jueves, 28 de marzo de 2019

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 131



Fragmentos de cartas y hojitas sin fecha e incompletas
(Sexta parte)

Ejercicios Espirituales de las externas
Avisos a las Religiosas (Continuación)

Tu interior debe estar tan bien ordenado que regule siempre el exterior para cumplir el deber de la edificación.
No buscar nunca tu comodidad al estar de pie o sentada.
Esfuérzate en todas tus cosas, ya que como Misionera tienes la obligación de mover a todos con tu fervor a practicar el bien.
Conoce la importancia de tus deberes y examínate cada día, para ver si los has cumplido y cómo. Ama al Instituto y procura ser, cada día más, hija fidelísima.
Sobre todo, sé muy humilde y aprovecha todas las ocasiones para practicar tan bella, tan grande, tan noble virtud, que es la única piedra segura para echar los fundamentos de la más alta perfección. Cuida los afectos del corazón y haz que se encaucen siempre al Corazón Santísimo de Jesús.
No entregarte nunca a virtudes extrañas, sino a las sólidas y robustas, y enseña esto a las novicias, porque es el único modo de hacerlas hijas dignas del instituto.





jueves, 21 de marzo de 2019

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 130



Fragmentos de cartas y hojitas sin fecha e incompletas
(Quinta parte)

Ejercicios Espirituales de las externas
Avisos a las Religiosas (Continuación)

Todo a la mayor Gloria
del Corazón Santísimo de Jesús,
por el cual la Religiosa se ha hecho víctima por los
pecadores, sus amados hermanos

La religiosa es una víctima de santo amor y cada día desea poder hacer mucho y padecer por su Amado. Las víctimas voluntarias no son quejumbrosas, sino generosas, y todo les parece fácil, todo bello, todo sereno, todo gozoso, por lo cual se puede decir que poseen el cielo en el alma, que pueden en todo momento hacer participar en él a todos los que la rodean, a todos los que se le acercan. Esto es realmente el gran espectáculo que causa admiración en todos los que observan a la Religiosa, que sea verdadera Religiosa de óptimo espíritu.
Las víctimas deben ser puras e inmaculadas, y por eso la Religiosa debe tener especial cuidado de guardar su corazón, erradicando cada vez más de sí todas las afecciones, aún aquellas que le parezcan muy inocentes y naturales.
Para ella no existe ya nada natural, habiéndose entregado a Aquel que no sólo ha renunciado al mundo, sino que dijo solemnemente: Yo no ruego por el mundo.
La religiosa sufre en silencio, y si le preguntan por sus sufrimientos responde con una sonrisa celestial: oh, yo vivo un cielo dentro y alrededor de mí, un cielo que ninguna delicia de aquí abajo puede igualar.
La religiosa es modesta y muy moderada en todos sus movimientos, no exagera nunca ni la dulce emoción ni el dolor.
La religiosa no conoce patria, no hace distinción de lugar o de país, porque para su gran ánimo el mundo es pequeño.
La religiosa vive en un perfecto abandono en el Corazón adorable de Jesús y no le preocupa ningún pensamiento.
Dichosa tú, alma privilegiada. Dios esté siempre contigo y te bendiga.

A. M. G. SS. C. J.





jueves, 14 de marzo de 2019

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 129



Fragmentos de cartas y hojitas sin fecha e incompletas
(Cuarta parte)

Ejercicios Espirituales de las externas
Avisos a las Religiosas

Tengan una modestia y compostura de ángel, inspirándose en la imagen de María Santísima, nuestra dulce Madre, y de Margarita Alacoque.
Observen un silencio rigurosísimo en todos los lugares y a todas horas; la que falte, bese inmediatamente la tierra.
La que debe hablar por deber con las Ejercitantes pondere bien cada palabra para no dañar a las almas, en lugar de edificarlas. Guárdense bien de escuchar murmuraciones y más aún de aprobarlas.
Reciten un Veni Creator cada mañana y tres Angelus Domini por las ejercitantes; ofrezcan, además, con el mismo fin todas las prácticas, los sacrificios y las pequeñas mortificaciones que hagan en cada momento como fieles esposas del amantísimo Corazón de Jesús.
Atienda cada una al propio oficio con escrupulosa diligencia, y atendiendo a sí misma no se fije nunca en si las otras faltan.
Sean humildes y suaves, y gravemente dulces con todas.
Practiquemos una perfecta obediencia, tal como prescriben las Santas Reglas, y con ella mereceremos grandes gracias para la conversión de las almas. La obediencia practicada así será el sacrificio más perfecto que podrán ofrecer al Corazón Santísimo de Jesús.
Al quedar libres de las obligaciones del oficio, retírense al lugar destinado para ponerse un poco en recogimiento.
Varias veces al día examine cada una se ha empleado bien su tiempo, en el modo arriba indicado.
Al anochecer reciten el Miserere con los brazos en cruz, en reparación por las faltas cometidas en la jornada y para obtener gran misericordia para todas las almas que Jesús atrajo hacia sí. Todo en el nombre de Jesús. Todo para su sacratísimo Corazón. Todo para su mayor Gloria.





jueves, 7 de marzo de 2019

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 128



Fragmentos de cartas y hojitas sin fecha e incompletas
(Tercera parte)

Cuando, por desgracia, me dé cuenta de haber ofendido a alguno le pediré enseguida perdón, y no iré nunca al altar sin haberme reconciliado con mi hermano.
Respetaré y veneraré a mis Superioras, sin hacer distinciones entre las unas y las otras, viendo en ellas a las representantes de Dios, a las que debo sumisión y obediencia.
No diré nunca una palabra de crítica o de murmuración, y ni siquiera la escucharé para que no se convierta en leprosa mi alma.
Cuando, por desgracia, haya dicho una palabra de crítica pediré en seguida penitencia a mi Superiora.
Observaré el silencio con mucho cuidado y lo consideraré tan necesario para mí como el aire para respirar, porque en el silencio respiraré la unión santa con mi Dios.
No diré nunca mis razones, ni seguiré nunca mi parecer contra el de las otras.
Escucharé con respeto a mis Superioras sin contradecirlas ni juzgar sus órdenes, mostrándome como verdadera hija dócil y obediente.
No hablaré nunca de cosas que no me atañen, y menos aún de las que no son de mi estado. Me portaré siempre como ignorante, desviando la conversación.
No diré nunca nada para hacerme pasar por prudente y experta.
No hablaré nunca de mí misma ni en bien ni en mal, y de los demás hablaré muy poco o nada, y ese poco en bien.
No estaré nunca ansiosa por saber las cosas ajenas, y de mí misma sólo querré saber que soy gran pecadora e incapaz de nada.
Seré siempre modesta y recatada en mi persona, pensando cómo se comportaba María Santísima, mi tierna Madre.
Seré siempre modesta en la vista, no fijando nunca los ojos en ninguna criatura.
Seré siempre sencilla en mi modo de hablar y de decir, sin afectación alguna.
No exageraré nunca las emociones, el dolor o la alegría, sino que me mantendré siempre en los límites de mi modestia.
No gesticularé al hablar ni haré otros signos con la cara y con el cuerpo, y evitaré el ceño.