1899 (Última parte)
1. No ignoramos la sublimidad, el
poder de la vida de dependencia de Dios, la vida de silencio y de ocultamiento,
que conducen el alma amante a gran perfección.
2. El ocultamiento procura
alegrías que la pluma no puede describir.
3. Le conduciré a la soledad y
allí le hablaré al corazón. ¡Oh, mi Dilecto, qué bien se está Contigo! El mundo
da enojo y pena; Tú eres un dulce paraíso y toda pena se convierte en alegría,
perla preciosa que forma el collar y la diadema de tu esposa.
4. Si los mundanos conocieran el
tesoro que nosotros tenemos en Jesucristo, no nos dejarían más en paz, porque
correrían al Convento y a la fuerza querrían someterse a nuestro modo de vida
para poder gozar de la verdadera libertad de los hijos de Dios.
5. La verdadera libertad consiste
en liberarnos de todas nuestras pasiones y en no dejarnos jamás dominar por las
mismas.
6. El diablo ríe si nosotros
caemos; ¡oh, no hagamos nunca un oprobio a Jesús, haciendo reír por nuestra
causa al diablo, su enemigo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario