jueves, 30 de septiembre de 2021

Hna. Matilde - Episodio 3: "Villa Mercedes, San Luis" (Quinta parte)

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Las vueltas de la vida son extrañas y los caminos de Dios, a veces, lo son más aún. Matilde asumió la dirección de la escuela primaria de Caballito y fue nombrada superiora de la comunidad. Estando en Buenos Aires pudo tener más tiempo para seguir buscando una solución para el problema de Humberto.

Quien ha conocido en ese tiempo el estilo de la Comunidad de Santa Rosa Caballito habrá notado, sin dudas, que rompía un poco los cánones que observaban en las otras comunidades. Las maestras, las profesoras y otras personas cercanas a las Hermanas entraban con naturalidad al comedor y hasta compartían a veces la comida con las hermanas. Madre Luján estaba ahí también y al mejor estilo de las hermanas Giovagnoli, cuidaba amorosamente, como una madre, a una chiquita llamada Melania Nuñez y a otra, algo mayor, llamada Herta, que ayudaba en la cocina.

Matilde no cesaba en su intento de buscar la solución, el alivio para el sufrimiento y el dolor físico de Humberto. Parece que la angustia de aquel tiempo vuelve ahora, mientras sigue relatando la zozobra de los momentos que se acercaban.

"En los ratos en que lo visitábamos con Madre Constantina o con quien me acompañara, hablábamos mucho con él. Siempre decía que quería estudiar. Decía que quería ser abogado. Que una cosa eran las piernas y otra era la cabeza. Quería estudiar abogacía para defender a los hijos de las madres que eran malas. El momento de la operación se acercaba, pero para que pudiera concretarse eran necesarios unos aparatos y ganchos que permitirían enderezarle de a poco la columna. Mientras me ocupaba de conseguirlos, Humberto y otro muchacho estaban en un tratamiento que consistía en estirarlos con un sistema de pesas. Se hacía imposible conseguir acá todo lo necesario para la operación. El momento era muy duro, siempre que podía lo acompañaba mientras rezaba y le pedía a la Santa Madre y al Corazón de Jesús el milagro. El estiramiento del cuerpo con las pesas duró un mes. Y como siempre, la providencia, cuando uno la suplica, aparece. De pronto, pensé en el Hospital Columbus; ahí estaba la Hermana Irma Lunghi; tenía que ponerme en comunicación con ella. Le pedí a la profesora de inglés del colegio que oficiara de intérprete y la llamé. Esta hermana comprendió perfectamente todo, consiguió los aparatos y los mandó desde Estados Unidos. Llegaron las cajas y se las llevamos al médico. La felicidad de este hombre fue muy grande al comprobar que, en realidad, habían llegado dos juegos y que por lo tanto, también podía operar al otro chico que estaba haciendo el estiramiento con Humberto.


¡Cuánto más grande es la bondad, la anchura y la profundidad del Corazón de Jesús que siempre da, y da en abundancia! Así fue que los dos fueron operados. Pasó ocho meses con un yeso y a esta primera operación le siguen otras. En este tiempo, Humberto se quedó en la Comunidad de Caballito ocupando una habitación externa mientras progresaba con en el tratamiento".

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lunes, 27 de septiembre de 2021

Hna. Matilde - Episodio 3: "Villa Mercedes, San Luis" (Cuarta parte)



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Matilde no se dio por vencida; se siguió moviendo, averiguando, buscando. Hizo todo lo que hubiese hecho "una buena madre" por su hijo. También ella estaba temerosa, pero no perdió las esperanzas, ni bajó los brazos.

"Seguí buscando hasta que, por fin, encontramos en el conurbano, en las afueras de la capital, un médico traumatólogo que, a su vez, era también médico en el Senado de la Nación y atendía en traumatología de un hospital de la provincia. Allá lo llevamos a Humberto. Este médico lo revisó cuidadosamente y cuando vio la curvatura de columna vertebral de Humberto, salió del consultorio y llamó a todos los demás médicos residentes. Lo expuso casi desnudo y le explicó a esos médicos jóvenes que las piernas de este muchacho eran sus brazos, que por eso se movía como lo hacía, impulsándose con las extremidades superiores y arrastrando el resto del cuerpo. La columna tenía la forma de un signo de interrogación y les explicó que, por cómo se las ingenió para moverse, desarrolló mucho la parte superior, el tronco y también los pulmones. Es por eso que podía respirar normalmente. Explicó también que la entrada normal de aire a los pulmones permitía que fuera posible operarlo. Si el oxígeno en sangre no hubiese sido suficiente, no se habría podido intervenir".

