lunes, 25 de diciembre de 2017

¡Feliz Navidad!








“Mientras se encontraban en Belén,
le llegó el tiempo de ser madre;
y María dio a luz a su Hijo primogénito,
lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre
porque no había lugar para ellos en el albergue”

(Lc 2,6-7)







Nace en un pesebre: en lo más bajo,
para que no haya caída al fondo de la cual no nos está esperando,
en el fondo de la cual no podamos volver a elevarnos con él.

Nace al margen: para que nada quede fuera de él,
para que lo central no sea el centro sino lo abrazado por Dios,
para que no haya lugar que sea externo a él.
Nace al margen,
al margen de todo lugar donde se debe nacer
para que no haya marginado que no esté cerca de él,
para que no haya margen que lo separe de ningún ser,
para estar al lado de los que nacieron como nació él;
los que viven como él nació,
los que son dejados afuera por los que tenemos un lugar en la sociedad,
los que tenemos puertas para cerrarles a los que son como él fue.

Elige la debilidad como camino porque elige la humanidad,
la realidad humana,
porque quiere darse desde nuestra realidad.

No es un Dios que se abaja,
es un Dios que acompaña.

(Fragmento de: Hugo Mujica, “Kenosis, sabiduría y compasión en los evangelios”).



"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 76


EN EL RETIRO DE LAS HERMANAS DE NUEVA YORK

Desde Navidad 1894 a primero del año 1895 (Parte 4)

Como yo soy una pobre nada, capaz sólo de hacer el mal y de echar a perder las obras de Dios, trataré de anonadarme a menudo con profundas humillaciones (verdad) y de sumergirme en el océano sagrado del Amor Divino para luego obrar o, por mejor decir, dejar obrar a Él mismo en mí y conmigo, poniendo toda la pasión que El me dé para promover los intereses de su gloria.
No saldré nunca de campaña sin hacerme acompañar de mi fuerte cruzada: mis Patronos y las 42 reliquias que llevo conmigo. Estas siempre delante y yo detrás de ellas. El primer movimiento será siempre de la cruzada. Los fracasos, las humillaciones, los escarnios, el deshonor, el oprobio, todo esto se debe a mí. La discípula no es más que su Divino Maestro. Demasiado apremia la Pasión de Jesús para poder resistir a ella. Oh Jesús…, Jesús…, Jesús-amor, Jesús…, haz que yo aprenda un poco a seguirte de cerca.
Cuando Jesús entró triunfalmente en Jerusalén, muchas personas buenas habían hecho preparar una comida con el deseo de invitarle a su casa, pero luego por respeto humano, por temor a los escribas, que miraban mal al que honraba a Jesús, lo dejaron solo y sin comer. Pobre Jesús, yo no soy digna, pero quiero que vengáis a comer a mi casa. Ponedme la mano sobre la cabeza y enriquecedme con vuestras gracias para que pueda haceros un buen recibimiento. En la mesa permitidme que me ponga en el puesto de confianza, a vuestra izquierda, para que pueda serviros bien y haceros servir en todo, y al mismo tiempo dejad que repose un momento la cabeza sobre vuestro corazón para entender los secretos celestiales que en él se encierran y escuchar con claridad todo aquello que Vos deseáis de mí, con el impulso fervoroso para practicar bien todo, porque no quiero haceros esperar más a la puerta de mi corazón.
A medida que creamos con viva fe la palabra y los misterios de Jesucristo, se nos dará la inteligencia de las cosas celestiales, inteligencia que se otorga con gran exuberancia a la fe, como, al contrario, la misma inteligencia se niega a la incredulidad.
El que recibe con fe la palabra de Dios, y con la fe la cultiva, tendrá nuevos incrementos de inteligencia; al que no tiene fe, en cambio, se le quitará aún la inteligencia natural y quedará en esa terrible ceguera en la que una vez caído, el pecador apenas sabe hacer uso de las facultades naturales para su salvación.
Pero la Misionera del Sagrado Corazón no debe desanimarse cuando no ve fructificar sensiblemente la semilla celestial, porque su efecto muchas veces no es conocido más que por Dios.
Viendo luego el efecto bueno y el fruto del propio esfuerzo, evite la Misionera atribuirse a sí misma o a la propia virtud el fruto de la semilla divina, recordando lo que dice el apóstol San Pablo: Ni el que planta es algo ni el que riega, sino Dios que hace crecer.



