EL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS
1899 (Cuarta parte)
El me conserva de continuo, provee
con amor especial a todas mis necesidades, de manera que hace que a menudo me
quede atónita ante tanta finura de amor, casi de amante apasionado... Por
gracia señalada y privilegio especialísimo, me hizo nacer en un país católico,
de padres muy dedicados a la piedad, mientras que una infinidad están fuera de
la Iglesia, infieles, hebreos, herejes, cismáticos, y, en cambio, yo nací aquí,
en esta Iglesia que me suministra tantas ayudas, tantos medios, tantos socorros,
de los que nacen tantas luces copiosas, estímulos, excitaciones, consuelos.
¡Oh, bondad inmensa de mi Dios, cuánto habéis hecho por mí y cuánto me obligáis
con tantas finezas de amor! Por exceso de amor me disteis luego los
Sacramentos. fuente saludable de la gracia. Me admitisteis a la comunión de los
Santos, haciéndome partícipe de sus oraciones y de sus méritos; me disteis a
Jesucristo y el Sacrificio de la Santa Misa, en el que siempre puedo participar
en los méritos de la Pasión Santísima de mi Amantísimo Esposo, y pagar con
ellos todas mis deudas. ¡Oh, Dios mío, qué grande, bueno y amable sois! ¡Oh
liberalidad inmensa de mi Dios!, ¡cuán deudores os somos de todos vuestros
beneficios incomparables, de tanta prueba de predestinación! Si tantos pueblos
que se hallan entre las tinieblas y las sombras de la muerte, tantos
desgraciados salvajes que viven en el seno de la barbarie, privados de las
luces y de los consuelos de la religión Católica, tuviesen también sólo una
parte de los medios y ayudas que tengo yo, ¿cuántos frutos no obtendríamos? ¿Y
yo qué hago? ¡Oh Dios mío y mi Amor y Bien inmenso!, yo quiero corresponder a
tu amor, quiero ser tu fiel esclava, quiero servirte con perfección, pero
mientras tanto acepta el sentimiento de mi profunda humillación, con la cual me
confieso indigna incluso de uno solo de tus favores, y acoge caritativo la
buena voluntad que tengo de serte siempre sierva fiel, laboriosa, ferviente en
tu santo servicio y en procurar tu gloria, conduciendo hacia Ti, en lo que me sea
posible por mi poca capacidad, a los pecadores, carísimos hermanos míos, y a
mis buenas y santas Hermanas, con las cuales soy indigna de vivir. In ipso vivimos, movemur et sumus.