Matilde iba y venía de Villa Mercedes a Buenos Aires para ocuparse más de cerca de Humberto. Eso nunca significó que descuidara su trabajo misionero, pero empezaron los rumores y las acusaciones falsas. Como siempre que ella ha sentido, y no fueron pocas veces, que había algo que impedía que su trabajo pastoral fuera todo lo eficiente que debía ser, después de rezarlo mucho, tomó una decisión. En ese momento, la Hermana Albina Visigalli era la superiora de la comunidad. Matilde habló con ella y le dijo que no iba a permanecer allí con esa situación conflictiva; le pidió dinero para el pasaje y le avisó con determinación, que se volvía a Buenos Aires. No era su estilo trabajar en condiciones adversas y menos aún, en desavenencia con algunas hermanas de la misma comunidad. Tenía responsabilidad con el grupo que había conseguido formar y quería dejar todo muy en claro. Reunió a las pupilas, les explicó la situación y no sin lágrimas, emprendió su regreso a Buenos Aires. Su destino fue entonces, la comunidad de Santa Rosa Caballito.

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jueves, 23 de septiembre de 2021

Hna. Matilde - Episodio 3: "Villa Mercedes, San Luis" (Tercera parte)

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La misión en el barrio criollo le despertó otro sentimiento y esta vez, aparentemente reñido con lo estrictamente relacionado con la vida religiosa.

Hoy, a sus 90 años, ya le puso nombre y lo asumió hasta las más conflictivas consecuencias. Sonó muy duro y sin embargo, muy serenamente expresado cuando dijo, sin dudar un segundo:

"Soy una monja con hijos".

Después de decir esto, empieza a desmadejar la secuencia de aquello que fue dándole lugar a aceptar que en ella por lo menos, el instinto maternal no se contrapone con la consagración.

"En esta misión en la escuelita del Barrio Criollo, el primero que salta ante mi vista es Humberto (Humberto Sottile). La Misa todavía se celebraba en la escuelita. Él estaba en sexto grado y quería tomar la comunión. Se movía arrastrándose, con una dificultad enorme. La enfermedad le impedía tener movimiento en las piernas y estaba mal sostenido por unos aparatos horribles e inadecuados que le habían deformado todo el cuerpo. Llegó como pudo para participar de la misa, se me acercó y me preguntó si podía ser monaguillo. Al principio me negué; le dije que no, que con los aparatos y los bastones con los que se movía, le sería muy incómodo. Pero para mi sorpresa, empezó la celebración y... este chico entró con el sacerdote. ¡Increíble! Tenía una alegría y un entusiasmo enorme. Se preparó e hizo su primera comunión ahí, en la escuelita. Yo sufría tremendamente al verlo moverse con esa dificultad y con esos aparatos que, más que ayudarlo, lo limitaban.

