miércoles, 22 de diciembre de 2021

Hna. Matilde - Episodio 10: "Soy una monja con hijos"

 

Diario La Nación, lunes 5 de febrero de 2001

 

UNQUILLO, Córdoba. - "Yo soy una monja con hijos", dice la hermana Matilde Giovagnoli, y sonríe misteriosamente como quien, en el fondo de su alma, busca escandalizar para despertar conciencias, para provocar una reacción frente a la difícil tarea que ella, hace ya mucho tiempo, decidió asumir.

La Casa del Niño, en esta ciudad, es un enjambre de chicos de todas las edades. Las estribaciones de la sierra verdeazulada enmarcan el enorme predio donde la obra del padre Aguilera, su fundador, crece al ritmo de las carencias.

Los "hijos" de la hermana Matilde son 470, y 75 de ellos son discapacitados.



Llama la atención la libertad con que allí se trabaja para dar respuestas concretas y cotidianas a las necesidades de los chicos de la calle, a grupos de hermanos abandonados, maltratados o abusados por sus padres, o alejados de ellos por decisión judicial.

Esa libertad para trabajar por los pobres es lo que atrajo a la hermana Matilde, una santafecina del pueblo de Pérez, cercano a Rosario, que se consagró a la Orden de las Misioneras del Sagrado Corazón, de la Madre Cabrini. Muy lejos está de representar los 71 años que dice tener.

Ni una cana ni una arruga confirman, junto a su mirada pacífica de un azul profundo, una verdad de a puño: no hay mejor cosmético que el alma.

"Me preguntan si me tiño el pelo -se divierte-. Mirá si voy a tener tiempo, con todo lo que tengo que hacer..."

En la Argentina había sido maestra de grado, profesora y encargada de las internas en los colegios de la congregación, en el barrio de Caballito y en Villa Mercedes, San Luis.

"Tuve una visión extraordinaria de la pobreza y después de eso ya nunca fui la misma. Se me hizo imprescindible la experiencia de la solidaridad", recuerda. Y continúa: "Al volver a la Argentina, en 1988, me dije: "Ya no más colegios de señoritas". Quiero estar cerca de la gente que lo necesita".

Sus superioras le aconsejaron ir a la Casa del Niño. "Vine por un tiempo y ya llevo 13 años", se enorgullece.



"Tengo como norte lo que la Madre hizo

aún antes de ser religiosa.

Ella estaba en cualquier parte.

Veía la actualidad y actuaba.

No pedía permiso.

Era una mente abierta,

un corazón dispuesto,

un espíritu libre"

 

Hna. Matilde Giovagnoli M.S.C.



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