jueves, 21 de diciembre de 2017

El último mensaje de Francisca...


En diciembre de 1917, pocos días antes de su muerte, hace 100 años, Madre Cabrini dejó escrito un último y sugestivo mensaje para las hermanas, como solía hacerlo cada nuevo año (son las llamadas "strenne").

El mensaje es muy breve y transcribe el versículo 3 del Salmo 43...



La traducción del versículo es la siguiente:

Envíame tu luz y tu verdad:
que ellas me encaminen
y me guíen a tu santa Montaña,
hasta el lugar donde habitas.

La estrofa final de este mismo Salmo, dice:

¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios.



¿Qué son las "strenne"?

El significado del término “strenne” indicaba en sus orígenes un don, un regalo ofrecido como signo de propiciación en el primer día del Año.
Esta costumbre parece que viene desde el tiempo de la antigua Roma, más precisamente en el ambiente de la cultura sabina (de la Italia pre-romana). El término "strenne" es justamente una vos sabina que en latín equivale a fuerza, salud.
Se cuenta que, en el período de las calendas de enero, fueron ofrecidas a Tizio –rey sabino– algunas ramas cortadas de los árboles del bosque sagrado de la diosa "Strenía ", que era considerada la diosa de la fuerza y la salud, don que agradó mucho al Rey, al parecerle de buen auspicio.
Así, el ofrecer estas ramas sagradas se convirtió en signo de buenos augurios y don afectuoso para el inicio de un nuevo año.
Los Romanos asumieron esta costumbre y la llamaron "strenae", indicando los dones de carácter simbólico y religioso, intercambiados en días de particular solemnidad, especialmente durante las calendas de enero.
A estos ramos sagrados o "verbenas", generalmente de laurel u olivo, se le agregaba con frecuencia también higos, miel o dátiles como augurios de un año rico en acontecimientos de serenidad y dulzura.
El uso de estos dones ofrecidos al iniciar un nuevo año, bien pronto se fue extendiendo hacia otras fiestas, que se revistieron con prácticas supersticiosas. Por esto, la Iglesia de los primeros siglos manifestó una cierta desconfianza en orden a su uso.
Las “strenne”, a lo largo de los siglos se fueron modificando, adquiriendo forma de sonetos, canciones, leyendas o prosas literarias ofrecidas como don (regalos) de otro género.

Algunas “strenne”, debidas al corazón y a la pluma de Santa Francisca Javier Cabrini, podrían parecernos hoy un poco antiguas, pero su simbolismo es denso de significado y vale la pena detenerse en ellas para recibir su mensaje.
Las primeras, se presentan como una recopilación de puntos de claro sentido didáctico, un conjunto de advertencias y cuidados que miran a guiar el camino del espíritu. Otras, más numerosas, son aquellas que se sirven de una imagen o símbolo, tomados de la vida cotidiana, para elevarse a profundas consideraciones espirituales.
De algunas de estas strenne, se conservan los autógrafos y otras, sólo las tenemos en dactilografía o en imprenta de los primeros tiempos del Instituto y de varias procedencias, pero todas autenticadas y confrontadas con indagación del archivo (de la Curia General) y de testimonios tomados de cartas autógrafas de Madre Cabrini misma, en las que escribe de estas cartas o mensajes que contenían las strenne del año nuevo, tan esperadas por las hermanas y que Madre Cabrini trataba de enviarles a sus hijas lo más regularmente posible, (a fin o principio de cada año).
Conocemos 26 strenne enviadas por Madre Cabrini.

