jueves, 6 de diciembre de 2018

"Pensamientos y Propósitos" de Santa Francisca Javier Cabrini - 120



Uno de los días más hermosos que ha habido
El hermoso día de la Inmaculada de 1903

MI RETIRO ESPIRITUAL EN SEATTLE, WASH (Décima parte)

El alma que está íntimamente unida a Dios e investida de una virtud superior, se hace dueña de sus pasiones, y no hay ninguna fuerza, ningún engaño, que pueda hacerla caer en pecado. Esta no es empero la impecabilidad de los beatos (sería un error pensarlo), pero es una impecabilidad moral que refuerza admirablemente la voluntad del alma fiel.
Pero es necesario trabajar un poco en torno a la adquisición de la virtud y no pretender que venga por sí misma.
En cuanto se forma la costumbre virtuosa, se avanza sin fatiga, formando casi una alianza que Dios fortalece y fortalece de tal manera que luego no puede ya sufrir cambios. Un alma que adquirió, por ejemplo, el don de la contemplación, ya no tiene nada que le distraiga, e incluso en las cosas más aptas para distraer, se encuentra con su Amado, con el que la caridad le une.
La perfección de los votos hace santas a las Religiosas…
No os recostéis cómodamente sobre la Cruz, pues si no el hombre viejo no sólo no muere, sino que aumenta, y luego la fatiga se hace mayor, porque ofrece resistencia y le domina.
No conceder nada al hombre viejo, a las inclinaciones; mortificarlas todas. Una vez que esté muerto resurgiremos a una nueva vida, la vida de los cuerpos gloriosos.
Crucificar al hombre viejo con los votos y hacerle morir con la perfección de los mismos, con un buen deseo se logra. Un buen deseo fortalecido por Dios resulta omnipotente, porque se ve avalorado por la omnipotente virtud de Dios.
La perfección es un tesoro que se compra vendiendo todo.



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