Hna. María Barbagallo, Levantaos y alzad el vuelo
Codogno 2018
Capítulo 1:
“Levantar un templo en el propio corazón”
El camino de la interioridad
***
También el aspecto del "descanso en Dios" es parte de la
experiencia íntima de Dios en la que tomar un descanso de la inquietud de la
existencia, de las dificultades y de la fatiga física y mental:
“Mi amado
Jesús, atrayéndome con la mayor ternura para descansar en su Divino Corazón
como una peregrina suya, cansada de un largo viaje, me hizo conocer en vivos
colores todos los beneficios que recibimos”[1].
Con Jesús también los miedos y las adversidades
son más suaves:
“Adelante
con valor, hijas, sabed ganaros la dulce mirada de Jesús que, una vez dentro de
vosotras, no tenéis nada que temer. Sople el viento con fuerza o se desencadene
la tempestad, nosotras estamos a buen seguro refugiadas en el Arca Santa del
Corazón de Jesús, en el Corazón de nuestro Esposo. Encerradas en este Horno de
amor, todo nos será más fácil y dulce: la exacta observancia, las tareas más
gratas, el poder trabajar y sacrificarse por el bien del Divino Corazón, el
deseo más ardiente de nuestra alma. Dejad todo lo que sabe a vosotras mismas y
a estas cosas de aquí abajo, arriba vuestros corazones…”[2]
Y hablando de la nueva fundación en Buenos Aires
en 1896, después de haber visitado más de 60 casas para encontrar una que
sirviera a sus propósitos, verdaderamente cansada, encuentra en Dios su
descanso.
“El
Sagrado Corazón, ¡qué bueno, querido y amable es! Una sola mirada, una sola
palabra suya grabada en el fondo del alma, basta para reanimar y tranquilizar:
Él es una dulcísima medicina, Él es la fuente inagotable de todo bien, por lo
que es conveniente que nosotras nos perdamos en Él con inmensa confianza; Él es
un abismo de amor, donde está nuestro aposento, nuestro descanso, donde podemos
estar seguras en cualquier circunstancia crítica; Él es un tesoro escondido e
infinito que busca siempre manifestarse en nosotras, difundirse y distribuirse
para enriquecer nuestra pobreza; él es nuestro verdadero oratorio de paz y de
alegría, lo único necesario para nuestro corazón, nuestro todo en todas las
cosas”[3].
Y vuelve con la imagen del “santuario
interior” como un motivo dominante en el que encontrar descanso:
“En el
santuario del Corazón amante de mi Amado pondré esta noche todo cuanto he
realizado por su amor, pidiendo humildemente perdón por mis faltas y
descansando luego tranquila en Él; no pensaré más que en servirle mejor mañana
y en seguir sus inspiraciones”[4].
***
[1] Cfr. Pensamientos y Propósitos, pág. 120
[2] Cfr. Epistolario, Vol. 5°, Lett. n. 2043
[3] Cfr. Entre una y otra ola, pág. 346
[4] Cfr. Pensamientos y Propósitos, pág.
126-127
El capítulo completo lo encuentran en la carpeta "Material" o haciendo clic aquí.
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