jueves, 7 de febrero de 2019

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 124


EN EL DÍA DE TODOS LOS SANTOS

1910

Para elevar un templo en el propio corazón y unirse con Cristo en Dios es necesario imponer silencio a todos los enemigos, es decir, a las propias pasiones, y ponerlos a todos bajo los pies con una victoria decisiva.
La victoria sobre las pasiones es el primer paso para alcanzar la vida interior, y el alma no puede obtener de otro modo el favor que pide porque está escrito que Dios no puede habitar en un corazón esclavo de las pasiones.
La razón, la fe y el ejemplo de los santos se unen para mostrarme que no se puede iniciar la verdadera vida espiritual si no es librando con la voluntad inferior duros combates, y esta necesidad del combate es para todas sin excepciones; sólo que el combate es más o menos penoso según que la gracia sea más o menos abundante, y según que las pasiones sean más o menos fuertes.
La virtud más indispensable para llegar a la vida interior es la humildad, y Dios mismo en la Sagrada Escritura nos dice que abomina el orgullo y a sus viles esclavos, que resiste a los soberbios y los humilla, mientras que se complace en elevar a los humildes y comunicarse a ellos.
La humildad es el fundamento de la fe, y como la fe, hermosa hija de Dios, es la piedra angular de toda nuestra santa Religión, la base de la disciplina cristiana y el principio de la salvación eterna, es evidente que el valor y la excelencia de la humildad son incomparables.
La humildad es también el fundamento sólido y duradero de todas las demás virtudes. Como el orgullo es el principio de todos los vicios, así la humildad es la raíz de todas las virtudes; la siembra en nuestras almas, la cultiva y la conserva: ella es la madre, la nodriza, el engarce, el áncora, el apoyo y el vínculo de todas las virtudes.
La Religiosa que acumula virtudes sin humildad hace como aquel que lanza polvo al viento, porque si la humildad es vacilante, todas las virtudes unidas alrededor de ella se vienen abajo y todas las buenas obras son nada si no están sazonadas y perfeccionadas por la humildad.







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