jueves, 26 de marzo de 2020

El "celo devorador" (3ra Parte)



Hna. María Barbagallo, Liberaos y alzad el vuelo
Codogno 2018




Capítulo 5:
El "celo devorador":
Todo a la Mayor Gloria del Corazón SS. de Jesús




En vano encontraremos entre los escritos de Madre Cabrini la frase: “opción por los pobres” o alguna semejante. A pesar de ocuparse de tantos pobres y abandonados en aquel tiempo de los emigrantes italianos, Madre Cabrini sintió siempre que la mayor pobreza para una persona es no conocer a Dios, no poderlo amar, no poder sentir la salvación como un banquete al cual poder acercarse. Su opción por la humanidad sufriente fue fundamentalmente motivada por el celo devorador para la gloria de Dios. Dar a conocer a Dios y hacer que sea amado es la gloria que se le puede dar a Dios y esto se puede hacer efectivo “poniendo el bien en lugar del mal”, llevando amor donde hay odio, paz donde hay destrucción, comunión donde hay división. Esto se puede hacer con la regeneración de las personas, ayudándoles a encontrar la dimensión justa de su existencia, reconstituyéndolas en su dignidad como personas con derechos, deberes, libertad y respeto. Y por todo esto cada Misionera debe ofrecer su sacrificio:

“Nosotras no podemos nada, porque somos pobres y miserables, pero procuremos tener fe viva y confianza en Aquel que nos conforta; dilatemos las fibras de nuestro corazón, ayudemos a tantas almas yacentes bajo el yugo del rey de las tinieblas, rompamos con el fuego ardiente de la caridad las pesadas cadenas que las tienen atadas a la terrible servidumbre del diablo y, cuando veamos que nuestras fatigas han caído en el vacío, echémonos a los pies de Jesús y, gimiendo por la iniquidad del mundo, supliquemos a su Divino Corazón que abra el tesoro de su infinita misericordia, y luego pongamos de nuevo manos a la obra, sin dejarnos vencer por el cansancio. Las dificultades no deben abatir a la Esposa de Cristo, sino al contrario, deben hacerla más fuerte y constante. Por lo tanto, no os desaniméis por las repulsas, las irrisiones, sino caminad siempre adelante con la serenidad y la fortaleza de los ángeles, porque vosotras sois los ángeles de la tierra y debéis seguir vuestro camino en medio de tantas corrientes contrarias. Cuando las cosas son fáciles, todos son buenos; pero es en la dificultad donde se prueba la fidelidad y la constancia.”[1]

La gloria de Dios reside en su Corazón misericordioso y aumenta cuando esta misericordia es derramada sobre la humanidad. A esto apuntó toda la obra cabriniana, para dar a conocer la misericordia del Corazón de Jesús a través de la propia santificación, la interiorización del amor de Dios que se hace misión, el deseo de comunicación y celo devorador. A este propósito Madre Cabrini rezaba:

“Haz mi corazón tan ancho como el universo, dale siempre un nuevo impulso a mi espíritu…”[2]

Y si esto comporta la inmolación de sí misma, la Esposa verdaderamente enamorada, debía estar dispuesta:

“Sacrifiquémonos e inmolémonos por nuestro queridos hermanos, que le han costado a Jesús nada menos que el precio de su sangre; por estos hermanos que, debido a una gran ignorancia, pierden la herencia de los hijos de Dios, y se quieren hacer infelices por una eternidad. Tratemos con todas las fuerzas de apartarlos del precipicio.”[3]



[1] Cfr. Entre una y otra ola, pág. 413-414
[2] Cfr. Pensamientos y Propósitos, pág. 165-166
[3] Cfr. Entre una y otra ola, pág. 81

El capítulo completo lo encuentran en la carpeta "Material" o haciendo clic aquí.



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