Fragmento de un texto de la Hna. Regina Canale M.S.C.



lunes, 18 de diciembre de 2017

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 75


EN EL RETIRO DE LAS HERMANAS DE NUEVA YORK

Desde Navidad 1894 a primero del año 1895 (Parte 3)

De pequeñas cosas derivan las grandes, y una de las primeras resoluciones sea la de atenerse a las pequeñas cosas, que son precisamente las que hicieron los grandes santos que ahora veneramos.
En la meditación es preciso que entre con toda mi alma, que permanezca sola con Dios y que salga totalmente distinta de la que entré.
El nombre SS. de Jesús es un compendio y un memorial de todas las perfecciones que le convienen en cuanto Dios, de todas las gracias y virtudes que en Él se encuentran en cuanto hombre y de todos los oficios que en cuanto Dios y hombre ejerce en las almas.
El nombre de Jesús es para mí sabiduría, justicia, santificación y redención. Él es mi Maestro, mi guía, mi piloto, mi pastor, mi médico, mi padre, mi juez y mi abogado, mi protector y defensor.
Yo lo tengo todo en Jesús amantísimo, querido Esposo, y Él es todo para mí. Si estoy enferma, Él es mi salud porque me sostiene material y espiritualmente; si tengo hambre, Él es mi manjar que tan suave y robustamente me sacia; débil, me vigoriza con su fortaleza; pobre, me enriquece; ignorante como soy, Él es mi sabiduría, y pecadora como soy, tan miserable, me purifica cada vez que me humillo y me eleva hasta su Divino Corazón, me abraza con su infinita bondad y me hace repetir: Omnia possum in Eo qui me confortat. Con Dios haré cosas grandes.
Jesús es mi fuerte y admirable consejero, padre del siglo futuro, príncipe de la paz; Jesús venció a los demonios; en Jesús todo fue nuevo y maravilloso, su doctrina está llena de admirables consejos; Jesús es el príncipe de la paz, es la abundancia de la perfectísima paz.
Vuestro nombre, oh Jesús, no es un nombre vano, sino un nombre seguro… Ay, obrad en mí todo lo que este nombre significa, para que yo pueda glorificarlo. Vos lo sois para mí todo, no deseo nada más, sino serviros y glorificaros lo menos indignamente posible.
Nadie puede decir dignamente “Jesús” si no es por la fuerza del Espíritu Santo, y mucho menos podré ponderar dignamente y entender con provecho lo que se encierra en el nombre Santísimo de mi amado Jesús si no soy prevenida y ayudada por el Espíritu Santo. A Él, pues, invocaré siempre.
Espíritu Santo, ven del cielo y del Tabernáculo, cielo mío, con tus rayos; ven, enciéndeme, ilumina mi mente y mi corazón. Sal a mi encuentro, oh santo Amor de mi Jesús, desde el amanecer, que yo quiero servirte como Tú quieres, Jesús…, Jesús…, Jesús…, oh mi amado Jesús…, quiero deshacerme de amor por Ti…, envuelta, consumada por tu santo amor, oh Jesús…

No pensaré ya en mí misma; despojada realmente de todo; no tendré otro pensamiento que Jesús, Jesús-amor. Amar a Jesús, buscar a Jesús, hablar de Jesús, hacer conocer a Jesús y sus perfecciones divinas, su Bondad infinita. Este será mi interés principal, el fin de todos mis pasos, de todas mis preocupaciones; de todo, en suma, lo que el cargo que ocupo me impone.



miércoles, 13 de diciembre de 2017

Audiencia del Papa Francisco con las Misioneras del Sagrado Corazón


Audiencia a las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, con motivo del primer centenario de la muerte de Santa Francisca Cabrini, 09.12.2017

A las 12 de esta mañana, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Santo Padre Francisco recibe en audiencia a las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús con motivo del primer centenario de la muerte de Santa Francesca Cabrini.

