(Cuarta parte)
Ejercicios
Espirituales de las externas
Avisos a
las Religiosas
Tengan
una modestia y compostura de ángel, inspirándose en la imagen de María Santísima,
nuestra dulce Madre, y de Margarita Alacoque.
Observen
un silencio rigurosísimo en todos los lugares y a todas horas; la que falte,
bese inmediatamente la tierra.
La que
debe hablar por deber con las Ejercitantes pondere bien cada palabra para no
dañar a las almas, en lugar de edificarlas. Guárdense bien de escuchar
murmuraciones y más aún de aprobarlas.
Reciten
un Veni Creator cada mañana y tres Angelus Domini por las ejercitantes;
ofrezcan, además, con el mismo fin todas las prácticas, los sacrificios y las
pequeñas mortificaciones que hagan en cada momento como fieles esposas del
amantísimo Corazón de Jesús.
Atienda
cada una al propio oficio con escrupulosa diligencia, y atendiendo a sí misma
no se fije nunca en si las otras faltan.
Sean
humildes y suaves, y gravemente dulces con todas.
Practiquemos
una perfecta obediencia, tal como prescriben las Santas Reglas, y con ella
mereceremos grandes gracias para la conversión de las almas. La obediencia
practicada así será el sacrificio más perfecto que podrán ofrecer al Corazón
Santísimo de Jesús.
Al
quedar libres de las obligaciones del oficio, retírense al lugar destinado para
ponerse un poco en recogimiento.
Varias
veces al día examine cada una se ha empleado bien su tiempo, en el modo arriba
indicado.
Al
anochecer reciten el Miserere con los
brazos en cruz, en reparación por las faltas cometidas en la jornada y para
obtener gran misericordia para todas las almas que Jesús atrajo hacia sí. Todo
en el nombre de Jesús. Todo para su sacratísimo Corazón. Todo para su mayor
Gloria.
…
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