“Guarda, hijo mío, el
mandato de tu padre
y
no desprecies la lección de tu madre.
Tenlos
atados siempre a tu corazón,
enlázalos
a tu cuello;
en
tus pasos ellos serán tu guía;
cuando
te acuestes, velarán por ti;
conversarán
contigo al despertar” (Prov 6,20-22).
Bajo el cuidado de: María Regina Canale, M.S.C. e Imelda
Cipolla, M.S.C.
Centro Cabriniano – Roma
PRESENTACIÓN
Las páginas que
siguen nos permiten entrever algo de aquellas noches de luz de las que fue
testigo providencial en Codogno una humilde hermana, una de las primeras
compañeras de la Madre Cabrini.
El cuadernito de
estos “pensamientos”, como los denominó la propia Madre Cabrini, compuesto de
hojitas cosidas simplemente, formó parte de los numerosos manuscritos inéditos
de nuestra fundadora.
Ahora, en el
cuadragésimo aniversario de la beatificación de la Madre, sale a la luz con la
esperanza de que el mensaje que dimana de estos escritos nos ayude a conocer
mejor a la Madre Cabrini y nos revele la luz que guió su caminar hacia Dios y
la fuerza que la sostuvo en tantas pruebas.
Para las referencias
bíblicas se ha hecho uso d la Biblia de Jerusalén; nueva edición totalmente
revisada y aumentada. Desclée de Brouwer, Bilbao, 1980.
Es una primera
aproximación, que no pretende ser completa ni considera haber agotado todas las
posibilidades de profundización.
PENSAMIENTOS
Hallados
en un libro misterioso que me hicieron impresión
1.
María Santísima en hábito de color rosa
brillante, con manto azul celeste también brillante, en gesto de dulcísima
complacencia, tendía los brazos para estrechar en su regazo a su hija
confidente. Esa alma afortunada asegura no haber visto imagen, por hermosa que
sea, comparable a los amables y bellos rasgos de la Virgen Santísima en aquella
aparición.
2.
Un alma atribulada no sabía si aceptar o no una
obra de mucha gloria para Dios por temor a exponer a sus súbditas a excesivos
peligros, cuando en el colmo de la amargura, mientras suplicaba fervorosamente
a Nuestro Señor expuesto en el altar que le hiciera ver con claridad, vio la
santa hostia transformarse en una gran luz y posarse sobre un globo que
representaba el mundo. El globo se aproximó girando a los ojos de aquella
persona, y el Señor, a la vez que despertaba en ella vivos e íntimos
sentimientos, le mostró la inmensidad de los lugares a donde debía llevar su
obra para gloria de Su Majestad.
Pero no pudo de momento
comprender cuál era el nombre de aquellos países lejanos porque estaban
escritos con caracteres y lenguas extranjeras que ella no conocía; quedó, sin
embargo, más animada a llevar a cabo cuanto entonces se le ofrecía.
3.
Titubeando, no obstante, en su interior al verse
incapaz de todo y privada del verdadero espíritu que se requiere para el
apostolado, se le presentó de nuevo la Virgen Santísima con el Niño Jesús en
brazos que tenía en una mano el globo terráqueo, con el cual jugaba como si
fuera una pelota, y dijo a su hija: “¿De qué temes, viendo que todo está en mis
manos y que puedo hacer lo que quiero del orbe entero? Si yo te ayudo –continuó–,
¿a quién temerás?” Aquella alma quedó muy consolada y animada para la gran
empresa.
4.
Le mostró también el Señor por dos veces la
corona que le tenía preparada si llevaba a cabo la obra tan cara a su Corazón
piadoso y misericordioso.
5.
Estando una sierva de Dios meditando la vida de
María Santísima, le vinieron sublimes y profundas iluminaciones a la mente
sobre cómo y en qué obras debían imitar a su Madre, tanto ella como sus
súbditas, y se sintió animada no sólo a emprender grandes obras, sino, en particular,
una hacia la cual había sentido hasta entonces mucha repugnancia, pareciéndole
de mera caridad material.
Una luz viva le hizo comprender
el bien espiritual que podía obtener de aquella obra de misericordia. Le
inspiró, además, las normas que debía dar a sus súbditas para aquel ejercicio
de caridad, a fin de que no sufrieran daño en el espíritu.
6.
Un alma temía emprender un largo viaje de muchos
días por mar y dudaba, además, de si el Señor estaría contento de la obra que
iba a emprender, cuando vio a Jesús bello y majestuoso en vestido blanquísimo,
que poniendo la mano en su Corazón adorable le mostró el monograma de su
Santísimo Nombre pintado en él con su Sangre, mientras le decía con voz
interior, pero vivamente al alma: “Ve, que con este nombre en el que tanta fe
tienes serán bendecidos tu viaje y tu obra”.
Aquella alma quedó muy animada e
hizo una fervorosa comunión de acción de gracias, en la que se sintió inspirada
a realizar muchos actos de santo amor.
7.
Un alma sintió un día vivo afecto hacia una persona
a la que debía muchos favores, y estando en la duda de si aquel sentimiento era
o no del agrado de Dios, se le apareció Jesús con rostro muy grave y le dijo:
“Yo ordené en ti la caridad y ahora echas a perder mi trabajo; ay de ti si una
chispa nada más de los afectos de su corazón la pones en la criatura; entonces
yo te abandonaré a tu miseria”.
Aquella alma sintió un fuerte
sobresalto, se humilló profundamente, renovó su voto de ofrenda total como
víctima del Sagrado Corazón de Jesús, y entonces Jesús, sonriendo, la dejó con
gran alegría de su alma.
Al día siguiente hizo la
comunión de acción de gracias, experimentando sentimientos inusitados y
viviendo a partir de entonces más íntimamente la unión con Dios.
8.
Un alma que yo conozco eligió en Año Nuevo como
patronos a San Miguel, San Francisco Javier, Santa Margarita Alacoque, San José
y María Santísima, señalando a cada uno los favores especiales que esperaba de
ellos en el curso del año. Por la noche, entre la vigilia y el sueño, tuvo una
visión en la cual se le apareció Jesús acompañado de estos santos, diciéndole
que aprobaba su elección y que los confirmaba como patronos suyos. Los santos
se mostraron todos muy gozosos con tal encargo, inspirando gran confianza a su
devota, y en el curso del año la ayudaron grandemente en todo.
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