jueves, 4 de abril de 2019

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 132



Fragmentos de cartas y hojitas sin fecha e incompletas
(Séptima parte)

Ejercicios Espirituales de las externas
Avisos a las Religiosas (Continuación)

Estemos cerca de Jesús, porque si perdemos a Jesús lo hemos perdido todo. Cuando se retira a Jesús, que es el sol de nuestras almas, no hay vegetación: es invierno, es luto, es muerte.
Buscad a Jesús, que si lo encontráis hallaréis el sol, la vida, el cielo. Pero sabed tenerlo prisionero, haciéndoos vosotras mismas prisioneras de Él mediante el recogimiento. No importa hacer cosas grandes y brillantes, sino que todo consiste en hacer bien lo que Jesús quiere de nosotras. Muchas veces tenemos grandes deseos…, pero aspira a tal puesto o a tal otro para hacer bien…, engaños para su (n. de la r.: el reverso de la hojita parece referirse a otro tema; aquí se transcribe seguido).
Estamos formando una corona. Faltan quizá pocas flores y son acaso las últimas que yo pongo. Que, al menos, sean bellas, frescas, olorosas.
Jesús se ofreció por nosotros en el templo hace pocos días. ¡Por nosotros!
Ratifiquemos este ofrecimiento. Ofrezcámonos, renovando nuestra profesión, que asume los caracteres y los deberes de la víctima. Pero los satisfago siempre (n. de la r.: el escrito termina aquí) …

Dios exige del alma que aspira a la vida interior ciertas virtudes fundamentales, que son el ornamento necesario de la morada adonde la invita a conversar, y la primera de ellas es la fidelidad a la gracia.

… en su benevolencia una cara sonriente de festiva alegría, a la triste melancolía.
El alma fiel recibe en la meditación el gozo, la luz y la corona de gloria.
El alma infiel, que por su infidelidad pierde la luz, la alegría y (n. de la r.: el manuscrito termina aquí) …
Las pasiones son más terribles que los traidores.
La corona de espinas está formada por mi orgullo. Su carne fue flagelada por mis molicies. Sus espaldas, desnudadas por mis deseos de comodidades, de honores, de ociosidad, de privilegios. Los clavos son mis repugnancias a la obediencia. Qué tortura sin tregua causada por mi vileza. Qué delito espantoso. Todas mis faltas graves y leves hallan en Él su expiación. Jesús, pues, es mi víctima, ¿y no querré yo hacerme víctima por Él a cualquier precio? Puedo ofrecer, a modo de sacerdote, la víctima de Jesús unida a la mía para que pueda ser grata al Eterno.
Quiero librar a Jesús de la muerte venciéndome a mí misma. Guerra a la soberbia, a la vanidad.





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