(Octava
y última parte)
Ejercicios
Espirituales de las externas
Avisos a
las Religiosas (Continuación)
Falta de
pureza de intención. Poca unión con los Superiores, tratando con ellos sin
confianza, sin sinceridad, sin espíritu religioso. Obediencia sin vida de fe,
sólo por temor y respeto humano, complacencia o interés.
Falta de
caridad y unión con las Hermanas, aversiones, alienaciones, enfriamientos en el
amor, lazos de amistad particular, confidencias, vínculos secretos. Espíritu
libertino que hace poco caso de las pequeñeces y quiere vivir sin negarse en
nada.
Excesiva
ansia por las comodidades del cuerpo, que induce a no querer sufrir nada y que
hace negligentes también en las mortificaciones más comunes por la excesiva
preocupación por la salud.
Espíritu
curioso, turbulento, presuntuoso, que quiere saber todo, mezclarse en todo,
causar disgustos, divisiones e inquietudes.
Demasiada
libertad en el hablar y en el manifestar los propios sentimientos, provocando
ofensas a otros y lesionando la caridad.
Maldad,
orgullo, curiosidad, ruindad, infidelidad.
El buey
conoce a su dueño, y el asno conoce el establo de su amo, pero Israel no me ha
conocido y se ha olvidado de mis beneficios. No busques el fruto de la
obediencia. Obedece.
Aquellos
que cayeron del cielo eran también ángeles purísimos, elevados por encima de
todas las criaturas por la nobleza de su ser, por la eminencia de su dignidad.
Lucifer era el primero de los serafines, como dice Job, y los que siguieron a
este cabecilla desgraciado no eran menos nobles y se perdieron.
Llenos
de sabiduría, de luz, de maravilloso poder sobre todo, con el cielo por morada,
la gracia por provisión, por patrimonio las virtudes infusas y la bienaventuranza
por recompensa.
Como
siervas fieles encended vuestra lámpara en el santo retiro para salir al
encuentro del Esposo doliente, consolar su divino Corazón y recoger los
inmensos tesoros de su gracia (n. de la r.: pensamiento escrito debajo del
horario del retiro).
Como
buena y Santa Religiosa goza de las penas y tribulaciones, y está segura de que
el buen Jesús mira y anota todo. Jesús te bendiga y te ayude (n. de la r.:
pensamiento extractado quizá de una carta, ¿de 1909?).
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