Publicamos a continuación el discurso que el Papa dirige a los presentes durante la Audiencia:

Discurso del Santo Padre

Queridas hermanas y queridos hermanos,

Con gran placer doy la  bienvenida a todos vosotros, representantes de la Familia Cabriniana, que deseáis de este modo concluir las celebraciones por el centenario del nacimiento de Santa Francisca Javiera Cabrini. El 17 de diciembre de 1917, esta mujer santa, que había cruzado el océano veinticuatro veces para ayudar a los emigrantes en las Américas, y que incansablemente llegó hasta los Andes y también a Argentina, moría repentinamente en Chicago, y partía para el último viaje.
Saludo a S.E. Mons. Rino Fisichella, que os sigue con tanto afecto; y agradezco a la Madre, Barbara Louise Staley, sus palabras de saludo y su compromiso activo para que allí donde haya emigrantes, esté  siempre presente la acogida y el testimonio del amor cristiano.
Santa Cabrini fue un verdadera misionera. Había crecido teniendo ante sus ojos  el ejemplo de San Francisco Javier, el pionero de la evangelización en Oriente. Llevaba en el corazón a China y esperaba proclamar el Evangelio en esa tierra lejana. No pensaba en los miles y miles de emigrantes que, debido al hambre, la falta de trabajo y la ausencia de un futuro, se embarcaban con sus pocas cosas para llegar a América, empujados  ​​por el sueño de una vida mejor. Como sabemos, fue la visión de futuro  del Papa León XIII  que, con una frase, la hizo cambiar de rumbo: "¡No a Oriente, Cabrini, sino a Oeste!". La joven madre, que acababa de fundar las Misioneras del Sagrado Corazón, tenía  que abrir los ojos para ver dónde Dios la enviaba en misión. No donde ella quería ir, sino donde Él había preparado para ella el camino, el camino del servicio y la santidad. Este es  el ejemplo de una verdadera vocación: olvidarse de uno mismo para abandonarse completamente al amor de Dios.
Después de tantos años, la realidad de los emigrantes, a los que Santa Francisca Javiera dedicó toda su vida, ha evolucionado y es más actual que nunca. Nuevos rostros  de hombres, mujeres y niños, marcadas por tantas formas de pobreza y de violencia, están de nuevo ante nuestros ojos y esperan encontrar en su camino manos tendidas y corazones acogedores como los de la Madre Cabrini.  A vosotros, en particular, se os  ofrece la responsabilidad de ser fieles a la misión de vuestra santa fundadora. Su carisma es de extraordinaria actualidad, porque los emigrantes ciertamente necesitan buenas leyes, programas de desarrollo, de organización, pero siempre necesitan también, y sobre todo amor, amistad, cercanía humana; necesitan ser escuchados, mirados a los ojos, acompañados; necesitan a Dios, encontrado en el amor gratuito de una mujer que, con el corazón consagrado, es hermana y madre.
¡Que el Señor renueve siempre en vosotros la mirada atenta y misericordiosa hacia los pobres que viven en nuestras ciudades y en nuestros países!. La Madre Cabrini tenía el coraje de mirar a los ojos a los niños huérfanos que se le confiaron, a los jóvenes sin trabajo tentados de delinquir, a los hombres y mujeres explotados en  los trabajos más humildes; y por eso , hoy estamos aquí para dar gracias  a Dios por su santidad. En cada uno de esos hermanos y hermanas, ella reconocía el rostro de Cristo y, genial como era, supo  aprovechar los talentos que el Señor le había confiado (Mt 25, 14-23). Tenía un fuerte sentido de acción apostólica; y si tuvo tanta energía cómo para realizar en pocos años un trabajo extraordinario, fue solo por su unión con Cristo, siguiendo el modelo de San Pablo, de  quien  tomó su lema: "Todo lo puedo en Aquel que me conforta". (Flp. 4,13). Una vida vertiginosa, cargada de trabajo, viajes interminables a pie, en tren, en nave, en barca, a caballo ...; creando de la nada  sesenta y siete obras entre guarderías, escuelas, colegios, hospitales, orfanatos, laboratorios ... todo para propagar la fuerza del Evangelio, que le había dilatado el corazón para que  perteneciera a todos.
Santa Cabrini vivió de la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús. La suya, paso a paso, fue una existencia totalmente tendida a consolar y dar a conocer y amar al Sagrado Corazón. Y esto la hizo capaz de  mirar al  corazón  de todos a los  que se acercaba y asistía para corresponder de manera coherente. Este importante aniversario nos recuerda fuertemente a todos la necesidad de una fe que sepa captar el momento de gracia que se vive. Por difícil que parezca, nos dice que debemos hacer lo que ella hizo: ser capaces de percibir los signos de nuestro tiempo, leerlos a la luz de la Palabra de Dios, vivirlos de tal manera que demos una respuesta que llegue al corazón de cada persona.
Queridas hermanas y queridos hermanos que compartís el carisma cabriniano os  agradezco vuestro compromiso. Os acompaño con la bendición apostólica, y os pido a cada uno de vosotros que no os olvidéis de rezar por mí.



