PROPÓSITOS
Octubre 1882
MI RETIRO ESPIRITUAL
En los Santos Ejercicios – 21
oct. 1882
Bajo la
invocación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús, para que me ayude
con su amparo maternal a entrar dentro de mí misma y conocer todos mis defectos
a fin de enmendarlos, y las virtudes que el dulce Esposo quiere ver en mi pobre
corazón para adornarlo.
Nuestra Señora
del Sagrado Corazón de Jesús, orad por mi pobre alma.
1.
Tengo suma necesidad de los ejercicios
espirituales y siento toda el hambre de la palabra de Dios que me sacuda y me
levante de mi polvo.
2.
Y he aquí al Señor dispuesto a consolar y
confortar a su indignísima esposa con los santos Ejercicios Espirituales.
Gracias infinitas os doy, Dios mío, que tanta bondad me demostráis al
concederme semejante misericordia.
3.
Estos Ejercicios pueden ser la última
misericordia que Dios me otorga, y ¡ay de mí! si no me aprovecho de ellos para
prepararme el ajuar de todas las virtudes religiosas. Puedo morir, y quizá
pronto, muy pronto, bien por la incertidumbre de la vida, bien por mi frágil
salud, que de un momento a otro me aproxima a la tumba, que me espera. Dios mío
misericordioso, tened piedad de mí y haced que antes de la muerte sea
enriquecida de todas las virtudes que tan frecuentemente me hacéis sentir que queréis
ver arraigadas en mí. Hablad, Señor, hablad; yo os escucho y deseo seguir
vuestras huellas.
Conducidme por el camino que más os agrade; con tal que haga vuestra
voluntad y os dé las más bellas demostraciones de amor vivísimo, soy lo
bastante rica.
4.
El sacramento de la penitencia es uno de los
dones más grandes concedidos por la misericordia de Dios. Y yo ¿lo he visto
siempre de esta manera?
Cuántas veces me he acercado a El fríamente y con esa viveza de fe que
se merece, con esa confianza y esperanza que alegran al alma y la hacen capaz
de un mayor amor a Dios.
5.
El sacramento de la penitencia es uno de los más
grandes tesoros por la humildad que provoca al manifestar nuestras miserias; y
qué preciosa es nuestra humillación delante de Dios. Vale más un acto de
humildad que la práctica de las virtudes más llamativas. La humildad, es
verdad, nos pone en nuestro verdadero estado; en efecto, ¿qué somos delante de
Dios?
6.
El celo por la salvación de las almas debe
llenar totalmente mi corazón como Salesiana Misionera del Sagrado Corazón de
Jesús.
7.
Es una gran caridad el celo, pero sólo cuando
está atemperado precisamente por una gran caridad dulce y suave como la del
Corazón de Jesucristo.
8.
Las palabras suaves mueven el corazón de las
almas más endurecidas y las inducen a la penitencia; procuraré siempre la
dulzura en el hablar.
9.
Cuando no son escuchadas las palabras,
recurramos a la oración. Digamos al Corazón de Jesús que toque Él los corazones
de las criaturas, y ¡cuánto mejor lo hará Él que nosotros!
10.
También en nuestras obras más ordinarias, en un
trabajo cualquiera, propongámonos suplicar tantas veces al Corazón de Jesús por
los pecadores cuantos movimientos hagamos en nuestros trabajos.
11.
Al coser, en cada punzada de la aguja demos
otros tantos aguijonazos al corazón de los pecadores para obtener su
arrepentimiento y contrición.
12.
El ejercicio de la presencia de Dios esté
siempre vivo en nuestro espíritu; veamos a Dios en todo objeto que se presenta
a nuestra mirada, reflexionando en la omnipotencia, sabiduría, bondad del
amable Jesús, como hacían aquellas Santas, aquellas palomitas tan enamoradas de
Jesús.
13.
Hasta una hierbecilla nos habla de Jesús y nos
reprocha cómo está ella más atenta a los signos de Dios que nosotras, que hemos
dedicado nuestra voluntad a nuestro Esposo adorabilísimo.
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