jueves, 25 de junio de 2020

"Todo lo puedo en Aquel que me conforta" (5ta parte)


Hna. María Barbagallo, Liberaos y alzad el vuelo
Codogno 2018




Capítulo 6:
“Todo lo puedo en Aquél que me conforta”:
Perderse para encontrarse en Dios




La Santa dirige una especial atención a los peligros del “desánimo” que amenazan a la persona seriamente comprometida en la misión. El desánimo es una forma de depresión que puede surgir de diversos factores. Madre Cabrini no toma en consideración los factores que derivan de la enfermedad, para la cual busca dar consejos muy maternales y familiares, también sabe que algunas enfermedades son somatizaciones de problemas más profundos, de dificultades psicológicas que no fueron procesadas, de la incapacidad de comprender y distinguir los orígenes. Desea que las Religiosas se formen un carácter “sereno y alegre”, que luchen contra la melancolía, que eviten pensar demasiado en sí mismas y no se alimenten de sentimientos negativos. La preocupación más inherente a sus recomendaciones es el miedo a la apatía, al enfriamiento progresivo de la fe, del fervor del espíritu, a la pérdida del contacto directo con el ideal primitivo:

“No debemos dormir, hijas, como la que está poseída por el terrible sueño de la apatía. La vida de la verdadera Esposa de Jesús es un hechizo de belleza, es un mar de alegría, es un sol de rayos resplandecientes, es un jardín esmaltado de las flores más hermosas, pero cuando entra la carcoma del desánimo, toda la belleza desaparece, las alegrías se extinguen para dar paso a la tristeza, al tedio, al mareo; su claridad se empaña, sus flores se marchitan. La esposa de Cristo golpeada por este sueño, no ve ya la nobleza de su vestidura y no pone atención como antes, y he aquí, entonces, una vida que no dice nada, una vida que no encuentra incentivos saludables, una vida que tal vez no está libre de actos de arrepentimiento y de desesperación, donde nunca llegará el Espíritu de Jesucristo que la custodiaría si se mantuviera con la vigilancia y el celo que se requieren”.[1]

Alude a esto, instando a la confianza en el Corazón Sagrado de Jesús, una confianza para mantenerlo como un arma contra todas las tentaciones de la fatiga y el miedo. Las preocupaciones que puedan surgir de un trabajo estresante, pueden ser combatidas con la confianza en Dios:

“Mientras tanto, trabajad mucho con el gran medio de la oración, tened gran fe en vuestro amado Jesús y abandonaos siempre plenamente en su Corazón adorable, confiando mucho; que, desconfiando de vosotras y confiando en Él, aun cuando seáis pobres y débiles, podréis hacer grandes cosas. Omnia possum in Eo que me confortat”.[2]

Esta actitud debe repetirse siempre en las diferentes situaciones:

“Por cualquier dificultad que encuentre al ocuparme de los asuntos de la gloria de Dios, no me desalentaré, sino que redoblaré la confianza pensando que es Jesús quién lo hace todo y permite las dificultades para sellar sus obras. Las obras de la gloria de Dios padecen violencia. Por consiguiente, no me extrañaría de las contradicciones en las empresas, más bien las consideraría como buenas señales. Por muchas contrariedades o violencias que yo sufra, la obra no resultará de otro modo que según él beneplácito de su Divina Majestad”.[3]




[1] Cfr. La Stella del Mattino, pág. 86
[2] Cfr. Entre una y otra ola, pág. 362
[3] Cfr. Pensamientos y propósitos, pág. 160

El capítulo completo lo encuentran en la carpeta "Material" o haciendo clic aquí.




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