Hospital San Juan de Dios, Ramos Mejía

Como todos los años, durante el receso escolar, nos reuníamos en Buenos Aires para la Asamblea y el retiro anual. Cuando regresé a Villa Mercedes fui a verlo y lo encontré debajo de un árbol, sentado sobre el elástico oxidado de una cama vieja, sin colchón, sin los aparatos y sin bastones. El aparato se le había roto. La madre, cada vez que el aparato se le rompía le pegaba, lo castigaba haciéndolo lavar los platos prácticamente colgado de una pileta alta; colgado porque las piernas no lo sostenían. Le pregunté por esos terribles aparatos y me dijo que el herrero... ¡los aparatos se los hacía el herrero!, que el herrero le había dicho que ya no podían arreglarse más, que no había forma de arreglo posible. Yo sentí en mi corazón que de ninguna manera podía dejar a ese chico así. Su mamá convivía con un hombre que no era el papá de Humberto. A pesar de que la mujer no trataba bien a su hijo, conseguimos su consentimiento. Una de las chicas del grupo misionero consiguió una silla de ruedas. Pudimos sacarlo de ahí. Lo trajimos a Buenos Aires y lo llevé a ALPI (Asociación de lucha contra la parálisis infantil). Todo parecía inútil entonces. Prácticamente no nos atendieron porque lo miraron y vieron que no movía ni articulaba nada de la cintura para abajo. Solamente nos dijeron que necesitaba otro tipo de atención. Recorrí, a partir de entonces, muchos lugares hasta que finalmente, llegué al Hospital San Juan de Dios, en Ramos Mejía, en la Provincia de Buenos Aires. A mí se me estrujaba el corazón pensando que de ahí también saldría con otra negativa, pero, casi milagrosamente, cuando lo estaban revisando, uno de sus pies se movió, apenas, casi imperceptiblemente. Al ver ese mínimo movimiento, que por suerte el médico también percibió, me dijo que lo dejara internado. La que lo iba a visitar porque estaba en Buenos Aires, era Madre Constantina Sepich. Llegó el momento en el que los médicos decidieron operarlo. Lógicamente, el chico tenía miedo, se resistía a la operación. A su lado había estado internado otro chico que había pasado por una cirugía parecida y que, a causa de eso, había quedado cuadripléjico. Este hecho lo dejó muy asustado y no aceptó pasar por la operación. Le hicieron un corsé y así fue tirando".

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lunes, 20 de septiembre de 2021

Hna. Matilde - Episodio 3: "Villa Mercedes, San Luis" (Segunda parte)

 

Villa Mercedes, San Luis

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Fueron cuatro años los que ella permaneció en Villa Mercedes y su relación con las familias no se limitó exclusivamente a la atención espiritual. Les fue enseñando a las chicas a estar atentas a las necesidades básicas de las personas, a que no les falte nada, que nadie quedara sin calzado, sin ropa digna, sin útiles para los chicos. Conseguían medicamentos y, en el caso que fuera necesario, también alimentos.

El anhelo inicial que la inquietaba mientras limpiaba los pisos en el Colegio de Caballito se concretaba en abundancia y acendraba más aún la vocación.

La misma gente del barrio empezó a hacerse cargo de algunas tareas propias de la misión. Un señor que vivía con su mamá y la llevaba a participar de la Eucaristía con una dedicación y alegría notable, se encargaba de abrir el garaje antes de la Misa; lo mantenía limpio y preparaba todo lo indispensable para la celebración. Con otro señor del barrio se propusieron y consiguieron un terreno. Allí, los padres franciscanos y todos los vecinos empezaron a levantar la capilla. Con sus propias manos y dedicando el tiempo libre, la terminaron. Era como haber concretado el sueño de la casa común.

Pero una nueva inquietud daba vueltas en el corazón de esta religiosa que descubría cada vez, una faceta nueva de las casi inabarcables que tiene la vocación.

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jueves, 16 de septiembre de 2021

Hna. Matilde - Episodio 3: "Villa Mercedes, San Luis" (Primera parte)

 

Colegio Sagrado Corazón, Villa Mercedes

El próximo destino de Matilde fue el Colegio Sagrado Corazón de Villa Mercedes, San Luis. Villa Mercedes era en ese tiempo poco más que un pueblo, ubicado a 730 Km de Buenos Aires y a 90 km del límite con la provincia de Córdoba. De la capital de la provincia, la ciudad de San Luis, la separan 97 Km. El Colegio había sido fundado en 1901 bajo la mirada atenta de la Santa Madre (ver Epistolario, página 573-585)

La situación geográfica hacía indispensable que además de la enseñanza a nivel primario, talleres prácticos de costura y cocina, se habilitara también un internado que albergase a niñas de las localidades circundantes que no tenían posibilidad de recibir educación con orientación religiosa en sus lugares de origen. Con el tiempo, se abrió también el nivel secundario (1962). La comunidad inicial estaba formada por siete hermanas y la demanda de incorporación al colegio era tanta, que fue el primero en incorporar docentes laicos.

Matilde llega y le encomiendan el pupilaje. Tiene, además, a cargo un grado y da matemáticas en el secundario. Es este su primer trato directo con adolescentes y con todo el potencial y la energía que en este período de la vida las jóvenes transmiten.

Matilde sintió que era una cantera con la que se podía contar para salir a misionar, para estar y ponerlas en relación con el pueblo y sobre todo, con los más necesitados. La acción tendría un doble propósito: formar el espíritu de las muchachas en el contacto con las necesidades de las personas y llevar ayuda efectiva a quienes la necesitaran.

