Hola!
Retomando la entraga de los lunes que hacemos por Facebook en el grupo "Compartiendo la vida con Francisca", vamos a empezar a compartir, de a poquito, el libro "Pensamientos y Propósitos" de Madre Cabrini. Lo iremos subiendo en la medida que lo vayamos digitalizando.
Empezamos con la primera parte del prefacio del obispo auxiliar de Roma, Giulio Salimei.
Seguimos compartiendo la vida con Francisca... FC
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Retomando la entraga de los lunes que hacemos por Facebook en el grupo "Compartiendo la vida con Francisca", vamos a empezar a compartir, de a poquito, el libro "Pensamientos y Propósitos" de Madre Cabrini. Lo iremos subiendo en la medida que lo vayamos digitalizando.
Empezamos con la primera parte del prefacio del obispo auxiliar de Roma, Giulio Salimei.
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PREFACIO de "Pensamientos y Propósitos" (1ª Parte)
Hace bien al espíritu encontrarse ante páginas como las reunidas en este volumen. No son páginas que se hallen todos los días.
Iluminan, dan confianza, ayudan.
Iluminan sobre el misterio de la amistad del Señor con nosotros, poniéndonos en contacto con una experiencia viva, palpitante. Nos hacen advertir la presencia de Dios en la historia de un alma y en un momento de la historia de la Iglesia.
Plantean de nuevo y hacen ver con claridad el camino para la edificación del bien.
Me parece que, a través de Madre Cabrini, el Señor quiso hablarnos de modo especial a nosotros, hombres del siglo de la eficacia, para decirnos que quien verdaderamente quiere construir es en Él en quien hallará la fuerza y el camino.
Los apuntes de la Madre Cabrini contenidos en este libro desvelan realmente el secreto de las obras por ella ejecutadas. Un secreto que la mentalidad de hoy no se espera, y frente al cual tiende a permanecer incrédula: la presencia operativa del propio Dios en la historia. Pero esto es lo que hay detrás de la actividad extremadamente intensa, de la inmensa carga apostólica, de la fuerza indomable, de la energía inagotable de Madre Cabrini, de la increíble multiplicación de obras y fundaciones que salen de sus manos, de la multiplicación de las jóvenes que piden seguirla.
Al hombre de hoy tal vez le resulta más espontáneo pensar que el total abandono en la voluntad lo vivió un alma que dedicó toda su vida exclusivamente a la oración, al silencio en la soledad de un claustro, más que pensar en una criatura entregada a la acción, llamada momento tras momento a tomar decisiones operativas, hacer elecciones concretas, correr por el mundo, discutir problemas y negocios.
La Madre Cabrini es una mujer de acción inmersa en una vida de contemplación, en la continua escucha de la voluntad de amor de Cristo. La acción suya la descubrimos originada, momento tras momento, en la contemplación. Es Dios quien lo hace.
Se observa con claridad que las páginas de este volumen son la transparencia de lo que imperioso había en ella, de una experiencia viva que no sólo no se expresa con términos altisonantes, sino que manifiesta la sencilla verdad de lo que un alma está viviendo.
No son expresiones poéticas, sino signos de la implicación, del compromiso de toda una vida. Son la clave para comprender su vida; la historia lo confirma.
La vida de los santos es como un apéndice de la Sagrada Escritura. Es el libro en el cual el Señor escribe cómo cumple, en la historia y en la vida del hombre, lo prometido e iniciado por Él mismo. Es la extraordinaria grandeza del hoy de Dios. El Evangelio, la Palabra de Dios, se nos aparecen en su realización literal. La vida humana se nos presenta construida no sobre el orgullo y el poder del hombre, sino sobre la grandeza y las misericordias de Dios. Una vida de alegría, portadora de paz y de bien en torno a sí: una vida salvada, que salva.
Iluminan, dan confianza, ayudan.
Iluminan sobre el misterio de la amistad del Señor con nosotros, poniéndonos en contacto con una experiencia viva, palpitante. Nos hacen advertir la presencia de Dios en la historia de un alma y en un momento de la historia de la Iglesia.
Plantean de nuevo y hacen ver con claridad el camino para la edificación del bien.
Me parece que, a través de Madre Cabrini, el Señor quiso hablarnos de modo especial a nosotros, hombres del siglo de la eficacia, para decirnos que quien verdaderamente quiere construir es en Él en quien hallará la fuerza y el camino.
Los apuntes de la Madre Cabrini contenidos en este libro desvelan realmente el secreto de las obras por ella ejecutadas. Un secreto que la mentalidad de hoy no se espera, y frente al cual tiende a permanecer incrédula: la presencia operativa del propio Dios en la historia. Pero esto es lo que hay detrás de la actividad extremadamente intensa, de la inmensa carga apostólica, de la fuerza indomable, de la energía inagotable de Madre Cabrini, de la increíble multiplicación de obras y fundaciones que salen de sus manos, de la multiplicación de las jóvenes que piden seguirla.
Al hombre de hoy tal vez le resulta más espontáneo pensar que el total abandono en la voluntad lo vivió un alma que dedicó toda su vida exclusivamente a la oración, al silencio en la soledad de un claustro, más que pensar en una criatura entregada a la acción, llamada momento tras momento a tomar decisiones operativas, hacer elecciones concretas, correr por el mundo, discutir problemas y negocios.
La Madre Cabrini es una mujer de acción inmersa en una vida de contemplación, en la continua escucha de la voluntad de amor de Cristo. La acción suya la descubrimos originada, momento tras momento, en la contemplación. Es Dios quien lo hace.
Se observa con claridad que las páginas de este volumen son la transparencia de lo que imperioso había en ella, de una experiencia viva que no sólo no se expresa con términos altisonantes, sino que manifiesta la sencilla verdad de lo que un alma está viviendo.
No son expresiones poéticas, sino signos de la implicación, del compromiso de toda una vida. Son la clave para comprender su vida; la historia lo confirma.
La vida de los santos es como un apéndice de la Sagrada Escritura. Es el libro en el cual el Señor escribe cómo cumple, en la historia y en la vida del hombre, lo prometido e iniciado por Él mismo. Es la extraordinaria grandeza del hoy de Dios. El Evangelio, la Palabra de Dios, se nos aparecen en su realización literal. La vida humana se nos presenta construida no sobre el orgullo y el poder del hombre, sino sobre la grandeza y las misericordias de Dios. Una vida de alegría, portadora de paz y de bien en torno a sí: una vida salvada, que salva.
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