jueves, 23 de mayo de 2019

Los Laicos y Laicas en la Misión Cabriniana




Los laicos y laicas en la misión Cabriniana
Giuseppe Tansini

La historia del Instituto de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús,
fundado por Madre Cabrini en Codogno,
comienza a finales del siglo XIX y principios del XX,
en un tiempo de grandes acontecimientos históricos,
culturales, sociales y eclesiales.

Es un período caracterizado por la capacidad de “saber leer los signos de los tiempos en constante dialéctica entre la tradición y la innovación, entre el pasado y el presente, con el compromiso de ser fiel a su identidad carismática”.
Dentro de esta historia queremos destacar el papel de las laicas y laicos que, por diversas razones y por haber participado en diferentes eventos, se han encontrado con el carisma cabriniano y han compartido su espíritu.
Es una historia de colaboración de hermanas y laicos que se ha desarrollado en numerosas obras de caridad tales como orfanatos, escuelas, hospitales, ambulatorios, residencias de ancianos, casas de espiritualidad. Obras fundadas por Madre Cabrini y posteriormente incrementadas durante estos 137 años de compromiso misionero.
Desde el principio la colaboración de hermanas y laicos fue muy intensa, sobre todo en la obra misionera y en la asunción del espíritu y estilo apostólico de las hermanas cabrinianas.
La extraordinaria capacidad de Madre Cabrini para potenciar el talento de las personas, se dirigía no sólo a recoger vocaciones religiosas, sino también a suscitar en los laicos la pasión misionera motivando su profesionalidad, capacidad y talento.
Algunos ejemplos históricos nos explican cómo los laicos siempre estuvieron presentes en la misión de Madre Cabrini. La señora Elena Arellano era una rica señora que ayudó a la Madre en la fundación de Nicaragua y supo continuar su obra de beneficencia y formación cabriniana para asegurar la educación católica también con gobiernos de tendencia masónica. Otro ejemplo es la colaboración de la condesa de Cesnola, que ayudó a la Madre en la primera misión de los Estados Unidos. Posteriormente, la histórica figura de Lo Pa Hong, gran personaje de China de principios del siglo XX. Gran católico, acogió y apoyó a las primeras Hermanas Cabrinianas que desembarcaron en China en 1926 y las ayudó hasta 1951, cuando los acontecimientos históricos obligaron al Instituto a interrumpir la actividad misionera en esa tierra tan soñada por la Santa Madre.
Cada nación y cada obra tuvo a nivel internacional personas laicas como colaboradoras, consultores o benefactores que la madre consideraba “enviados por San José” en los momentos difíciles. Entre los muchos colaboradores, se mencionan figuras eminentes de laicos profesionales, artistas, escritores o personajes no famosos que, humilde y sencillamente, ayudaron a las Misioneras en sus obras de caridad.
En 1984, el Xº Capítulo General en las Conclusiones, se refiere a los laicos en dos puntos:
§  Agilidad y disposición para colaborar con los demás en la construcción del Reino, especialmente con la Iglesia local, promoviendo también los diversos ministerios laicales.
§  Formar un grupo internacional de laicos y religiosas que proporcione información a la Casa General.
A nivel institucional se vio que, al progresar y crecer la misión, la gestión de las obras era más compleja y necesitaba cada vez más la ayuda de laicos que, después del Concilio Vaticano II, se consideraban no sólo colaboradores, sino corresponsables de la misión.
La gestión de las obras de caridad era cada vez más compleja por las cambiantes condiciones sociales y económicas; y la adecuación al proceso de corporativización, regulado por leyes regionales y nacionales, exigía una alta especialización profesional y la indispensable participación de los laicos, incluso en el nivel directivo.
A este cambio se añadió la reducción progresiva de la presencia de las Religiosas, con la dificultad para “mantener vivo el carisma” en las obras y para desarrollar un apostolado que diese sentido misionero a las actividades educativas, sanitarias y pastorales desarrolladas ahora principalmente por personal laico.
La cotidiana colaboración de Hermanas y Laicos permitió desarrollar con el tiempo una espiritualidad laical cabriniana cuyo aspecto misionero se vio como solidaridad con el sufrimiento del mundo y como reparación en el contexto de la espiritualidad del Sagrado Corazón.
Así fue como en 1990 Sor María Barbagallo, al recibir su segundo mandato como Superiora General, decidió, junto con su Consejo General, invitar a algunos laicos a los Capítulos Generales. Su presencia simbólica y significativa daba concreción a la visión profética de la participación de los laicos en la vida de la misión, iniciando una historia que está documentada en las importantes referencias de los documentos capitulares conclusivos en el apartado: la Misión de los Laicos.


