufrido por nosotros hasta el último respiro, se concluye el primer acto de la glorificación del Padre y de Jesús en el misterio pascual, a los que sigue la gloriosa resurrección del señor y el envío del Espíritu Santo. Los creyentes beben en la fuente de la salvación el gran regalo de La redención, el Espíritu Santo, que hace a nuestro corazón capaz de amar y lo enciende con la llama del amor que arde en el Corazón de Jesús. “El amor de Dios ha sido derramado en abundancia en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5,5) prometiéndonos la plenitud del Espíritu Santo como don específico hecho a los creyentes, Jesús nos invita expresamente a apagar nuestra sed en Él. La primera cosa que se nos pide es apagar nuestra sed de amor redimido y redentor en la fuente de la salvación. Es el mismo Jesús quién nos invita: “Quien tenga sed, venga a mí y beba” (Jn 7,37). El Espíritu Santo y el ministerio salvador de la Iglesia prolongan continuamente el eco de tal invitación y, quien lo entiende y bebe en el río de la salvación, a su vez debe transmitirlo a los demás.”[3]



[1] P. Charles Bernard, “Il cuore di Cristo e i suoi simboli”, ed. C.d.C., Roma 1982, pág. 92
[2] Cfr. “La Stella del Mattino”, pág. 116
[3] B. Haring, “Il Sacro Cuore di Gesú e la salvezza del mondo”, pág. 106-108




lunes, 18 de noviembre de 2019

Cantando, caminamos hacia el XVI Capítulo General de las MSC




Hna. Gabriela Aravel

(Para escucharla, hacé clic en el título) 

Toda historia es presente
si se vive con amor,
es el lazo que nos nutre
con la savia que gestó.
Que gestó miles de sueños
que se hicieron realidad
que inundaron muchas vidas
y expresaron el amor.
El amor a alguien más grande
que te ensancha el corazón
que te grita muy adentro
ponte alas y a volar.

Ponte alas y a volar
que allí está tu libertad,
ponte alas, vuela alto
que la vida espera ya!
Ponte alas y a volar
que allí está tu libertad
ponte alas, vuela alto
y sin miedo a planear:
Con sueños, viviendo, con otros
en marcha, unidos a vos!

Es el tiempo oportuno,
nuestro tiempo es un Kairós,
ver las manos que se unen,
que se estrechan para andar.
Para andar nuevos caminos
con coraje y humildad,
abrazando la miseria
Estrechando el dolor.
El dolor de tantos pueblos
que hoy luchan por vivir
la vida espera vida,
no se acaba en el dolor!

Y hoy Francisca sigues viva
y acompañas nuestro andar,
vos sabés de nuestros miedos,
vos sabés de nuestro estar.
Del estar junto a los otros
trabajando a la par,
construyendo nuevo sueño,
renovando tu ideal.
Ideal que no se pierde,
que en el mundo quiere estar,
arraigado y anclado
Donde se quiere quedar!




jueves, 14 de noviembre de 2019

Madre Cabrini y la fundación del Instituto



Estamos en tiempo de fiesta...

El 13 de noviembre celebramos el aniversario de la Beatificación de Santa Francisca Javier Cabrini (1938) y el 14 de noviembre el de la fundación del Instituto de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús (1880).

En este marco, además, se está realizando el Primer Capítulo Provincial de la Provincia Santa Francisca Cabrini.



Les compartimos el saludo de la Hna. Bárbara y la nota que envió la Hna. Eliane a todos los laicos con ocasión del Capítulo Provincial.


"Liberaos y alzad el vuelo" (10ma y última parte)






Hna. María Barbagallo, Liberaos y alzad el vuelo
Codogno 2018




Capítulo 2:
“Liberaos y alzad el vuelo”
En el misterio de Dios





También la virtud de la caridad es parte de la dinámica del desapego:

“... el amor a Dios aumentará en vosotras y seréis un vasto incendio cuanto más despeguéis vuestro corazón y lo mantengáis suelto de todas las creaturas. El amor al prójimo, que es un rayo de la Divina Misericordia, lo poseeréis vosotras realmente cuando no exigiréis la calidad para vosotras, porque entonces vuestro amor será desinteresado y de la misma naturaleza de la que el querido Jesús tiene por vosotras”.[1]

El amor pone alas en los pies:

“Calentaos en el amor del corazón Santísimo de Jesús y, quién se sienta más árida, busque humillarse más, porque así se levantará de la tierra al cielo en el espíritu y allí encontrará la verdadera llama de amor digna de una buena religiosa”.[2]

En la caridad se pueden entender y desarrollar los votos de Castidad y Pobreza. En efecto, ¿qué otra cosa que el “desapego” de las ataduras desordenadas puede favorecer la donación incondicional a Dios? Castidad y Pobreza son precisamente expresiones de la libertad de espíritu de quien ha encontrado “la perla preciosa” (Cfr. Mt 13,46) y vende todo para poseerla:

