PROPÓSITOS
MI RETIRO ESPIRITUAL
En el último viernes de noviembre de 1878
como preparación para la fiesta
de San Francisco Javier
y de la Inmaculada.
Desde los Ejercicios
Espirituales hasta este momento vuestra misericordia, Señor mío, me ha
impulsado a desear sufrir algo por vuestro amor y para imitar vuestra vida,
Jesús mío, que fue un continuo martirio de puro padecimiento. Hacedme sentir
también el deseo de humillarme por vuestro amor; iluminadme sobre el modo de
hacerlo, ya que en tantas ocasiones casi me falta el valor de llevar a efecto
vuestras santas inspiraciones.
Oh Corazón agonizante de mi
Jesús, por el abandono que experimentasteis en el Huerto de Getsemaní, por el
horror que sentisteis viéndoos cubierto de todos mis pecados que os hicieron
sudar sangre, ayudadme, dadme aliento para que supere todos los obstáculos que
me alejan de Vos.
Sí, Jesús amabilísimo, permitid
que yo aquí, en el Huerto de los Olivos, os haga compañía en lugar de los
discípulos que duermen.
Jesús mío, me atrevo a
abrazaros, a estrecharos en mi regazo y a enjugaros las gotas de vuestra
preciosa sangre que me hace esperar la salvación y la más alta perfección.
Señor, unidme estrechamente a
Vos y haced que nunca más me separe de Vos, Amor mío, Corazón de mi corazón,
Vida de mi vida, amabilísima y suavísima dulzura de mi alma.
Como vos me inspiráis, Señor
mío, y como me lo pedís desde hace mucho tiempo, me ofrezco a Vos hoy y por
todo el tiempo de mi existencia como víctima, en unión con vuestra penosa
agonía del Huerto, a favor de todos los pobres moribundos de cada momento en
todo el mundo, a fin de que obtengan la gracia de expirar en vuestros brazos
amorosísimos, contritos y arrepentidos de sus pecados.
Me ofrezco, Jesús mío, a hacer
voto de esto lo más pronto que me lo permite quien me dirige. Inmaculada Madre
mía dulcísima, acogedme bajo el manto de vuestra protección hoy y siempre, y
recibid el voto que en vuestro día renovaré para siempre según vuestra
intención, a fin de merecer vuestro amor permanente, la protección en mis
necesidades y la asistencia en la muerte.
Jesús y María, descanse en paz con Vos el alma mía.
Así sea.
Textos bíblicos: 2Cor 12,10; Col 1,24; Lc 22,37; Lc
22,44; Mt 26,40; Mc 14,37; Lc 22,46; Hb 9,12; Col 11,20
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