La primera incursión misionera la hacen en una zona conocida como Barrio Criollo, a unas quince cuadras del Colegio. En el barrio funcionaba una escuela pública. Matilde hizo gestiones y consiguió permiso para que, una vez terminada la jornada escolar a partir de las cinco de la tarde, fuera posible usar las aulas para dar catequesis. Allá fue con algunas alumnas y pupilas. Muchos adultos querían recibir los sacramentos y los chicos que concurrían a la escuela se quedaban después de clase para asistir a la formación religiosa.

Con el tiempo, y ya encaminado el trabajo pastoral, se sumaron los padres Franciscanos. Empezaron a celebrar la Eucaristía en un garaje pequeño y con piso de tierra que les facilitaba una familia con ocho hijos.

El trabajo pastoral empezó a dar sus frutos. Muchos recibieron el sacramento del bautismo e hicieron la primera comunión. El grupo encabezado por Matilde estableció un vínculo muy estrecho con la gente del lugar.

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lunes, 13 de septiembre de 2021

Hna. Matilde - Episodio 2: "Período de formación" (Cuarta parte)

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Y sigue repasando en voz alta este crecimiento que, sin dudas, la determina.

"Esto me abrió el panorama. También fue muy fuerte estar con las pupilas; estar con ellas me develó otra realidad pero, lo definitivo en mi vida y en mi vocación fue la ida a Nicaragua. Ahí, verdaderamente, uno estuvo con el pueblo. Pero, como ya dije, el despertar al verdadero sentido de la misión me lo dio Madre Teresa en Capilla del Monte. ¡Qué libertad tenía! Y esa otra hermana, Madre Michelina, que la hicieron salir de Argentina por la acusación que le hizo la supervisora que vino a comprobar si era cierto que las hermanas estaban tan en contacto con los pobres y con la gente. A Michelina la trasladaron a Brasil y ella se va por el sur y arma otra misión. A Teresa la dejan en Capilla del Monte. En esa Comunidad estaban todas las hermanas mayores y enfermas. Ella siguió con lo suyo, trabajaba en la parroquia y por los pueblos de los alrededores. El sacerdote llegaba a caballo y a ella, a veces la alcanzaban en auto teniendo que dar vueltas muy grandes por la falta de caminos entre las sierras".

Parroquia San Antonio de Padua - Capilla del Monte

Estas hermanas le estaban poniendo vida anticipada a lo que después se plasmara en las Constituciones, al final del Capítulo 16.

"Animada por el espíritu de Madre Cabrini, la Misionera se esforzará (...) en guiar a todos a la plenitud de la fe" (Constituciones 1982, Punto 16).

"Siento, siempre siento que esta necesidad de acercarme y no dejar pasar desapercibido al pobre y al necesitado, la tuve y se mantiene viva gracias a la Hermana Teresa, a partir de ese tiempo vivido en Capilla del Monte. Cuando supe que ella había fallecido empecé a pedirle y le sigo pidiendo que me conceda la gracia de ser sensible y de amar verdaderamente a los pobres, así como ella los amaba. Creo que me lo ha concedido y me lo sigue concediendo".



jueves, 9 de septiembre de 2021

Hna. Matilde - Episodio 2: "Período de formación" (Tercera parte)

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Para Matilde, esta hermana (Serena Pennaroli) era un referente importante. Ella misma le había contado de qué manera la Santa Madre había sido determinante en su vida.

