Las raíces del Carisma de las MSC
Sr. María Regina
Canale, MSC
“Donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón.” Mt. 6,21
El tesoro de Francisca Cabrini
Mateo, el evangelista
del “Dios con nosotros”, nos recuerda estas palabras de Jesús, que fueron
colocadas, con amor filial, alrededor de la caja que custodia la reliquia del
corazón de Madre Cabrini, conservada en la Iglesia del Tabor en Codogno (Lodi):
Desde este lugar
privilegiado, ella nos proclama el secreto de su inextinguible ardor misionero:
su Tesoro fue y es para siempre, el Corazón Adorable de Jesús, con el que se
identificó. Así, el Corazón de Jesús es el lugar privilegiado donde Madre
Cabrini se encuentra con su Amado y donde siente que realmente puede tomar
conciencia de sí misma y conocer la infinita riqueza de Dios. “Fue atraída por
el amor de Cristo” que ama a los hombres como nadie ha amado nunca (Const. 3).
El Amado entonces, la
colma del don de incontenibles efusiones de amor, iluminadas por la sinfonía
del Cantar de los Cantares:
“¡Amadísimo Jesús, qué amable eres! … Desde que te encontré me cautivaste con tu belleza hasta tal punto que yo, olvidada de todo, te seguí y estoy muy feliz de seguir tus huellas.
Sufrir ya no es sufrir, sino un dulce gozar cuando se
está contigo… Mi amado es más bello que el sol y supera toda belleza. Es la
Majestad de Dios…
Ay, yo amo a mi Amado, lo amo tanto, que languidezco de
amor. Ensancha mi corazón, Amado de mi alma, hazlo un poco mayor, porque ya no
puede contener todo tu Amor.
¡Ay! ¡Océano de infinito amor, te amo y querría amarte,
pero cuanto más te amo, menos te amo porque me gustaría amarte más!
¡Ensancha… ensancha mi corazón!” (Pensamientos, Ed.
Italiana, 1892, pág. 114-115).
Este amor de naturaleza esponsal sintoniza cada vez más con las expresiones del Cántico hasta culminar en una increíble actividad misionera: “¡El deseo de la misión me abruma!”
El secreto de la
laboriosidad de Madre Cabrini está en su dimensión contemplativa: el núcleo
secreto del que brota una actividad, que todavía hoy sorprende, es el silencio
de la oración y el abandono en el Sagrado Corazón de Jesús.
La experiencia de
contemplación de Madre Cabrini es la desbordante vitalidad del amor, es el celo
por la gloria de Dios, que se inclina sobre el hermano que sufre. La expresión
característica es: “El amor en
efervescencia” (C.V. pág. 398), la imagen en la que la Madre Cabrini trata
de resumir el significado de su actividad apostólica: amor que aumenta, crece y
se expande en una miríada de iniciativas que llevan el sello del amor único y
se manifiestan al corazón de los hombres.
El tesoro de las MSC
“Y Jesús les dijo: Por eso, todo escriba que se ha convertido
en un discípulo del Reino de los Cielos, es semejante al dueño de la casa que
saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.” (Mt. 13,51-52)
A los 100 años de la
muerte de la Madre Cabrini, tenemos un profundo sentimiento de gratitud en
nuestro corazón por haber “heredado” esta bendición como “inextinguible ansia
misionera”.
“¡Seamos portadoras del amor de Cristo al mundo!” (Const.
3). Sí, hemos sido llamadas a heredar una Bendición” (1Pe 3).
Esta es la realidad,
siempre antigua y siempre nueva, que queremos extraer de este “tesoro” que la
Madre Cabrini nos dejó, empeñándonos en preparar, para las nuevas generaciones,
un futuro lleno de esperanza, a la Mayor Gloria del Sagrado Corazón de Jesús.
El objetivo es “comprender”
que las cosas viejas son importantes porque son los “fundamentos” sobre los que
se constituyen y se construirán las nuevas.
Al volver la mirada
sobre estos 100 años desde la muerte de la Madre Cabrini, se iluminan “nuevos
caminos” que el Instituto de las MSC desea recorrer en fidelidad al propio
Carisma un amplio campo se abre ante nosotras como en los tiempos de Madre
Cabrini, delimitado sólo por el celo y la sed de estar donde los intereses del
Corazón de Jesús lo requieran. Los medios a través de los cuales irradiar el
amor en efervescencia son todos los que la caridad y el celo pueden sugerir a
la creatividad apostólica y profética, que quiere vivir a ejemplo de Jesús, que
dijo de sí mismo: “He venido del cielo,
no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado” (Jn
6,38).
Se trata de seguir a
una Madre muy audaz: “Recorro la tierra y
surco los mares, como se ve, con la velocidad permitida por el progreso y la
ciencia, que provee cada día vapores más rápidos; pero creedlo, son vuelos de
cuerpos pesados… en comparación con la rapidez con la que trabaja el Sagrado Corazón
de Jesús en su viña a nosotras confiada” (S. F. Cabrini, Viajes, Ed. Italiana, pág. 201).
Este “tesoro” se
encuentra ahora en las nuevas culturas que emergen en la escena internacional,
tal vez impregnadas de conflictos y problemas, pero donde el carisma de Madre
Cabrini puede encontrar vida, suelo fértil, corrientes de agua viva que riegan
la Iglesia y al mismo Instituto de las Misioneras del Sagrado Corazón, con
nuevas energías.
Nuevas fuerzas
misioneras para la Iglesia surgen en África, en Asia, y esperamos que también
en América Latina, difundiendo luz y esperanza en aquellos contextos culturales
donde más amenazada está la vida y donde tenemos que cavar profundamente para
encontrar las semillas de la Palabra que esperan sólo que alguien las haga
madurar y florecer.
Las nuevas misiones africanas cabrinianas abren el
corazón a la esperanza no sólo vocacional, sino sobre todo al progreso de la
evangelización que quiere favorecer el nuevo tiempo soñado por Jesús, para que
haya paz entre los pueblos y fraternidad solidaria en todas las sociedades. Pero
también es el sueño de las nuevas generaciones que buscan emigrar a una nueva
tierra para poder crecer sin miedo. El mensaje de Madre Cabrini es este:
podemos ser “una sola familia en el Corazón de Jesús”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario