jueves, 21 de mayo de 2020

El "celo devorador" (11ma y última Parte)



Hna. María Barbagallo, Liberaos y alzad el vuelo
Codogno 2018




Capítulo 5:
El "celo devorador":
Todo a la Mayor Gloria del Corazón SS. de Jesús




“El celo devorador” está presente en el corazón de la Misionera que vive el drama de su tiempo. Cada acontecimiento o amenaza según Madre Cabrini se pueden vivir con la mística de este celo misionero. El 31 de diciembre de 1901, escribió una larga carta de las Hermanas: en ella resaltaba todos los aspectos más importantes de la espiritualidad de las Misioneras del Sagrado Corazón. El destello siniestro de una próxima guerra en Europa, le hace decir:

“Los tiempos que corren son tristísimos para la Iglesia que en estos momentos sufre tanto, gime tanto. Viene una tormenta que amenaza con derribar y pisoteara todos los institutos religiosos con sus ricos frutos. Es el demonio que, en el silencio más tenebroso, trama una terrible conjura contra las almas fieles a Cristo. A vosotras, hijas mías, os toca ahuyentarlo con la oración, con el silencio, con el recogimiento, con la mortificación. Vosotras sabéis que en la Sagrada Escritura se lee que el Dios indignado determinó el exterminio de las dos ciudades pecadoras, pero las habría salvado con un solo justo: no lo encontró y el castigo cayó inexorable en las malditas ciudades. ¡Oh, si el pequeño Instituto de las Misioneras pudiera ser aquel núcleo justo que pudiera suspender los castigos de Dios y desarmar la cólera de la justicia divina! Yo lo espero, yo confío en vuestra generosidad, hijas queridas, confío en vuestro empeño de comprometeros en este nuevo año a vivir una vida santa, perfectamente regular y observante. Entretanto rezad con corazón humillado y arrepentido, rezad con confianza, con perseverancia.”[1]

Una oración suya es la expresión de esta participación total de la Misionera en el destino de la humanidad:

“¡Qué espinas en el corazón cuando, con mis propios ojos, veo que no todos arden por Ti… que no todos te aman sólo a Ti, sino a los dioses de sus mundanas pasiones…! ¡Jesús mío, yo intento adorarte por todos… amarte y bendecirte por todos! ¡Jesús mío, me ofrezco como víctima de tu Divino Corazón por todos! ¡Salva y santifica a todos! Tú me dices al corazón: “ámame y pide, ámame y espera”. Sí, yo te amo, Jesús mío, porque te quiero amar mucho con tu gracia. Te amo mucho y pido la conversión de todos los pecadores e infieles… Te amo, oh Jesús, y quiero que tu ardiente corazón sea conocido en todo el mundo, amado y glorificado; que tu gloria y majestad se extienda y sea exaltada; que tus deseos, tus designios y los de tu Iglesia se cumplan ahora y siempre.”[2]

El secreto de Madre Cabrini, inherente a toda su experiencia espiritual, para poder perseverar en el amor que Dios mismo difunde en el alma haciéndola capaz de anunciar su Reino, este secreto cultivado y comunicado en abundancia, es la confianza en mismo Corazón de Jesús. Con la confianza, también la persona aparentemente menos capaz, puede llegar a hacer grandes cosas por el Reino.


[1] Cfr. Epistolario, Vol 3°, Lett. n. 1192
[2] Cfr. Entre una y otra ola, pág. 235-236

El capítulo completo lo encuentran en la carpeta "Material" o haciendo clic aquí.




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