VIERNES SANTO de 1884
MI RETIRO ESPIRITUAL
Protectores San Ignacio y Santa
Teresa
En las meditaciones
he encontrado muchos motivos para humillarme y aniquilarme, viendo mi debilidad
y mi poquísimo valor para llevar la cruz interior y exterior de mi estado. He
renovado la promesa de decir más generosamente a mi Dios: Haced de mí lo que
queráis con tal que yo os agrade y el
Instituto sea todo de vuestro adorabilísimo Corazón y os rinda gloria (Lc 1,38).
Debo padecer
para santificarme, debo ser como triturada bajo la prensa de vuestro santo Amor
para quedar verdaderamente purificada y digna de promover los intereses de
vuestra gloria. Comprendo esto a la luz clarísima de vuestra gracia y, sin
embargo, cuánto me resisto a las penas internas y externas que el amoroso
Corazón de mi dulce Jesús me prepara.
Examen para el
mes próximo sobre los cuatro votos principales. Propósito de vivir conforme a
ellos.
Gracia para
pedir: la conversión de los pecadores, y para mí, que conozca a Dios y a mí
misma.
Jesús mío, me refugio en la llaga santísima de
vuestro Costado para escuchar las enseñanzas de vuestro Corazón amoroso.
Escondida en esta dulcísima abertura, nada temeré, aunque el infierno entero se
desencadene contra mí y el mundo me persiga. Encerrad en ese costado, oh Jesús
mío, a todas las religiosas de este Instituto vuestro y a esa persona que ahora
me aflige.
Dulce Corazón de Jesús... Transforma nuestros pecados en Amor... Así honramos las enseñanzas de Francisca!
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