"Cuando Serena iba a hacer la profesión, la Madre Maestra le dijo a Madre Cabrini: ‘A la Pennaroli es mejor mandarla de vuelta a su casa, tiene tuberculosis’. La Madre le respondió: ‘no, que baje; que baje y haga la profesión junto con las demás. Será una buena religiosa’. Y así fue: hizo la profesión, vivió intensamente su vocación hasta que el Señor la llamó cuando tenía más de 100 años. La verdad es que, al principio, esta Hermana fue para mí un poco motivo de escándalo. Yo seguía siendo muy estructurada todavía y me escandalizaba la libertad con la que le hablaba a la Superiora. Me conflictuaba hasta tal punto que, cuando estaba por hacer los votos perpetuos, dije que no, que no quería hacerlos, porque para ser como Madre Serena, prefería no hacerlos. Yo estaba siempre con esa cuestión del cumplimiento estricto de la Reglas. Después, por suerte, las cosas fueron cambiando. Una vez, ella estaba en el laboriero encuadernando una biblia, entré y ella me la dio, me dio la biblia para que la leyese y me dijo: tome, pero escóndala debajo de la mantela para que no la vean. En esa época no nos estaba permitido leer la biblia. Ella me la dio y me aconsejó que no la hiciera ver y me dijo: antes no era así, pero ahora tenemos prohibido leerla. La Santa Madre hacía alusión a textos bíblicos con mucha frecuencia. La cuestión es que esta Hermana me la dio y me recomendó que la llevara debajo de la mantela y la leyera en mi celda. Es ella la que me introduce directamente a la Palabra de Dios y con eso, me introduce en la libertad. Madre Cabrini también tiene ese espíritu libre frente a las costumbres religiosas. Ha sido una mujer abierta. No hace mucho leí un libro sobre la Madre, uno que escribió un ateo y veo que él se pregunta: ¿Por qué Madre Cabrini se embarca en Granada y va hacia donde están los indios Misquitos acompañada solamente por una postulante, en un barquito por el río San Juan? Este hombre, que creo que es el último biógrafo, sabe que ella se embarca porque el Papa le encomienda la misión de ir a ver cómo estaban actuando los misioneros entre los indios. Nadie nunca dijo nada sobre por qué la Madre hace este viaje tan arriesgado y no hace nada concreto; no establece una misión ni vuelve allí. ¡Había sido mandada por el Papa! ¿Cómo se atrevió a esos lugares? Ahora, conociendo Nicaragua, uno piensa: ¿Cómo se atrevió esta mujer a esos lugares y en aquella época? Era muy libre, muy libre; tenía esa misma libertad que con el tiempo supe ver y apreciar en Madre Serena. De a poco fui comprendiendo, fui aprendiendo a ver cosas. Bueno... estoy diciendo todo esto para decir, finalmente, que a mí, desde entonces, la vida comunitaria me resultó muy ahogada. Era como cerrada. Me daba cuenta que no me estaba permitido ser lo que Madre Cabrini quería que sus hijas fuesen. Y la verdad es que quienes me abrieron el espíritu en este sentido fueron estas dos hermanas: Teresa en Capilla del Monte y Serena en Caballito” (Cfr. Viajes, De Nicaragua a New Orléans, 1982, pág 135-ss).

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lunes, 6 de septiembre de 2021

Hna. Matilde - Episodio 2: "Período de formación" (Segunda parte)

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Dios siempre pone en el camino personas y acontecimientos que tal vez, en el momento, no vemos como providenciales pero que finalmente, terminan siendo determinantes. Lo providencial, en este caso, fue una enfermedad en los pulmones que empezó a molestar a Matilde.

"Me enfermo. Era el año 1950 y a raíz de esa enfermedad, me mandan a Capilla del Monte. Había estado teniendo problemas de pulmones y me quedé ahí dos meses y medio. Pasé todo el verano. Allí conocí a Madre Teresa, misionera de alma y también de la época en la que la Santa Madre todavía vivía. Ella fue la que empezó a llevarme a misionar entre la gente y eso fue como un nuevo abrirse de mi vocación. Se despertó en mi un gran amor por la misión y sobre todo, por los pobres".

Capilla del Monte

En el interior de la joven religiosa empezó a vislumbrarse lo que años más tarde, las Hermanas capitulares dejaran plasmado en las Constituciones.

"Como Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús debemos abrirnos a todos, porque Jesús acogió a todos y por todos se entregó. Sin embargo, Él mostró siempre predilección por los marginados, los débiles, los desarraigados para hacer que todos los hombres se sientan hermanos, Hijos de un mismo Padre" (Constituciones, Misión, Punto 17).

Madre Teresa me llevaba a visitar a los enfermos; a la misión de Ongamira; iba con ella de un lado al otro y pude sentir entonces el entusiasmo verdadero de ser misionera. El contacto con esta Hermana y su amor por los pobres despertó en mí el auténtico deseo de misionar. Ese fue mi despertar misionero, justamente en Capilla del Monte y conviviendo con las Hermanas de esa comunidad y como ya dije, principalmente con la Hermana Teresa.

