MI RETIRO EN BUENOS AIRES
Como preparación para la Pascua
(1896)
(Primera parte)
Sólo me gusta
tu gusto;
Sólo quiero tu
querer;
Sólo anhelo
amarte más,
Corazón santo
de Jesús.
Después de
tantas penalidades y sufrimientos pasados sólo por tu gracia, oh mi amado
Jesús, me llamas a un retiro tan generoso y suave, dignándote concederme este
retiro santo en santa unión contigo. Oh, una sola hora unida a Ti íntimamente
me hace olvidar toda preocupación exterior, me sirve de tanto alivio que me quita
todo peso, toda amargura y me robustece el alma para padecer cada vez más por
tu gloria y por la salvación de las almas. Los hijos del siglo, los emisarios
de Satanás, no duermen; enséñame, Jesús mío, a desafiarlos a todos para
procurar tu gloria y al mismo tiempo instrúyeme sobre la santificación de mi
alma. Jesús mío, conviérteme a Ti enteramente, porque si no me haces santa no
sabré trabajar bien en tu viña y llegaré a traicionar tus intereses en lugar de
promoverlos.
Yo me
esforzaré por ser humilde, purificaré mis intenciones, pero ay, obra Tú en mí,
oh Jesús mío, que yo por mí misma sólo puedo hacer el mal. Salva, Jesús mío, tu
heredad si no quieres que se destruya. En tu pasión está toda mi esperanza. Deseo
sacar de este retiro, oh Jesús mío, una profunda lección de humildad. Humildad,
virtud sublime, oculta a los grandes del mundo, a los sabios según el mundo. Humildad,
virtud santa, ven a mí. Tú eres la más preciosa de las virtudes, tú eres un
tesoro escondido, una perla preciosa, y para adquirirte vale la pena vender
todo. Humildad, virtud verdadera de Jesucristo, haz que yo te honre practicándote
en todo y doquier, en todo tiempo y circunstancia. Por ti, virtud grande y
sublime, podré gozar siempre la verdadera paz del corazón, por ti sola la podré
agradar a mi amado Jesús, por ti sola haré obras meritorias, por ti procuraré
la verdadera gloria de Dios.
Si yo tuviera,
poseyera, practicara todas las virtudes, más no tuviera la humildad, me
serviría más de daño que de provecho toda la supuesta santidad. Podré tener
prácticas buenas, mas no poseeré la sólida virtud si carezco de humildad. La
humildad es el fundamento de toda obra meritoria, la base de toda virtud, la
piedra sólida que sustenta la santidad. Si yo fuese pura como un ángel y me
faltará la humildad, toda la pureza no bastaría para salvarme. En el cielo sólo
entran los humildes.
Jesu mitis et humilis Corde, fac cor meum
secundum cor tuum.
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