“La perfección es un tesoro que se compra vendiéndolo todo”.[3]

Dios no es un sustituto de las muchas necesidades de nuestra naturaleza, sino que es un amor absoluto que da a cada uno una nueva capacidad de amar y de dedicación a los demás como único gran amor de su vida:

“Sin esfuerzo alguno custodiará su lirio aquella que, habiendo ordenado todos los afectos de su corazón, con el desapego de sí misma y de las creaturas, los han transformado en ángeles que vuelan, que vuelan continuamente desde ella al Creador por una mística escalera como la de Jacob, de la cual descienden siempre correspondidos y colmados nuestros afectos de Aquél que es todo nuestro bien y en ellos verdaderamente se complace”.[4]

Ciertamente cuando Dios atrae hacia sí a las personas, las hace crecer en el amor y las educa continuamente en su escuela.
El Papa Benedicto XVI expresa así la fuerza del amor que motiva cada aspecto de la vida cristiana:

“Si un hombre lleva en sí un gran amor, este amor le da casi alas, y soporta más fácilmente todas las molestias de la vida, porque lleva en sí esta gran luz; ésta es la fe: ser amado por Dios en Cristo Jesús. Este dejarse amar es la luz que ayuda a llevar las cargas de cada día. La santidad no es obra nuestra, muy difícil, más lo propio nuestro es sólo esta “apertura”: abrir las ventanas de nuestra alma para que la luz de Dios pueda entrar, no olvidar a Dios porque precisamente en la apertura a la luz se halla la fuerza, se halla la fuerza de los creyentes”. (catequesis del 16 de febrero de 2011) 



[1] Cfr. La Stella del Mattino, pág. 81
[2] Cfr. Epistolario, Vol. 1°, Lett. 324
[3] Cfr. Pensamientos y Propósitos, pág. 217
[4] Cfr. La Stella del Mattino, pág. 44-45


El capítulo completo lo encuentran en la carpeta "Material" o haciendo clic aquí



jueves, 7 de noviembre de 2019

"Liberaos y alzad el vuelo" (9na Parte)






Hna. María Barbagallo, Liberaos y alzad el vuelo
Codogno 2018




Capítulo 2:
“Liberaos y alzad el vuelo”
En el misterio de Dios




También en el natural apego a cuanto se realiza con tantos sacrificios, Madre Cabrini opone un muro de contención. Le dice a una Religiosa preocupada por la dificultad de una obra:

“No debes preocuparte demasiado por la obra, que si el Corazón Santísimo de Jesús la quiere, irá bien a pesar de todos los obstáculos y, si no la quiere, vosotras no dejaréis de preocuparos por su gloria de otra manera. Yo siempre tengo en qué ocuparme y mucho, no temáis y no apeguéis el corazón a ninguna de las obras que se os han confiado, solamente trabajad con entusiasmo hasta que la obediencia os mande salir de allí, sólo esto es el verdadero espíritu del que debe estar animada la verdadera Misionera.
Aquí el bien que se hace es bastante abundante cada día, pero si Jesús no quisiera esta obra yo la dejaría enseguida para emprender otra. Quiero lo que quiere el Sagrado Corazón y nada más, así llegaremos a la perfección y seremos doblemente bendecidas, también en aquellas obras que en el presente tenemos entre las manos”.[1]

En el progresar de la fe está el progresar de la esperanza que tiene como ejemplo a Abraham, el místico. “La vida mística es un camino de fe radical y existencial. Es el camino de Abraham, que abandonó su país y la casa de su padre para ir a la tierra que Dios le había indicado. Abraham creyó a Dios y esto le fue acreditado como justicia” (Rm 4,3). Él creyó en Dios y en él fueron bendecidas todas las naciones de la tierra... Creyó a Dios y por Dios, y espero en Dios y por Dios. Creyó porque creyó y esperó porque esperó. “Apoyado en la esperanza creyó contra toda esperanza y así se convirtió en padre para muchos pueblos” (Rm 4,18).[2]
Las alas de la “confiada esperanza” que Madre Cabrini propone a sus hijas aludiendo al desapego no sólo del pecado sino también de las consecuencias del pecado, son también las alas que conducen a la misión. Volar significa también estar preparadas para ir hacia los demás y llevar el Reino de Dios.
Y significa estar atentas a la voz del Esposo y escuchar en el encuentro con Él sus enseñanzas, aprendiendo en su Escuela la sabiduría del Reino.



[1] Cfr. Epistolario, Vol. 2°, Lett. 479
[2] William Johnston, Teología mística, ed. Appunti di viaggio, Roma, 2001, pág. 211-212


El capítulo completo lo encuentran en la carpeta "Material" o haciendo clic aquí