lunes, 24 de octubre de 2016

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 20


PENSAMIENTOS (Continuación)

10.       Tuvo esta alma en el curso del año sentimientos vivísimos de la presencia de Dios, de su propia nada y de la grandeza de Dios, sintiéndose a veces como disolver en el amor por su Jesús.
11.       Ofreció esta alma con voto a María Santísima, durante todo el mes de octubre, comuniones, misas, oraciones, sacrificios y buenas obras por las necesidades presentes de la Santa Iglesia y de su Instituto, cuando al comienzo de la novena a los difuntos le vinieron muchas almas del purgatorio pidiéndole con instancia sufragios. Quedó perpleja aquella alma, no sabiendo qué hacer por haber donado todo a María Santísima; pero aquellas almas, en forma de ángeles en pena, la solicitaban con más vivas instancias. Entonces se volvió a María Santísima, suplicándole que mirase por las queridas almas del purgatorio, haciendo que las comuniones, misas, rosarios y sacrificio, mientras valían para su gloria por el voto hecho, valiesen al mismo tiempo para sufragio de aquellas almas.
En el mismo instante aquellos espíritus se mostraron muy reconocidos a esa alma y desaparecieron dejándole con una paz dulcísima y con sosiego inalterable. Oh, qué reconocidas son las almas del purgatorio. Ofrezcamos sufragios por ellas.
12.       Estaba un alma muy atribulada por personas que querían poner impedimento a una obra por ella emprendida para la gloria de Dios, y la contradicción llegó hasta el punto de sufrir amenazas y alarmas. En medio de tanta pena la consoló varias veces el buen Dios; una vez le mostró una gran luz de forma triangular, son su ojo sereno y alentador en el centro. De aquella suavísima luz salió de improviso una voz que dijo: “Soy yo, no temas; en todo miraré por ti y te defenderé”. Después de lo cual todo desapareció, dejando muy reconfortada en sus penas a aquella alma.
13.       Otra vez se le aparecieron los doce apóstoles, que la consolaron uno tras otro en sus penas y la animaron a lograr la perfección. Esta visión le quedó tan grabada que aun después de mucho tiempo aseguraba que si veía a los apóstoles sabría distinguirlos con su propio nombre por los rasgos de la fisonomía.
14.       Otra vez se vio como transportada por su ángel custodio a un extenso campo de luz, desde donde divisó las puertas del cielo formadas por otras tantas luces espléndidas, y supo que para acercarse a ellas necesitaba volar sobre algunas nubes a una belleza extraordinaria sin pisar la tierra, que no se veía desde allí; y con tal visión quedó muy iluminada la mente de esta persona y comprendió que para llegar a aquellas puertas de la bienaventuranza, debía despegarse perfectamente de todo, purificar cada vez más los afectos del corazón y padecer voluntariamente, identificándose en todo con la santísima voluntad de Dios. Hubiera querido luego explicar cuanto había visto, pero hubo de decir con Pablo: “Vi cosas que el ojo humano jamás vio; entendí cosas que la mente humana no puede concebir” (1 Cor 2,9). Sólo decía que estaba dispuesta a cualquier sacrificio por amor a su amado Jesús.
15.       Se le apareció muchas veces el Niño Jesús con semblante atrayente e inspirándole verdadera pureza celestial, animándola a sufrir las grandes penalidades que la torturaban, alentándola a la práctica de algunas virtudes particulares o mostrándose satisfecho de algún sacrificio realizado; y siempre aquella alma recibía nuevo impulso, nueva fuerza y valor para confiar en medio de las difíciles pruebas que atravesaba en la realización de la obra que traía entre manos.
16.       Las almas del purgatorio pidieron a una superiora una obra en su sufragio, pero esta alma dudaba de si la inspiración venía de Dios. Entonces fue transportada todas las noches, durante más de un mes, aun camino largo y estrecho que bordeaba un gran río donde había numerosísimos grupos de almas purgantes que oraban por sus devotos y pedían con frecuencia a aquella alma la institución de una obra en sufragio suyo. Ella temía andar por aquel camino difícil, pero el temor cesaba cuantas veces prometía a las pobres almas la realización de la obra, porque ellas la colmaban entonces de bendiciones que imploraban de Dios.

Finalmente, con el permiso de los superiores instituyó la obra de sufragio y gozó en delante de la ayuda generosa de las almas purgantes y obtuvo diversas gracias espirituales y consuelos celestiales. Al cabo de dieciséis años del establecimiento de la obra, aquella alma hubo de realizar una fundación en países remotos y con gran sorpresa se encontró con que debía hacer el mismo camino que las almas purgantes le hicieron andar todas las noches, y esto le sirvió de gran consuelo, obteniendo nuevas bendiciones, además de las que le habían acompañado hasta entonces.

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