En 1991 nace en Chicago el documento “Corresponsabilidad y formación con los laicos en la Misión Cabriniana”, elaborado por el Consejo Extendido con la participación internacional de los laicos y aprobado por el Consejo General.
En el documento se explicitan las funciones de los laicos y sus perspectivas operativas a través de una gradación de participación que se describe así:
§  Voluntariado / MLC (Misioneros/as laicos/as Cabrinianos/as: laicos /as disponibles para una colaboración estable de apostolado en las misiones cabrinianas.
§  Corresponsables Cabrinianos: Laicos/as con una relación consolidada en la conducción de la obra cabriniana.
§  Colaboradores/as Cabrinianos: personas que directa o indirectamente realizan su trabajo en la obra cabriniana.
Se establece en la Formación el instrumento fundamental para la integración de los laicos a través de un proceso en el que se comparte el significado del carisma, los valores, el estilo de vida, la identidad cabriniana transmitida por el conocimiento de la vida de la Madre y de la historia de su Instituto.
El esfuerzo mayor y más complejo fue la difusión del documento y su aplicación en las realidades provinciales y locales, que tuvieron que superar el desconcierto de algunas Hermanas y Laicos no preparados aún para esta revolución pacífica. El esfuerzo requerido se concretaba en la ejecución de Proyectos apostólicos locales que desarrollaron Hermanas y Laicos de todas las instituciones educativas, sanitarias y pastorales en un proceso de maduración personal y comunitaria con la progresiva toma de conciencia del “hacer misionero”.
El largo proceso de formación requirió la disponibilidad de las Hermanas y los Laicos en la participación activa en las reuniones locales, en las asambleas provinciales anuales o bienales de Hermanas y Laicos, en los encuentros por sectores (escuelas, hospitales, hogares de ancianos y centros de espiritualidad), en la celebración de los eventos festivos del Instituto.
En las conclusiones del 13º Capítulo General de 1996, después de una reflexión específica sobre la “Presencia y vocación laical hacia el tercer milenio”, se sintió la necesidad de subrayar que “la experiencia del pasado sexenio ha puesto de relieve que los laicos colaboradores, corresponsables, voluntarios y misioneros laicos cabrinianos son una presencia cualificada y una riqueza apostólica para la Familia Cabriniana”.
Los laicos cabrinianos se han sentido cada vez más implicados en la vida de la misión, incluso mediante la fundación de formas de Voluntariado local destinadas a la recogida de fondos para las misiones, para mantener viva la memoria de la Madre y del Instituto por medio de la gestión de la casa Natal, la recuperación y conservación de documentos históricos, la organización y participación en actos celebrativos, como los aniversarios de la fundación de obras individuales, exposiciones celebrativas, etc.
En 2002 el Capítulo General confirma la realidad de un buen Voluntariado Cabriniano al elaborar un documento de los Misioneros/as Laicos/as Cabrinianos/as.
La participación laical en la vida misionera encuentra en la Formación permanente y en las actividades diarias junto con las Hermanas, los pilares de un progresivo crecimiento espiritual laical gracias también a las estrategias que fomentan el compromiso y la responsabilidad laical de las obras.
El intercambio continuo de lo positivo y de lo negativo de cada realidad, la elaboración y el diseño de las sinergias tecnológico-administrativas y pastorales, el desarrollo de los recursos humanos y financieros conllevaron la intensificación de la relación Laicos-Hermanas y la necesidad de formar un Liderazgo laical.
En 2005, además de la participación activa de los Laicos en la celebración del 125º aniversario de la fundación del Instituto, se convocó en Codogno una Comisión internacional de Laicos/as corresponsables con la Misión que redactó una primera síntesis de Espiritualidad Laical Cabriniana.
Los distintos Capítulos Generales siguen poniendo el énfasis en la ya imprescindible colaboración de los Laicos. La Nueva Visión Misionera concreta el mandato misionero en la opción por los pobres y el instrumento para realizarlo, en la Misión compartida Hermanas-Laicos.
En 2011 se fundó en Codogno una Escuela de formación laical que contó con la participación atenta y entusiasta de muchos Laicos de la Provincia italiana y europea.
El último Capítulo General de 2014 celebrado en Brasil, confirió a la Hna. Bárbara Staley y a su Consejo el mandato de elaborar y realizar un amplio Plan Estratégico en la convicción de que “Ahora es el tiempo favorable”.
Entre los puntos clave, se subrayó la Misión compartida Hermanas-Laicos: “el laicado, que comenzó con una pequeña semilla, ha echado raíces, a florecido vocacionalmente y juntos podemos vivir la experiencia de Madre Cabrini”.
La trayectoria descrita brevemente muestra el largo camino recorrido en la integración y la inclusión de los Laicos en la Misión cabriniana. Hermanas y Laicos juntos han tenido que vencer resistencias y superar dificultades personales e institucionales para realizar el cambio solicitado por la lectura atenta de los signos de los tiempos. El verdadero desafío de hoy y del futuro inmediato, les pide a los Laicos coraje, un mayor compromiso y corresponsabilidad para compartir las alegrías, angustias y esperanzas, en el convencimiento de sentirse protagonistas de un carisma que el Espíritu Santo mantiene vivo y fecundo.







No hay comentarios:

Publicar un comentario