Papa Francisco:

Impulsar el carisma cabriniano al servicio de los emigrantes que huyen de la pobreza y la violencia…



El Papa Francisco destacó la apremiante actualidad del apostolado de Santa Cabrini verdadera misionera de la acogida y testimonio del amor cristiano a los emigrantes.

Al recibir a las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, en ocasión del primer centenario de la muerte de Santa Francisca Javier Cabrini, a la que Pío XII proclamó «Patrona celeste ante Dios de todos los emigrantes», el Obispo de Roma recordó el camino vocacional de la Madre Cabrini, que vivió profundamente la espiritualidad del Corazón del Señor, haciéndola conocer y amar.

Nacida en Italia, nacionalizada estadounidense, escuchando la exhortación del Papa León XIII, comprendió dónde Dios la enviaba para su misión. No a China, como ella pensaba sino a las Américas, para desarrollar su apostolado asistiendo a los emigrantes. Misión que ella realizó infatigablemente llegando hasta los Andes y Argentina y falleciendo luego en Chicago, el 22 de diciembre de 1917.

«He aquí el ejemplo de una verdadera vocación: olvidarse de sí mismos para entregarse plenamente al amor de Dios».

«Después de tantos años, la realidad de los emigrantes a los que Santa Francisca Javier dedicó toda su vida, ha evolucionado y es más actual que nunca. Nuevos rostros, de hombres, mujeres y niños, marcados por tantas formas de pobreza y de violencia, están nuevamente ante nuestros ojos y esperan encontrar en su camino manos tendidas y corazones acogedores como los de la Madre Cabrini. A ustedes, en particular, se les ofrece la responsabilidad de ser fieles a la misión de vuestra Santa Fundadora».

En este contexto, el Papa Francisco hizo hincapié en la importancia de esta misión evangélica en el momento presente, los emigrantes necesitan leyes, pero en primer lugar, necesitan el testimonio activo del amor de Dios.

«Su carisma tiene una actualidad extraordinaria, porque los emigrantes tienen necesidad ciertamente de buenas leyes, de programas de desarrollo, de organización, pero siempre tienen necesidad también y ante todo de amor, de amistad, de cercanía humana; tienen necesidad de ser escuchados, de que se les mire a los ojos, de ser acompañados: tienen necesidad de Dios, encontrado en el amor gratuito de una mujer que, con el corazón consagrado, es hermana y madre tuya».

