jueves, 26 de abril de 2018

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 88


MI RETIRO ESPIRITUAL
EN LOS SANTOS EJERCICIOS

De septiembre de 1897 (Tercera parte)

...
La verdadera paz celestial consiste en el cumplimiento perfecto de la voluntad de Dios, sin buscar ni desear otra cosa. Sonet vox tua. Suene, suene, oh Jesús dulcísimo, tu voz, que constituye el encanto de mi alma, y te seguiré entonces con la mayor perfección posible, sin fatiga, pues el sonido de tu voz produce por sí mismo el milagro en mi alma y la mueve suavemente hacia Ti. Oh Jesús, Jesús, Jesús, qué entrañable y amable eres. Te amo mucho, mucho, mucho.
El alma que es verdaderamente humilde y santamente indiferente, como no se aflige en las contrariedades, en las humillaciones, en los desprecios, en el olvido, sino que goza en ellos, sintiéndose así más cerca del adorado Bien de su alma, disfruta de una paz imperturbable.
Suene, suene tu voz, que yo comprenda lo que Tú me das, que yo pueda encontrarte siempre para amarte, te ame para poseerte, te posea para gozarte. Tú quieres, Jesús mío, que yo te busque siempre con todo mi afecto, quieres que te encuentre, que te conozca, que te ame, que te glorifique, procurando con todas las fuerzas que de Ti me vienen hacerte servir y honrar a ser posible por todos. Sí, Bondad infinita, me hiciste Misionera de tu Divino Corazón por pura misericordia, y yo lo debo hacer y lo haré mediante tu ayuda, que nunca me falta. Suene tu voz y yo me lanzaré hasta los últimos confines del mundo a hacer todo lo que Tú quieres, porque el sonido de tu voz obra los prodigios más maravillosos. En tu nombre, Señor, y encerrada en tu hermoso Corazón, lo puedo todo. Omnia possum in Eo qui me confortat.
La paz verdaderamente suprasensible, la paz que produce el gozo del Espíritu Santo, es aquella que proviene de la ordenada disposición de nuestra alma. Jesús, por su parte, no ha faltado… Ordinavit in me caritatem. Si, mi Jesús ordenó en mí la caridad hacia Dios y hacia el prójimo, y ay de mí el día en que yo la desordenase. Debo estar ordenada hacia Dios, dándole todo el honor que de mí exige, amándole con todo el afecto, con todo el impulso de mi corazón, sin dar ni siquiera una partecilla de mi afecto a las criaturas ni de mi ternura, que debe ser toda para el Amado de mi alma.


jueves, 19 de abril de 2018

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 87


MI RETIRO ESPIRITUAL
EN LOS SANTOS EJERCICIOS



De septiembre de 1897 (Segunda parte)

...
Pero sabes, oh Jesús mío, mi Dios y mi Todo, que yo soy nada, porque de la nada me sacaste, y la nada no puede nada si Tú no obras. Obra, pues, en mí; ámate en mí, conmigo, por mí; glorifícate del mejor modo que yo deseo ardientísimamente, pero no soy capaz porque soy miserable criatura. Me creaste para Ti, únicamente para Ti, y para obligarme a estar siempre cerca de Ti me diste el don sublime de la vocación desde mis primeros años. Dame, pues, cada día más la gracia de llegar a ser santa y perfecta religiosa. Yo lo quiero ser a costa de cualquier sacrificio. Quiero sufrir todo sin miedo, porque el amor puro me hace no tener miedo a nada. El me pone como en una barquilla, que El mismo se digna conducir, y por eso ninguna tempestad me atemoriza, antes al contrario, las dificultades acrecientan mi confianza. Me abandono totalmente a tu beneplácito; haz, Jesús, de mí lo que Tú quieras. Yo soy tuya, toda tuya; nada es bueno para mí fuera de Ti. Amo a las criaturas porque son tuyas; las quiero amar siempre en orden a Ti, para darte gusto a Ti, para glorificarte y para consolar tu Divino Corazón, procurando conducirlas todas a Ti. Cúbreme, Jesús, con la caridad de tu Divino Corazón para que yo sea realmente la Misionera de tu Divino Corazón y no lleve nunca indignamente este grandioso y sublime título salido de tu Divino Corazón. Te amo, Jesús, te amo mucho, mucho, mucho, y con tu gracia quiero amarte cada vez más. Sufrir por Jesús es un verdadero cielo para el alma amante; la voluntad de Jesús es el cielo de su esposa querida. Hablad, Señor, que vuestra sierva os escucha. Oh Jesús, yo me apoyo en Ti, voy a Ti. Introdúceme en la secreta intimidad y amaéstrame para que siga cada vez más fielmente tu santísima voluntad. Quiero agradarte en todo, quiero lo que a Ti place, no quiero preocuparme de mis deseos, quiero que todas mis inclinaciones queden sofocadas porque Tú, Jesús mío, debes reinar en mí como dueño absoluto. Tú eres mi hacedor y yo soy tu criatura, te debo obedecer y es dulce para mí este deber. Oh, sí, obedecerte a Ti, Dios mío, es para mí un reinado de paz, de gozo, de alegría. Yo soy tuya y Tú eres todo mío; soy tuya porque Tú eres mío. Oh mi Bien, oh mi Amado, oh mi Todo… Te amo… Te amo mucho… Servirte a Ti es reinar, Tú eres mi cielo; toda pena, todo agravio, es dulce contigo. Oh admirable bondad de mi Dios, qué poderosa es y hasta dónde llega para ayudar a tu criatura… La paz y el gozo que derramaste en mi alma, oh Jesús, ¿quién me la podrá turbar? ¿Las tribulaciones, las adversidades, las contradicciones? Oh Jesús mío, suene tu voz, descanse yo en Ti, y mi paz aumentará cada vez más, en lugar de disminuir.


