MI RETIRO ESPIRITUAL
EN LOS SANTOS EJERCICIOS
Año del Señor 1889
19 octubre
(continuación 41-50)
El corazón de la religiosa está muchas veces en el cielo, adonde sube con los deseos para conversar con los ángeles, gozar de su Amado y presentarle siempre nuevos sacrificios que el ingenioso amor le ha hecho practicar.
El buen Jesús sabe encontrar el modo de consolar al alma afligida, que total y plenamente se
abandona a su Corazón.
El que sabe soportar bien los males y las angustias que Dios permite nos sobrevengan en la jornada, y lo hace por puro amor de Dios sin lamentarse nunca, es un mártir de la Providencia. Qué felicidad ser mártir de la Providencia.
Reparemos el Corazón Santísimo de Jesús traspasado de tantas espinas agudas cuantos son los pecados de los hombres.
Las víctimas inmaculadas que se ofrecen todos los días al buen Jesús por la salvación de las almas son las que sostienen el mundo y alejan de las naciones muchísimos castigos.
La religiosa debe estar siempre en el número de tales víctimas privilegiadísimas si es Esposa delicada del amado Jesús, cuyos intereses le deben preocupar.
Cuando Dios atrae a sí al alma en santa contemplación, ésta no debe dejarlo para ocuparse de otro, pues sería una descortesía hacia el dueño de su vida.
Cuando Dios habla al alma es inútil presentarle las vanas opiniones de los grandes hombres. Él es el Verbo del que proceden todas las cosas y el verdadero principio que habla al sencillo y al humilde de corazón que camina en la verdad.
Esa alma para la que Dios es todo, que todo lo refiere a Él y que todo lo ve en Él, puede descansar tranquilamente.
La humildad y la sencillez unidas al recogimiento disponen al alma a recibir la luz de la inteligencia para comprender la sublimidad de la doctrina de Jesucristo.
Citas bíblicas relacionadas: 2Co 1,3 +; Jn 1,2; Col 1,24 +; 1Pe 4,12 +; 1Co 2,15 +; Pr 4,6 +; Mt 13,44; Pr 4,5 +; Pr 7,1 +; Sal 1,1 +; Jn 8,31 +; 1Jn 3,19; Sal 86,11; Sal 16,5; Sal 73,26; Sal 115,1; Mt 11,25; 1Co 1,25; Sal 94,12
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