jueves, 28 de mayo de 2020

"Todo lo puedo en Aquel que me conforta" (1ra parte)



Hna. María Barbagallo, Liberaos y alzad el vuelo
Codogno 2018




Capítulo 6:
“Todo lo puedo en Aquél que me conforta”:
Perderse para encontrarse en Dios




Una famosa cita de Madre Cabrini resume el contenido del secreto que garantiza el éxito del amor de Dios que se expande a los otros:

“... el lema luminoso y glorioso de la Misionera del Sagrado Corazón es siempre y en todas partes: “Todo a la mayor gloria del Corazón Santísimo de Jesús” y en las dificultades: “Omnia possum in Eo qui me confortat”.[1]

“Qué bello es este lema de la Misionera del Sagrado Corazón de Jesús. Cada día me parece descubrir en ese sublime lema un tesoro de inestimable valor. Repetidlo frecuentemente, hijas queridas, y meditadlo, que sentiréis sus efectos sublimes”.[2]

La experiencia de la propia debilidad condujo a la Santa a vivir confiando en Dios, a poner en Él toda su esperanza y a buscar en Él todo el apoyo. El amor no puede soportar la fatiga de su propia incapacidad si no se tiene esta experiencia de confianza y abandono:

“Unid todas las fuerzas de vuestro espíritu, trabajad, orad, ofreced vuestras penas, fatigas; gemid, haced continua violencia para vencer vuestros defectos, pero tened siempre bien alto el estandarte: “Omnia possum in Eo qui me confortat”. Tened gran confianza en vuestro Jesús y vuestra fe crecerá cada día más. Vosotras sois pobres creaturas, pero debéis apoyaros en el Creador… Vosotras sois pobrecillas, débiles y miserables, pero debéis apoyaros en la Divina Omnipotencia. Sí, hijas mías, apoyaos en vuestro Amado, porque el alma abandonada en las manos de Jesús, en todas las operaciones de su vida, se ve, no sólo sostenida por Él, sino llevada por el mismo Jesús”.[3]

Porque verdaderamente:

“Nuestra causa está en las manos y en el costado del clementísimo Jesús y Él no abandona nunca a aquellas que, con recto corazón, se apoyan en Él y en Él se abandonan y esperan en su Divino Corazón.  Él es nuestro refugio seguro en las tribulaciones y en el tiempo oportuno nos presta su amorosa y poderosa ayuda.  Dispersa con su soplo los designios crueles de nuestros adversarios.  Recordad, hijas mías, que la confianza en Jesús es nuestra vida y que es necesario esperar en Él y en la bondad de su amable Corazón contra toda esperanza.  Muchas veces puede parecer que Él duerme sobre los males que padecemos; pero no, Él está despierto, Él vigila sobre nosotros y sobre todas nuestras cosas.  Es Él el que viste de lirios los valles y de flores los campos, y mucho más se preocupa de nosotras que somos una porción elegida de su Divino Corazón, porque estamos a Él consagradas como Esposas suyas, deseosas de complacerle siempre y porque estamos dedicadas a Él de un modo especial como Misioneras de su Divino Corazón”.[4]



[1] Cfr. Entre una y otra ola, pág. 480
[2] Cfr. Epistolario, Vol 3°, Lett. n. 866
[3] Cfr. Entre una y otra ola, pág. 410-411
[4] Cfr. Entre una y otra ola, pág. 388-389

El capítulo completo lo encuentran en la carpeta "Material" o haciendo clic aquí.




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