jueves, 10 de octubre de 2019

"Liberaos y alzad el vuelo" (5ta Parte)






Hna. María Barbagallo, Liberaos y alzad el vuelo
Codogno 2018




Capítulo 2:
“Liberaos y alzad el vuelo”
En el misterio de Dios




Como dice San Pablo también Madre Cabrini invita a “caminar en el Señor Jesucristo... arraigados y edificados en Él” (Cfr. Col 2,6).

Es un camino de conversión que, en la experiencia mística de quien quiere entrar en el amor de Dios, necesita la purificación necesaria por la que se pierde interés por muchas cosas, por las cosas “de la tierra”: “si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra” (Cfr. Col 3,1-2).

“Sea el alma fiel a las incesantes iniciativas del amor divino, sumergiéndose en Dios en el perfecto desasimiento de todo, y pronto no correrá, sino que volará, por el recto y seguro camino de esa perfección, que es alegría inefable para el alma que por él se adentra”.[1]

A este respecto se ve con claridad que, en el proyecto espiritual de Madre Cabrini, el desapego es imprescindible para “penetrar” en los misterios de Dios. Tal desapego ayuda a elevarse sobre otras miradas e intereses haciendo eficaz la acción misionera:

“Destacaos de todo y más de vosotras mismas, de vuestro modo de ver, de vuestras ideas, para poder ser dignas, en la verdadera humildad, de penetrar en los sublimes misterios del amor divino que ha llegado a sacrificarse de tal manera por nosotras. Elevaos al amor del Corazón de Jesús, quemaos por él y buscad la manera de que se inflamen también todos cuantos os rodean, entonces no llevaréis en vano el nombre de Misioneras de este Divino Corazón”.[2]

Sin embargo, aunque para Madre Cabrini la experiencia del “desapego” es radical, semejante a la noche de la que hablan los autores místicos, la connotación más expresiva de esta experiencia es el “volar” para hacer lo que Dios quiere, e incluso en sus visiones interiores, Madre Cabrini describe sus deseos de acercarse al misterio de Dios:

“Otra vez se vio como transportada por su Ángel custodio a un extenso campo de luz, desde donde se veían las puertas del cielo formadas por otras tantas luces resplandecientes, y entendió que, para acercarse a ellas, necesitaba volar sobre algunas nubes a una belleza extraordinaria sin pisar la tierra, que no se veía desde allí; y con tal visión quedó muy iluminada la mente de esta persona y comprendió que, para llegar a aquellas puertas bienaventuradas, era necesario desprenderse absolutamente de todo, purificar cada vez más los afectos del corazón y padecer voluntariamente, identificándose en todo a la santísima voluntad de Dios. Hubiera querido después explicar cuanto había visto, pero hubo de decir con Pablo: “Vi cosas que el ojo humano no vio nunca; entendí cosas que la mente humana no puede concebir”. Sólo decía sentirse dispuesta a cualquier sacrificio por amor a su amado Jesús”.[3]




[1] Cfr. Entre una y otra ola, pág. 102 y también, La Stella del Mattino, pág. 110, n. 29
[2] Cfr. Epistolario, Vol. 2°, Lett. n. 693
[3] Cfr. Pensamientos y Propósitos, pág. 56-57, n. 14


El capítulo completo lo encuentran en la carpeta "Material" o haciendo clic aquí




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