"Fue una época difícil; parecía que todo estaba mal visto por el temor a que se relajara el espíritu del Instituto. Se tomaba la parte del cumplimiento estricto de las Reglas descartando todo lo referido al contacto con la gente. En un cierto sentido, se empezaba a perder el espíritu misionero".

Ya Madre Serena Pennaroli se lo había dicho a Matilde y le había aclarado que todo lo que estaba pasando era por temor, y no por mala voluntad.

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jueves, 2 de septiembre de 2021

Hna. Matilde - Episodio 2: "Período de formación" (Primera parte)

 

Tres meses después de Teresa, Inés ingresó al Instituto y poco tiempo después, siguió Elsa, la misma que le insistiera a su hermana que la vida religiosa era cosa de tomar muy seriamente. Las tres, desde Rosario fueron trasladadas a Buenos Aires y permanecieron aproximadamente un año en la Comunidad de Santa Rosa Centro. Después de ese período, partieron a cumplir con el período de noviciado en Brasil con dos postulantes más: Magdalena D'Amico (Madre Inés), y Alicia Passini, (Madre Rosa).

Matilde recuerda con admiración y agradecimiento a quien fuera la Madre Maestra de este grupo.

"Madre Elizabeth era francesa; una mujer cultísima que dominaba cinco idiomas y tenía una formación muy particular: la habían educado en su casa con maestras que vivían o acudían a la extensa mansión en la que habitaba con su familia. Su maestro de matemáticas había sido su propio padre. Recuerdo claramente cuando la Hermana Elizabeth contaba el día en que había llegado a Brasil un telegrama procedente de EE.UU. En ese momento estaba al frente de la Provincia la Hermana Rosario Marchese. No entendía el inglés y le pidió a ella que le leyese el contenido. Era, ni más ni menos, la fatal noticia de la muerte de la Santa Madre. En el noviciado éramos tres pares de hermanas de sangre y la Madre Maestra decía que con las únicas que se notaba era conmigo y con Luján, porque nos lo pasábamos peleando".

Cumplido el período estipulado para el noviciado, llegó el momento de la primera profesión. Teresa tomó el nombre de Matilde, Inés, el de Flora y Elsa, el de Luján; Magdalena el de Inés y Alicia, el de Rosa. Matilde, ya profesa, tuvo como destino la comunidad de Santa Rosa Caballito. El deseo de santidad seguía más vivo que nunca, pero algo daba vueltas en su corazón, algo la inquietaba.

Santa Rosa - Caballito

"La cuestión fue muy fuerte. De regreso del noviciado y ya en Santa Rosa Caballito, veía a una catequista laica que venía a dar clases de religión a los chicos del barrio. Yo limpiaba la galería una vez acabada la jornada escolar, miraba a la chica que daba catequesis y decía para mis adentros: esta muchacha está dando catequesis y nosotras acá, haciendo tareas de limpieza. No vamos a la parroquia, no estamos en contacto con el pueblo... estamos acá, encerradas".

Tenía que hablarlo con alguien. Una de las Hermanas de la comunidad era Madre Serena Pennaroli, santa mujer que había ingresado al Instituto en tiempos de Madre Cabrini. Matilde tomó coraje y decidió confiarle lo que estaba sintiendo.

"Le dije que no entendía por qué, si Madre Cabrini iba a las parroquias, estaba con los chicos, en contacto con la gente, nosotras no hacíamos lo mismo. Ella, como siempre lo hacía, me contestó con franqueza. Me dijo que era verdad, que la Santa Madre lo hacía, pero que después de su muerte, Madre Antonietta Della Casa, que asumió como su sucesora, temió mucho que se perdiera el espíritu del Instituto, y con el afán de conservarlo, se cerró. Prácticamente todo quedó entre los muros".

Después de un silencio, Matilde continúa:

"Yo sufría esta situación. Sufría la falta de contacto con el exterior. Limpiar el piso no tenía para mí, nada que ver con la misión. Lo recé mucho y finalmente, pedí permiso, insistí y algo conseguí. Nos habían comentado que detrás del Colegio vivía un señor mayor que estaba muy enfermo; empezamos a visitarlo. Todo fue muy paulatino, pero ya empezaba a hacerse carne en mí la necesidad imperiosa de estar con la gente, mezclarme con el pueblo, de poder tener una misión”.

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