«Que el Señor renueve siempre en ustedes la mirada atenta y misericordiosa hacia los pobres que viven en nuestras ciudades y en nuestros países», deseó el Papa Francisco y añadió:

«La Madre Cabrini tenía la valentía de mirar a los ojos a los niños huérfanos que se le encomendaban, a los jóvenes sin trabajo que tenían la tentación de delinquir, a los hombres y mujeres explotados en los trabajos más humildes. Por ello estamos todos aquí para agradecer a Dios por su santidad. En cada uno de esos hermanos y hermanas, ella reconocía el rostro de Cristo. Y siendo genial como era ella, fue capaz de hacer fructificar los talentos que el Señor le había confiado».






lunes, 11 de diciembre de 2017

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 74


EN EL RETIRO DE LAS HERMANAS DE NUEVA YORK

Desde Navidad 1894 a primero del año 1895 (Parte 2)


Carga tu mano sobre mí, oh Jesús, pero preserva al Instituto de tu Corazón y haz que en él todos los miembros te glorifiquen del mejor modo posible.

La diligencia en las pequeñas cosas es la que ha formado a los santos. Mucho gana una en vencerse en pequeñas cosas más que en las grandes.

Todos los pensamientos unidos en la profunda meditación de una sola máxima eterna encienden una gran hoguera en el alma.


En gran recogimiento y profundo silencio, como de noche tranquila, se debe hacer la meditación, discurriendo con el entendimiento y ponderando lo que se aprende para provecho del alma, abrazando con la voluntad lo que se aprende y aplicándose luego a reformar la vida.

Los medios para el fin. Por amarga que sea la medicina para sanar espiritualmente en el alma, conviene tomarla con gran valor y no optar nunca por los caminos de la mediocridad. No dudemos en cortar, en quemar, con tal de hacer todo lo necesario para quitar de nosotros el defecto y alcanzar esa perfección a la que Dios nos llama.


Mi amado Jesús, Tú quieres que yo llegue de verdad al perfecto despojo de mí misma, y yo te prometo, oh Jesús dulcísimo mío, confiando únicamente en la bondad de tu Divino Corazón, buscar con toda la fuerza y con gran diligencia el perfecto dominio de mí misma, como te prometí en mis Ejercicios Espirituales. He dado algunos pasos con tu gracia y ahora continuaré con creciente energía hasta que, despojada enteramente de mí misma, sea poseída por Ti sin reserva. Jesús, yo lo quiero: corta, quema, consume; lo quiero, a todo estoy dispuesta, desconfiando de mí y confiando en ti plenamente. Omnia possum in Eo qui me confortat.


lunes, 4 de diciembre de 2017

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 73


EN EL RETIRO DE LAS HERMANAS DE NUEVA YORK

Desde Navidad 1894 a primero del año 1895 (Parte 1)

Ad Majorem Gloriam SS. C. J.

Mi dulcísimo Jesús Niño, mientras queréis que me ocupe de mis Hermanas para el retiro, haced que alguna migaja de la mesa celestial caiga también para que yo sacie el hambre y la sed que tengo de Vos, mi amantísimo Esposo. Procuraré ser la espigadora y Vos, mi amado Jesús Niño, sed siempre generoso y haced que yo pueda recolectar todo lo que es necesario para corresponder a vuestra gracia y alcanzar esa santidad a la que estoy obligado después de tantas gracias recibidas.

Quiero hacer todo aquello que te place, oh Jesús Niño; háblame al corazón, que tu pobrecilla te escucha.
Deseo ardientemente servirte, oh Jesús; sí quiero ser tu sierva; dime lo que quieres de mí.
Quiero cumplir tu voluntad en todo, sufrir todo por Ti, sin quejarme y sin pensar nunca que me han ofendido.
Miraré en todas las ofensas y agravios tu mano, que cumple la divina voluntad sobre mí; me humillaré y pensaré que todo es poco comparado con lo que yo he merecido por tantas infidelidades que he cometido en el curso de mi vida.