EN LOS SANTOS EJERCICIOS
De septiembre de 1897 (Cuarta parte)
...
Debo estar ordenada hacia el prójimo, amándole mucho, pero siempre en
orden a Dios; dándole todo lo que debo, pero sin darle nunca un ápice de
aquello que debo a Dios.
Ni siquiera debo tener deseos demasiado vivos, por buenos que parezcan,
sino quedar en paz y en abandono perfecto a todas las disposiciones de Aquel
que me va repitiendo: Ordinavi in te
charitatem.
Mi amado quiere llenarme de amor, a fin de que mediante El mismo yo
pueda darle todo el amor que le debo; amor fuerte, que jamás se abate por
ninguna contrariedad; amor puro, desinteresado, crucificado, que no encuentra
gozo sino en el conformarse en todo y siempre a Aquel que tanto amo y que
quiero amar cada vez más. El amarte, oh mi Amado, el estar unida a Ti,
constituye toda mi felicidad, mi paz, mi gozo. Inveni quem dilexi, quem amavi.
He hallado mi tesoro, no lo dejaré ya; pero siempre mediante tu gracia,
amantísimo Jesús mío, que si Tú retiras tu dedo de mi cabeza, entonces en un
momento pierdo toda la riqueza, y si caigo en la miseria de tu abandono,
entonces ya no puedo fiarme de mí… Oh mi Amado, no te fíes de mí…; estate cerca
de mí; háblame siempre al corazón; sostenme con tu gracia, con tu unción;
fortaléceme con tus preciosos dones.
Oh amantísimo Jesús mío, ¿será posible que yo pueda vivir alejada de
Ti? La vida no puede subsistir en la muerte. Tú me creaste para Ti, y aquí
dentro siento que no podría vivir lejos de Ti. Ay, Jesús amado, hazme morir
antes que permitir que yo me aleje lo más mínimo de Ti y de tu santo querer. Te
amo, oh Jesús, mucho, mucho, mucho, y cada vez más quiero amarte y complacerte
en todo. Quiero vivir y morir de amor. Trátame como Tú quieras, oh amantísimo
Jesús; tu voluntad es mi gozo; haz lo que quieras de mí, pero hazme consumir de
amor.
Oh Jesús, yo soy toda tuya y Tú eres todo mío. Inme manet. Sí, oh Jesús mío, yo
permanezco en Ti, unida a Ti en la más íntima unión. Tu toque es toque de
amor…, es toque de vida. Mi alma está en Dios… Dios está en mi alma… Oh
inefables momentos. Oh amor inconcebible, incomprensible, ¡hasta dónde llega la
bondad de ese tu Corazón Divino!
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