NOVENA DE LA ASUNCIÓN
(Parte 3 de 5)
Amando
fuerte y suavemente a mi Amado, huiré siempre del mal y me elevaré sobre el
fango y la miseria de la tierra sin advertir que paso por ella, y siempre me
encontraré en una vía luminosa de paz y de suavidad. Oh amantísimo Jesús mío,
qué prodigioso es tu amor, cuántas maravillas va obrando en las almas que te
son fieles. Haz, Jesús, cada vez más fuerte mi fidelidad y hazme magnánima en
la generosidad para que pueda servirte como deseo, un poco menos indignamente.
Qué
bien se está contigo, Jesús… Dónde Tú estás, no llega el ruido de las pasiones
humanas; allí se vive una vida inmaculada, se gusta la paz, y las tribulaciones
por graves que sean resultan ligeras, como juegos de niños.
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