jueves, 12 de abril de 2018

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 86


MI RETIRO ESPIRITUAL
EN LOS SANTOS EJERCICIOS


De septiembre de 1897 (Primera parte)

Bajo la protección de mi querida Madre Inmaculada de las Gracias y de San José.

Siento una necesidad grande, una sed ardiente de hacer los Santos Ejercicios para unirme íntimamente a Jesús y, encerrada en su Divino Corazón, aprender a corresponder de algún modo a aquel exceso de Amor con el que me ama mi Amado y amantísimo Esposo. Oh Jesús, qué bueno, entrañable y amable eres… Dilata, ay, mi pequeño corazón para que pueda corresponder de algún modo a tu excesivo amor. Oh Jesús, yo no puedo más; o amarte o morir. Oh Jesús, Esposo amado de mi alma, te amo mucho, mucho, pero me consumo porque no sé amarte como quisiera y como merece tu hermoso Corazón inflamado de Amor. Oh Amor inmenso, oh océano de amor, haz que yo te pueda amar por intercesión de María Santísima Inmaculada de las Gracias y de San José, mi maestro de vida interior. (pág. 171)
Procuraré hacer todo con mucha regularidad, evitar todo lo que pueda estorbar el recogimiento exterior, y en cuanto al interior estaré siempre unida a Jesús, delante de El, con mi alma dispuesta, pidiéndole una luz vivísima para conocer todos mis defectos y gracia para poderlos corregir y cambiar en otras tantas bellas virtudes.
En el descubrimiento de los defectos me humillaré profundamente y amaré el oprobio que de ellos me venga. Dios en su infinita bondad me concibió en su mente y sacándome de la nada me dio un alma, un corazón capaz de amarle; encendió dentro de ella un fuego, le dio una amplitud de deseos y le está invitando constantemente a amarle cada vez más. El me llena hasta el colmo de todo bien, cuyo gozo trasciende toda expresión. Oh mi Amado, ¿cómo eres Tú? Oh mi amor, mi vida, oh mi Todo, Tú eres todo mío, y yo soy toda tuya. Yo soy tuya porque Tú eres mío.


jueves, 5 de abril de 2018

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 85



MI RETIRO EN CARNAVAL DE 1892 EN ROMA
(Segunda parte)

En este Santo retiro procuraré estudiar cada vez más tu voluntad, amantísimo Jesús mío, para hacer cada vez más mejor aquello que te agrada. No, no deseo otra cosa que conocer tu gusto y conformarme a él. El mundo no existe ya para mí, las criaturas no tienen parte en mi corazón, por obra de tu gracia; yo pensaré siempre en ti, y Tú, Jesús, piensa en mí y hazme seguir con verdadera fidelidad todo lo que quieres de mí para tu gloria, o diré mejor, haz Tú todo en mí, a fin de que ni en sueños piense yo apropiarme algo para mí. Soy toda tuya, soy la víctima de tu Divino Corazón, y el llamarme tu víctima y renovarte mi consagración total, dispuesta a sufrir todo para consolar tu Divino Corazón, me resulta tan gozoso que me parece voy a desvanecerme por el gozo inefable. Oh Amado mío, qué grande y admirable eres. Eres un ramillete de mirra que destila para mí; yo gimo y gozo gimiendo contigo. Ay, graba, Jesús, tu Corazón en el mío; en este sello divino contemplo tus amarguras, tus dolores, tu Pasión santísima; y Tú aplícame el fruto cada vez que con la lengua o con el corazón renueve mi voto de entregarte toda mi ternura o te diga simplemente: Oh Jesús, te amo mucho, mucho, mucho.
1.  La ciencia del padecer es la ciencia de los santos.
2. El que Ignora el sufrir por amor a Cristo, amante Esposo, ¿qué sabe de grande y maravilloso en su vida?
3. El sufrir santamente por Dios es ese manjar exquisito, fruto de la mística mies, de inestimable mérito para nuestra alma.
4.  Jesús padece y nosotros, sufriendo por El y con El, reparamos a su Divino Corazón y adquirimos méritos para la vida eterna, ya que cada suspiro, cada lágrima derramada por Jesús, tendrá su galardón.
5.  Ah, si todas las almas advirtieran la preciosa labor de la gracia en sus padecimientos y la relación de éstos con su eterna predestinación; cuántas que malgastan sus sufrimientos, soportándolos con murmuraciones o lamentos o materialmente, sin fin sobrenatural, sabrían atesorar una mies tan pingüe y copiosa.