jueves, 5 de abril de 2018

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 85



MI RETIRO EN CARNAVAL DE 1892 EN ROMA
(Segunda parte)

En este Santo retiro procuraré estudiar cada vez más tu voluntad, amantísimo Jesús mío, para hacer cada vez más mejor aquello que te agrada. No, no deseo otra cosa que conocer tu gusto y conformarme a él. El mundo no existe ya para mí, las criaturas no tienen parte en mi corazón, por obra de tu gracia; yo pensaré siempre en ti, y Tú, Jesús, piensa en mí y hazme seguir con verdadera fidelidad todo lo que quieres de mí para tu gloria, o diré mejor, haz Tú todo en mí, a fin de que ni en sueños piense yo apropiarme algo para mí. Soy toda tuya, soy la víctima de tu Divino Corazón, y el llamarme tu víctima y renovarte mi consagración total, dispuesta a sufrir todo para consolar tu Divino Corazón, me resulta tan gozoso que me parece voy a desvanecerme por el gozo inefable. Oh Amado mío, qué grande y admirable eres. Eres un ramillete de mirra que destila para mí; yo gimo y gozo gimiendo contigo. Ay, graba, Jesús, tu Corazón en el mío; en este sello divino contemplo tus amarguras, tus dolores, tu Pasión santísima; y Tú aplícame el fruto cada vez que con la lengua o con el corazón renueve mi voto de entregarte toda mi ternura o te diga simplemente: Oh Jesús, te amo mucho, mucho, mucho.
1.  La ciencia del padecer es la ciencia de los santos.
2. El que Ignora el sufrir por amor a Cristo, amante Esposo, ¿qué sabe de grande y maravilloso en su vida?
3. El sufrir santamente por Dios es ese manjar exquisito, fruto de la mística mies, de inestimable mérito para nuestra alma.
4.  Jesús padece y nosotros, sufriendo por El y con El, reparamos a su Divino Corazón y adquirimos méritos para la vida eterna, ya que cada suspiro, cada lágrima derramada por Jesús, tendrá su galardón.
5.  Ah, si todas las almas advirtieran la preciosa labor de la gracia en sus padecimientos y la relación de éstos con su eterna predestinación; cuántas que malgastan sus sufrimientos, soportándolos con murmuraciones o lamentos o materialmente, sin fin sobrenatural, sabrían atesorar una mies tan pingüe y copiosa.



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