De septiembre de 1897 (Séptima parte)
...
Yo soy la fuente, tú el riachuelo; corre por todas las regiones que te
señalo, que mis aguas saludables obrarán prodigios en las almas. Tu único pensamiento
sea el de estar siempre unida con gran fidelidad a la fuente. Mis aguas
saludables son vigorizantes, perennes; no tengas miedo a nada; sólo carecerías
de ayuda si yo careciese de poder. Sé fuerte en la fidelidad; sólo esto
pretendo de ti, de lo demás me ocupará Yo; ámame siempre en la sencillez de tu corazón,
y tu riachuelo correrá siempre con abundancia de aguas cristalinas, puras,
vivas. Si te separas lo más mínimo de la fuente, se sacará tu riachuelo.
Libra, oh mi amante Esposo, a tu pobrecilla de tanta desgracia. Temo
por mí, oh Jesús mío, temo por mi miseria, por mi pobreza; pero confío mucho en
Ti, en tu inagotable bondad. Quiero estar en tu amorosa y perpetua compañía, oh
Jesús amado, con la mente, con el corazón siempre en Ti. No quiero ya hablar a
las criaturas de mis cosas, sino sólo a Ti, mi Amado.
La multiplicidad de las gracias no disminuye su valor, sino que lo aumenta
y lo embellece. ¿Qué hacen las gracias? Preparan el alma a otras gracias. ¿De
qué temes? Yo soy omnipotente y quiero socorrer a mi amada. Más me honra y me
conmueve tu confianza que cuantas cosas puedas hacer para expresarme tu amor.
Descansa en mi corazón con gran paz y tranquilidad y camina siempre con
sencillez delante de Mí, corriendo por los caminos que Yo mismo te indicaré.
Tus afectos son los míos y siempre lo fueron, y Yo mismo quise hacerlos tales
que fueran aceptables para Mí. Yo lo hice todo, mas tú cooperaste con tu
adhesión. La fidelidad en la adhesión es todo lo que tú puedes hacer y no
pretendo otra cosa de mi elegida. Oh cuánto haría Yo en las almas si ellas me
dejaran obrar.
El alma que escucha a Jesús, que así le habla, queda muda y como inmóvil,
pero en ese silencio obra; calla, pero elocuentemente habla; no hace nada y
hace mucho; mas no ella, sino El, el Amado, que dice y hace, opera todo con
admirable perfección.
Oh, ¿cómo eres. Jesús? Mi lengua enmudece delante
de Ti. Oh Corazón dulcísimo de mi amado Jesús; alábente por todas las
generaciones las gentes todas por tu gran dignidad. Yo te adoro, te venero, te
bendigo y quisiera recorrer toda la tierra para manifestar a todos tu amor
prodigioso a tu criatura. Oh Corazón dulcísimo, amantísimo, Tú eres mi
descanso, mi reposo, mi gozo. Vigo ego
jam non ego, vivit vero in me Christus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario