jueves, 28 de febrero de 2019

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 127



Fragmentos de cartas y hojitas sin fecha e incompletas
(Segunda parte)

Desconfiaré siempre de mí misma y confiaré ilimitadamente en mi Jesús. Omnia possum en Eo.
Me confesaré siempre pecadora, porque tal soy en realidad, y recordaré que el que dice no tener pecado se miente a sí mismo y al Espíritu Santo.
Me creeré siempre incapaz de nada y buena sólo para hacer el mal; pero trabajaré siempre con gran entrega conforme a la obediencia, y si alguna cosa me sale bien, me guardaré de atribuírmela a mí misma, sino sólo a la bondad del Divino Corazón.
Consideraré a todas mis Hermanas mejores que yo y santas, y por tales la respetaré viendo en cada una de ellas a la verdadera esposa de Cristo, de la cual no merezco la compañía y ni siquiera besar la tierra que pisa.
Al ver algún defecto en mis Hermanas lo atribuiré a mi malicia y maldad, y cuando no pudiera excusar la acción, excusaré la intención.
Todas son más santas que yo, aún aquellas que tuvieran las apariencias menos buenas.
Me guardaré bien de juzgar los hechos ajenos para no merecer un día ser terriblemente juzgada y severamente castigada.
Tendré gran caridad con todas y cada una de mis Hermanas y no las ofenderé nunca ni de palabra ni de obra.







jueves, 21 de febrero de 2019

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 126


Fragmentos de cartas y hojitas sin fecha e incompletas
(Primera parte)

Algunos propósitos de una Religiosa
que quiere sinceramente hacerse santa.

Mi Dios, yo soy una pobre y miserable pecadora que merece todos los castigos, pero confío en vuestra bondad y misericordia infinita.
Apoyada en la bondad de vuestro Divino Corazón, oh Jesús mío, me atrevo a prometer que seré fiel esposa de ahora en adelante, si bien, mirando mi miseria y flaqueza, no osaría hacer esos propósitos, daros esa palabra que con los hechos y al presentarse la ocasión tantas veces he desmentido. Pero Vos sois mi amado Esposo, el buen Padre de misericordia, y prometisteis ayudar a un corazón contrito; por tanto, en Vos lo puedo todo. Apoyada en mi misma me perderé; apoyada en Voz, protegida dentro de vuestro Divino Corazón, llegaré a ser un alma capaz de hacerme santa. Omnia possum in Eo qui me confortat. Miserere mei Deus, secundum misericordiam tuam. Amplius lava me ab iniquitate mea. Cor mundum crea in me Deus et spiritum rectum innova in visceribus meis.
María Santísima, dulce y tierna Madre mía, ayudadme Vos, para que pueda comportarme como verdadera religiosa, imitando vuestros sublimes ejemplos, a fin de consolar al Corazón de mi dulce y amable Jesús.
Ángel Custodio y fidelísimo guía mío, no te canses de mis rebeldías, sino háblame fuerte, sácame de mi sopor y enciéndeme en santo amor de Dios y en santo desprecio contra mí, pobre pecadora.
Mis santos patronos especiales y, sobretodo vos, mi querido santo N.N. (n. de la r.: se transcribe exactamente del manuscrito), ayudadme en mi empresa. Yo debo hacerme santa; obtenedme esas abundantes ayudas de las que tengo tanta necesidad.








jueves, 14 de febrero de 2019

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 125



PENTECOSTÉS – 1911

Es preciso entender prácticamente y no especulativamente que las tribulaciones son para las Religiosas como un segundo noviciado. El primero sirvió para la profesión, el segundo sirve para el cielo.
Cuántas Religiosas serían santas si hubieran sabido merecer una mayor participación en la cruz de Cristo, porque nuestras almas son como la tierra, que para hacerse fecunda tiene necesidad de que el hierro del agricultor le desgarre las entrañas.
No sabiendo dar buena acogida a las cruces que Dios manda, se desmerece la bella y preciosa gracia de ofrecerle mayores sacrificios y de tener parte entre las almas fuertes y generosas.
La tribulación soportada con amor confiere al alma paciente el privilegio más deseable, que es el detener a su Dios más próximo que aquellos que no sufren.
Si sufrimos con amor, Él está en nosotros con especial predilección y con la amorosa preocupación de un tiernísimo Padre.
Omnia possum in Eo qui me confortat.







jueves, 7 de febrero de 2019

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 124


EN EL DÍA DE TODOS LOS SANTOS

1910

Para elevar un templo en el propio corazón y unirse con Cristo en Dios es necesario imponer silencio a todos los enemigos, es decir, a las propias pasiones, y ponerlos a todos bajo los pies con una victoria decisiva.
La victoria sobre las pasiones es el primer paso para alcanzar la vida interior, y el alma no puede obtener de otro modo el favor que pide porque está escrito que Dios no puede habitar en un corazón esclavo de las pasiones.
La razón, la fe y el ejemplo de los santos se unen para mostrarme que no se puede iniciar la verdadera vida espiritual si no es librando con la voluntad inferior duros combates, y esta necesidad del combate es para todas sin excepciones; sólo que el combate es más o menos penoso según que la gracia sea más o menos abundante, y según que las pasiones sean más o menos fuertes.
La virtud más indispensable para llegar a la vida interior es la humildad, y Dios mismo en la Sagrada Escritura nos dice que abomina el orgullo y a sus viles esclavos, que resiste a los soberbios y los humilla, mientras que se complace en elevar a los humildes y comunicarse a ellos.
La humildad es el fundamento de la fe, y como la fe, hermosa hija de Dios, es la piedra angular de toda nuestra santa Religión, la base de la disciplina cristiana y el principio de la salvación eterna, es evidente que el valor y la excelencia de la humildad son incomparables.
La humildad es también el fundamento sólido y duradero de todas las demás virtudes. Como el orgullo es el principio de todos los vicios, así la humildad es la raíz de todas las virtudes; la siembra en nuestras almas, la cultiva y la conserva: ella es la madre, la nodriza, el engarce, el áncora, el apoyo y el vínculo de todas las virtudes.
La Religiosa que acumula virtudes sin humildad hace como aquel que lanza polvo al viento, porque si la humildad es vacilante, todas las virtudes unidas alrededor de ella se vienen abajo y todas las buenas obras son nada si no están sazonadas y perfeccionadas por la humildad.